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En Ascenso
por Kyonides
Cerca de la medianoche, la luna llena se erguÃa ya en lo alto de la noche. Un hombre que vivÃa solo en una aldea lejana y una mujer joven que se habÃa caÃdo dormida mientras analizaba unos frascos con medicinas, soñaron entonces una misma cosa y lanzaron un grito de desesperación casi totalmente ahogado por la saliva. La habÃan producido bajo los efectos del nerviosismo que les causó la visión, como la llamaron. Lo que vieron fue a un pueblo con pocos avances tecnológicos que caÃa vÃctima de asaltantes y mafiosos, las muertes que provocaban eran cuantiosas y crueles hasta decir basta. PodÃan sentir cómo una filosa hoja de acero se incrustaba en sus propios vientres y cortaba estos partiendo del centro a un lado. El dolor se volvÃa cada vez más intenso.
Poco después de esa parte horrenda, veÃan algo no más bello que eso. Se dibujaba una silueta femenina, con cierto encanto bien descomunal. Luego ella cambiaba de postura a gran velocidad. ParecÃa que los movimientos se debÃa a unas convulsiones, como si le afectara la epilepsia. Al quedar totalmente quieta, unas hojas de un árbol cercano, azotado por el viento caÃan sobre lo que se asemejaba a una frente. SurgÃa de esta algo de chakra que pronto consumÃa las hojas sueltas antes de que la cabeza se moviera hacia un costado. El resto era tan solo una frÃa sensación y los embargaba una aparente rigidez en todo su cuerpo, la cual era semejante a la de la figura. La mujer que presenció esto se aferró después a la mascota, mientras el hombre se entristeció y pasó horas sentado en su cama mirando sus manos.
Era ya otro dÃa en la aldea. Hasta entonces solo habÃan transcurrido poco más de ocho años desde que ella hubo aceptado el tÃtulo de Quinta Hokage de su aldea, la de sus seres más queridos. Fue ella quien terminó haciendo realidad los sueños de los hombres más importantes de su vida y debido a eso ella podÃa estar bastante satisfecha. No los habÃa defraudado, lo consiguió sin que alguna vez hubiera querido proponerse a sà misma la meta de aquellos. Además la maldición del talismán, que les habÃa afectado tan a fondo, parecÃa que se habÃa roto desde que se lo entregó a ese chico hiperactivo. Con esos logros era más que suficiente para sentir que ya era hora de retirarse, aún si su mala maña de apostar con la suerte en su contra permanecÃa intacta, por no decir que era realmente intocable. Al menos seguirÃa contando con eso hasta sus últimos dÃas y en cierta forma ese era el problema que estaba afrontando, debÃa volver a apostar. Lo malo era que se trataba de la vida en general lo que estaba tratando de mantener en equilibrio sobre la cuerda floja que ahora la sostenÃa.
-Muchas cosas han ocurrido bien de prisa en la vida de esta mujer tenaz y bien sé que he tenido que hacer camino al andar para hallar en conjunto las soluciones a los más inusuales inconvenientes que hayan podido tener los aldeanos en toda su historia. Y ahora que debo tomar una de las decisiones más importantes, no tengo la certeza de si lo que planeo tiene el menor sentido... ¿Qué es lo que debo hacer?
Ella sabÃa muy bien que tenÃa que hablar con alguien sobre esta situación en particular, pero no podÃa hacerlo con los ancianos de la aldea, quienes nunca la habÃan considerado una digna sucesora del tercer Hokage. De todas formas debÃa contarles algo apto solo para desanimarlos o quitarles las esperanzas de vivir eso, lo más cercano que habÃan estado de experimentar algo de paz. Pensó luego en Shizune, pero su asistente era una completa exagerada en lo que se referÃa a reacciones. Solo alterarÃa la delicada paz de todo el mundo con ayuda de sus alaridos. Más tarde llegó a su mente un nombre conocido, el de alguien con quien deberÃa entenderse mejor. Era por eso que le habÃa enviado un mensaje a Naruto para que se lo diera a su mentor. No era nada extraño que en el momento más inoportuno se apareciera ese enigmático visitante.
-Ibiki. ¿Qué me puedes decir de los espÃas que enviaste a tierras lejanas? ¿Han reportado algo que sea de nuestro interés?
-Hokage-sama, gracias a ellos tenemos informes "relativamente" confiables de que la aldea de la Cascada en estos momentos está...
-¿Relativamente confiables? ¿Qué quieres decir con eso?
-Bueno, que nuestras fuentes no son tan nuestras... Sino del mismo enemigo que entre sus subordinados cuentan con un grupo de rebeldes. Aún no sabemos si lo que tratan de orquestar es el inicio de una guerra o solo querrán derrocar al actual lÃder.
-Nada raro que lleguen a solicitarnos nuestras cooperación. Eso puede ser más complicado...
El lÃder del escruadrón de interrogación no fue capaz de terminar de aclarar la situación de aquella aldea ni de rendir todo su informe, pues fue espantado por la súbita aparición de una rana casi de la altura de un potro. Debido a su estado de shock comenzó a pensar sin orden alguno y de casualidad recordó lo que habÃa ocurrido durante la invasión a Konoha. Esto le facilitó las cosas, pues optó por salir pronto del despacho y esperar afuera antes de que hiciera enojar a la rana y en especial a su invocador.
-El orgulloso sabio, el gran ermitaño invocador de ranas guerreras ya está aquÃ. Ha venido para presentarse con su tradicional danza y deleitarse con tan hermosa panorámica.
-Jiraiya, no deja de ser un asqueroso placer el ver que te animaste a visitarme en este dÃa tan soleado... Y lo hicieras acompañado de una de tus ranas-dijo Tsunade al mismo tiempo que una gota de sudor corrÃa por su frente-. Pucha, aún asà es óptimo para ir a apostar algo cuantioso, impresionante, ¿no lo crees?
-Pues no me opondré a que quieras ver las cosas de esa manera tan trivial en un dÃa que en realidad está excesivamente nublado... Es más parece que van a llover ranas del cielo, ja, ja, ja. DeberÃas ver semejante espectáculo-dijo Jiraiya antes de notar que su vieja amiga no se entusiasmaba mucho con una propuesta tan simplona-. Bueno... Supondré que de todos modos no tiene nada de malo ser positivo con el sol presente o sin él, sobretodo si uno llegara a ver más allá de lo imaginable...
-Ciertamente eso es lo que no quiero que mantengas en mente desde ahora, viejo repugnante. Será esa actitud positiva que te mostré antes, la que irán a necesitar especialmente en el futuro cercano y si no me crees lo de que no tendrás tiempo para idear tus estúpidos planes, podemos dejárselo a la suerte. Tal vez sà sea yo quien gane.
-Qué alegrÃa que ya vas directo al grano, Tsunade... Es solo que me encantarÃa saber a qué se debe que desearas verme cuanto antes... Cómo si me gustara pasar este tiempo de oro en esta diminuta aldea... ¿Puedo saber a qué se debe tanta prisa? ¿Y qué se hizo tu asistente, Shizune? ¿No está siempre contigo y ese delicioso lechoncito?
-Ella no me ha dirigido la palabra con normalidad e incluso trata de evadirme cuando puede, pero todo se aclarará a su debido tiempo... Ah, y ni se te ocurra asar a Ton-Ton! Sabes lo que te esperarÃas si te atreves.
-Eh, sÃ, claro que sÃ. Pero ya dime algo. ¿De qué te has enterado recientemente? He de suponer que no se trata de algo que te alegre en tu interior, porque he oÃdo por ahà que nunca te ha ocurrido nada bueno cuando tienes una buena racha... (Pero para mà sà podrá ser algo feliz, je, je, je, je. Quizá por fin entendió que mi técnica es muy buena y que ya no logrará romper los huesos de nadie... Estoy a punto de hallar la inspiración para otro capÃtulo... ¡Será otro éxito en ventas!)
-¡Hey, viejo verde, te estoy hablando! Grábate ya esto. Es cierto que este asunto no es apto para llenarlo a uno de gozo, tal vez y solo tal vez se parezca a un alegrón de burro, pero prefiero no engañarme ni mortificarme desde ahora. En cambio me alegraré de corazón por cada dÃa en el que llegue a ver el amanecer. No está de más el oler los aromas matinales que tanto pueden relajar a todas las personas. Es posible que hasta cambie la perra suerte de algunos.
-De pronto hablas de amaneceres y olores fragantes y la suerte de perro, pero mejor cambiémoslo por el aceite de sapo que tiene usos más prácticos. ¿O es que acaso has escuchado que hay una nueva amenaza aproximándose a nuestra aldea escondida? Si es esto de lo que quieres conversar, creo que no estarÃa nada mal el que invites a los mejores ninjas o a ANBU de inmediato para que sean parte de esto. Dudo que yo esté disponible para entonces gracias a mis múltiples ocupaciones, la vida de un afamado escritor es muy ardua. ¿Lo sabÃas? Y gracias a mi gran experiencia como escritor es que te puedo recomendar que actúes de inmediato.
Por una extraña desaparición de Konohamaru, Ebisu optó por solicitar ayuda a la Hokage para que con su bola de cristal legada por el anterior lÃder logrará divisar al chico. Ya habÃa agotado parte de su chakra al multiplicarse y cubrir gran parte del territorio y no consiguió hallar una sola pista sobre el paradero de aquél. De ahà que Ebisu ingresara sin permiso a la oficina de ella. El impacto que le causó el avistamiento de una rana gigante no fue para menos. Lo atemorizó tanto como si hubiera visto al dios de la muerte aguardando su llegada para escoltarlo hasta más allá de la entrada del infierno. La rana, por su parte, no dejó de percibir la presencia del joven instructor y expulsó su lengua sin que mediara la solicitud de su invocador. Antes de que lo atrapara esa masa apestosa y muy flexible, Ebisu optó por abandonar el sitio no sin que logrará gritar a los cuatro vientos lo que lo habÃa llevado hasta ahÃ.
-¡Piedad! Solo venÃa a pedir ayuda, pero yo ya lo encontraré...
-No sea el caso de que tengas que trabajar con el tiempo en tu contra. Al final de cuentas a mà no me afectará en nada, pues la montaña siempre estará por ahÃ-dijo Jiraiya sin voltear a ver al pasillo y retomando el hilo de la conversación.
-Realmente nunca dejaste de ser tan suspicaz... Ni tan despreocupado... Has de saber ya que sà disponemos de poco tiempo para enfrentar este nuevo reto que se acerca cada dÃa más a este mismo edificio. Toda la aldea puede sucumbir ante el más insignificante ataque proveniente del exterior.
-No puede ser cierto... No, no lo es, pero... ¿Será posible que Orochimaru le hubiese legado su actitud repugnante y su asquerosa ambición a algún discÃpulo suyo? Por lo que dijeron entonces las malas lenguas, supe que sus brazos o sus manos no son capaces de realizar los movimientos de los sellos utilizados para ejecutar alguna técnica.
-Eh, este, sÃ, es un hecho que yo lo comprobé en persona, pero no es de eso de lo que hablo.
-Por lo que ha de ser su mano derecha. ¿Es eso lo que me vas a anunciar exclusivamente a mÃ? Un tema como ese si acaso me entristece en los dÃas en que mis investigaciones no rindieron frutos. En serio, esperaba alguna novedad un poco más picante o "sexy", por decirlo de alguna manera.
En su mente, Jiraiya podÃa ver bien los recuerdos de la época en la que entrenaron con Sarutobi sensei y el talentoso Orochimaru todavÃa no hablaba de perseguir con malévolos fines la vida eterna ni la destrucción de Konoha. De alguna manera lo entristecÃa un poco el hecho de haber malgastado el tiempo buscándolo por doquier por creer que no era necesario que cayera en la categorÃa de ninja extraviado. No dejaba de ser él mismo el "famoso" escritor sino gracias al rendirse y dejar ir a su antiguo compañero, de otra forma no serÃa el poderoso hermitaño, el sabio invocador de ranas.
-Pues en eso sà te equivocas por ir corriendo tan de prisa-comentó Tsunade justo mientras provocaba que Jiraiya se tropezara-. La amenaza en sà es ya algo vieja, pero su peor consecuencia está por ser revelada dentro de muy poco tiempo, Jiraiya... Quizá suceda dentro de menos de medio año según mis actuales cálculos y los dolores que me embargan últimamente.
-Bueno, te puedo asegurar que no he tratado de siquiera utilizar mi técnica especial para espiarte, asà que puedes permanecer tranquila. No habrá necesidad de que se rompa de nuevo ningún hueso anteriormente roto, no en esta ocasión, créeme. (Ay, qué dÃa tan decepcionante... Mejor me hubiera hecho el loco y parecerÃa que no me llegó la invitación. Ya me imagino convenciendo a Naruto de que no me forzará a enseñarle alguna técnica secreta si no muestra su transformación en esa sexy chica rubia, de ojos claros y muy tÃmida...)
-Mejor pon atención a lo que te diré ahora, viejo pervertido. No te dará tiempo de volver a echar un ojo sobre este escultural cuerpo ni al de una ilusa niña, maldito pedófilo, pues dentro de un tiempo sabrás que no lo podrás hacer, en mi caso, si está bajo un cúmulo de piedras o un monumento funerario. En el caso de las demás vÃctimas potenciales, les dejaré a ANBU una nota aclarando la necesidad de poner a raya a cierto mequetrefe que anda por aquà husmeando en los baños termales de las mujeres.
-¿Qué estás diciendo, Tsunade?-dijo él permitiendo ver un pronunciado tic nervioso en su ojo izquierdo-. No creo que sea hora de echarte a morir, el Tercer Hokage, Sarutobi sensei, no esperaba que llegarás a decir eso a tan poco tiempo de que se retirara él por segunda ocasión. No nos podemos permitir el lujo de dejar morir a otro Hokage a tan poco tiempo de subir al poder. Eso, eso serÃa un golpe letal para cualquiera, incluso para mÃ... (Tantos sueños eróticos que para nada tuve en estos años. En ellos tú eras la bella bailarina, la diosa de un lago ignoto que siempre le encantaba sentir como pasaba el agua por tu cuerpazo o la esquinera con más trucos bajo la manga... o bajo la tanga, je, je, je.)
"O piensa ese joven insolente, ese tal Naruto Uzumaki, claro que no lo podemos olvidar, ¿no te parece? No querrá ver que no tomas en serio tus deberes como actual Hokage, la lÃder más sensual. Jamás creerá que se haya ido tan de repente alguien que sabe cómo lucir tan juvenil. (De otra forma yo no reaccionarÃa como lo hago siempre, no... ¡Uy, uyyy!)
-Estás reaccionando cada vez más lento, se nota que a tà también te afecta el paso de los años, depravado Jiraiya. ¡Pero qué oportuno es el que menciones su nombre en este mismo instante! De él es de lo que quiero conversar contigo en el dÃa de hoy, porque en realidad me urge discutirlo. Por cierto... ¿Ya le has enseñado tu estúpida técnica furtiva? ApostarÃa todo a que sà lo has hecho, que perdiste el tiempo en pasarle ese pésimo conocimiento al pobre muchacho. Pronto será otro estúpido hombre que no valorará las habilidades y sentimientos de las mujeres. ¡Vaya futuro les espera!
-No vine a que me cuestiones mi estilo de vida tan libre e indirectamente también el de él con tus vanos sentimentalismos, deberÃas saber que eso no excita a nadie ni a ustedes mismas-dijo Jiraiya antes de recibir un fuerte puñetazo en el hombro con el que se cubrió para evitar peores daños-. Ay, ay, no, ese dolor de nuevo.
-Eso te pasa por no concentrarte en las cosas más importantes, depravado Jiraiya.
-Bueno, bueno, no hay que desesperarse, ya te diré lo que sé de ese chico. En realidad, sobre Naruto solo te puedo comentar que ha seguido entrenando como es usual en él, es probable que ya haya aprendido nuevas técnicas, quizá unas cuatro sean de importancia. Además ha tratado de limitar el control que el demonio de las nueve colas ha podido ejercer en él anteriormente, cosa que empeoraba entre más colas lograba manifestar durante sus transformaciones. Me parece que está apunto de retener su identidad intacta, aún si el demonio encerrado llega a sacar cinco de sus colas. Es posible que lograra incrementar el nivel de su propio chakra o no me podrÃa explicar cómo ha podido avanzar en esa área. Pero en mi defensa puedo decir sin ningún temor que ese carajillo tan molesto no se ha aficionado tanto por las hermosas mujeres solamente por mi influencia, ya de por sà que él ya ha desarrollado sus propias técnicas. Sospecho que es ese malnacido demonio malnacido, disculpa, creo que ya habÃa dicho que era un verdadero malnacido, je, je, je. Pero sÃ, es ese perro salvaje que juega a ser un astuto zorro el que lo arrastra casi hasta los "mejores sitios noctunos de la región".
-Suena bastante alentador...
-SÃ, asà es como lo veo yo y quizá logre ir perfeccionando ese control hasta incluir más colas... Y no me refiero solo a las del zorro demoniaco... Um, um, pero añoro saber qué es lo ves en él que atrae tanto tu mirada. ¿No estarás considerando el nombrarlo a él, a ese hiperactivo cabeza hueca como tu sucesor en un momento tan serio como este? Claro que prefiero que sea alguien joven y lleno de vigor que un anciano viviendo en el ocaso de su vida y que solo requiere pasar el tiempo en profunda meditación o en total relajación del cuerpo... Ummm, ¿no tendrás algo de sake por aquÃ?
En uno de los campos de entrenamiento se hallaba Naruto, quien no sabÃa por qué se habÃa ido Jiraiya desde tan temprano ni cómo le hizo para superar la resaca, en especial después de beber tanto sake la noche anterior. De forma inusual en el joven, este detuvo en seco el entrenamiento aún cuando no se sentÃa cansado o adolorido. Acto seguido se tendió en el suelo y no dejaba de ver las nubes flotando en el cielo de tono celeste.
-¿Será posible que no he logrado superar mis propios lÃmites porque ya no puedo llegar más lejos? No puedo contar con el demonio de las nueve colas, difÃcilmente recuerdo lo que hice cuando empieza la fusión de nuestos chakras y termina cambiando mi forma de actuar. ¿Soy fuerte por mà mismo? ¿O esto solo es una ilusión creada por el zorro perverso? ¡Qué diera por saber cómo puedo dejar de depender tanto de ese demonio coludo! No entiendo por qué debo de dejar de ser yo mismo para ganar una batalla. Tampoco puedo asegurar que no hiera a quienes estén en mi propio bando...
De vuelta en la oficina de la Hokage, la búsqueda de Tsunade por más sake resultaba bastante infructuosa y siempre llegó a incomodarse por eso. Ya no tenÃa cómo relajar esa tensión que entonces sentÃa por todo su cuerpo.
-No, se me acabó la bebida recientemente, ah, y lo de alentador lo decÃa con ironÃa, ¿sabes? Si quieres te hago un croquis para que captes la idea-dijo ella para provocar en él la manifestación de cierto tipo de complejo de inferioridad-. ¿Y por qué no serÃa muy sabio hacer esa misma elección desde ahora? ¿Qué es lo que te inquieta tanto a ti, vejestorio? Acababas de alabar sus proezas y ya empezaste a dudar de él y sus méritos. ¿No es lo suficientemente maduro y responsable como para asumir este noble cargo, que nunca perseguà con ahÃnco y con el que él sà ha soñado desde que tiene el menor uso de memoria? No hay nadie mejor que él mismo para que sea el que dirija con gran vitalidad y mucha valentÃa a esta aldea. ¿No es él el único que entenderÃa por naturaleza la debida importancia de liderarlos en una nueva era de paz? Bueno, quizá solo se trate de aburrimiento...
-De hecho... Si fuera solo por eso, la paz que tanto añoran, yo ni siquiera visitarÃa este lugar tan a menudo. No sé cuándo entenderán que el proporcionarles la paz no fue hecho con el propósito de mantenerlos inactivos de por vida. Más bien se trata de aumentar las riquezas de un pueblo en un periodo menor pero más estable que cuando se está en una lucha constante. En plena guerra solo permite el derroche sin lÃmites para financiar todo tipo de proyectos carentes de sentido alguno.
-Alguien que aprende tales lecciones de la vida puede enseñárselas a mi sucesor y prepararlo para defender la tranquilidad y los avances tecnológicos y sociales de un pueblo.
-Es ahà donde difiero, claro está... Además es probable que al disponer de tan poco tiempo él se confÃe de más y se arriesgue al punto de sacrificar su propia vida. Es posible que su idiotez se cure, pero lo más seguro es que serÃa algo realmente precipitado. (Eso es, ya solo debo seguir distrayéndola, cambiando el tema de conversación por cualquiera que no se relacione conmigo...) Te recomiendo que elijas a un nuevo Hokage de transición guiada de la mano de esos ancianos decrépitos de la aldea, mientras él madura cuanto le falte aún. No quiero parecer poco cooperativo, es solo que no tengo a nadie en mente aún, la única persona que habrÃa elegido por conocerla tan bien eras tú, mi dulce Tsunade, la de la piel tersa. (Bien, voy ganando terreno con el mayor sigilo y ya casi estoy por...)
-¡Ya basta! Me han colmado del todo tu sarta de trucos infantiles, viejo verde. Quédate ahà bien quieto y no me interrumpas más. Hablarás solo cuando te lo ordene. No creo que sea mucho pedir.
Justo entonces Jiraiya recibió un empujón que lo hizo sentado en el piso de la oficina, lo cual le llegó a doler el doble de lo que sintió con el primer golpe. Por otro lado, la rana que habÃa estado ahà tan tranquila dio un pequeño salto al lado y se quedó mirando fijamente al viejo con cierto desdén. A Jiraiya se le habÃa acabado el tiempo y por eso no pudo ejecutar su nueva técnica, todavÃa en fase experimental, que le permitirÃa ver a través de los ropajes de sus "enemigos", y habÃa quedado a la merced de su vieja compañera. Por supuesto él solo necesitaba confirmar que la Hokage no estuviera ocultando algo puntiagudo como un cuchillo de cocina o un común kunai y asà podrÃa detener a la "suicida", que conoció desde su niñez, con solo un veloz acercamiento. Lastimosamente, esta buena intención de perfeccionar sus legendarias habilidades habrÃa de postergarse por más tiempo de lo que temÃa. Además ya acumulaba otro mal recuerdo relacionado con la oficina del Hokage.
-Me vas a disculpar, Jiraiya, pero creo que alguien en mi silvestre y acuática morada me está llamando. ¡Adiós! ¡Qué la suerte te acompañe! Me debes un bocadillo, recuérdalo.
-¿Cómo se atreve a despedirse asà no más? Maldita rana mal agradecida, asà me paga el llevarla a las aguas termales... Ay, no... Tranquila, Tsunade, que no tengo intenciones de moverme, je, je, je... Solo me hacÃa falta mencionar que dudosamente aceptarÃan tu plan de designar a Naruto como tu sucesor, hace tan poco tiempo que ha obtenido el grado de Chunin que dudo que lo vayan a ver con buenos ojos. No querrÃas ver que coloquen en tu lugar a un despiadado o a un fraguador de conspiraciones... Eso ni a mà me entusiasmarÃa, no es tan fácil como vender mis historias triple equis basadas únicamente en hechos de la vida real.
-Eso solo es una sarta de patrañas. Lo único real aquà es que necesito estar segura de que él no se irá detrás de las huellas de Sasuke. No querrÃa verlo ni en un predicamento, por imaginario que fuera, como el de ese muchacho de Rock Lee, quien por alguna voluntad no ha quedado minusválido hasta el dÃa de hoy, pero que se la pasa siempre al borde de caer en ese tal estado deplorable en extremo. De hecho por un caso como el de él... Y el de otro más es que llegué a este punto tan nefasto en mi vida, aunque como ninja especializada en medicina no deberÃa quejarme. Ese debÃa ser mi destino... Pero eso pronto agotó mis reservas de chakra y mi esperanza de vida se ha visto realmente reducida a tan solo meses más...
-Eso de seguro que te ha afectado y espero que ese sacrificio personal sea siempre algo muy valioso para tà como para tus últimos pacientes. (¿Quién serÃa el segundo?) Admito delante de ti que no esperaba toparme con esta tristeza tan profunda cuando fuimos Naruto y yo a buscarte en aquella ocasión hace no tanto tiempo. Creo que aunque a mà estas cosas no me importen la gran cosa, lo llegaré a sentir después, cuando ya no te vean caminando por aquÃ.
-SÃ, sÃ, sÃ. Lo entiendo mejor de lo que quisiera hacerlo. Puedes irte ahora, debo reunir a los Jonin especiales para darles la orden de que no descuiden a Naruto de ahora en adelante.
A pocos segundos de tener el "permiso" de su antigua camarada, Jiraiya no lo pensó ni una vez antes de escabullirse por la venta no sin una molestia más pesada de la que le producÃan aquellos que delataban su presencia cerca de los sitios concurridos por mujeres durante las horas que destinaba a la vital "recolección de datos". Desde ese instante Naruto tendrÃa que superar sus propios lÃmites en cuestión de meses, sin quedar exhausto en el proceso. De ser necesario deberÃa enfrentarse con la muerte no una vez sino todo el tiempo si querÃa sacar pronto todo ese poder escondido o en poco tiempo el horizonte mismo se podrÃa teñir doblemente de rojo, el color de la sangre de todos, derramada por doquier.
-Ya puedes continuar tu presentación de los informes, Ibiki.
-Con gusto, Hokage sama. Supimos de primera mano que el supuesto Hoshikage fue secuestrado y que puede ser parte de un plan de algún enemigo para deshacerse de todo aquel que porte el tÃtulo de Kage.
-Espero que no aparezca yo en su lista como el siguiente objetivo...
Por otro lado, en alguna habitación poco iluminada de una casa común, ubicada en otra aldea escondida, habÃa una persona que ya estaba hablando con cierta certeza de la posibilidad de que en Konoha tuviesen que elegir a un nuevo Hokage en poco tiempo. No le interesaba dar a conocer siquiera algunos de los detalles sobre cómo llegó tan rápido este rumor a sus oÃdos o de si él estaba planeando algo muy especÃfico.
-Pero dÃnos por favor, ¿qué es lo que te hace sentir tan seguro de que eso sucederá sin que ellos encuentren remedio alguno para evitarlo? No me digas que...
-En realidad no estoy tan seguro como parece a simple vista, mas esto me ha hecho pensar mucho más de la cuenta en esa posibilidad. Me encantarÃa que alguien cercano a mà me confirmara mediante un sueño o profecÃa que no me equivoco ni me engaño.
-Entonces sà te estás engañando o psicoseando por causa de eso y te da gusto vivir de esa manera, ha de ser porque tú...
-Para nada, mi estimado compañero, nunca me atreverÃa a vivir ni revivir una mentira y por eso mismo viajarÃa para verificar la situación, no una sino varias veces y siempre con dirección a la Aldea Escondida entre las Hojas. Ahà mismo debe estar la respuesta a esta incógnita tan impactante. ImagÃnate que si eso llegara de un momento a otro a oÃdos poco amistosos...
-SerÃa la ruina total de Konoha o la de muchas otras aldeas escondidas, grandes o pequeñas. Sinceramente no estoy a favor de participar en otra guerra entre ninjas de distintas aldeas. Me gusta más ir a ganarme mi sustento trabajando solo o en un grupo pequeño.
-Bueno, Konoha se ha acostumbrado nuevamente a esa paz que le garantiza esa entrada de dinero constante, aunque ya no sea tan "fluida" como varios años antes. Sinceramente creo que es una mala maña de parte de un Kage el solo seleccionar misiones que no arriesguen más que solo a los subordinados que asignaron previamente a tal asunto.
-Y si no le ponen ganas a incrementar pronto su fuerza al engrosar sus filas con nuevos elementos, podrán verse afectados por el aumento de poder de otras aldeas y siempre se verÃan acorralados o entrarÃan en una franca decadencia.
-Es cierto, muy cierto lo que dices. Me encantarÃa que me acompañaras a una "misión de reconocimiento" para averiguar más de esto... Nuestro Kage querrá saber algo certero sobre este delicado tema.
-Ah, claro... Todo sea por la aldea o por la nación a la que servimos... Pero deseo preguntarte algo, ¿de veras esperas poder ir allá y sin obtener previamente el permiso de nuestro propio Kage? ¿Y si ya estaban esperándonos para una misión muy distinta?
-Vamos, no tiene nada de malo tener algo de iniciativa-dijo el hombre con una mirada inusual y una sonrisa no muy bondadosa.
-Ahora entiendo bien cuán "necesario" se ha vuelto saber más que lo que un sueño pueda contarnos jamás... Participaré de todos modos. Eso sÃ, lo haré no sin antes recomendarte que es preferible el que no le menciones algo de esto a nadie más o el número de ninjas ausentes en esta aldea será visto como algo muy sospechoso. Todo podrÃa volverse en nuestra contra...
-Con solo que demos un mal paso, sÃ, lo entiendo perfectamente. A lo mucho se lo contaré a otro, pero nadie más tendrá idea de lo que haremos. Te lo juro. No quiero que nada salga mal. Más bien deseo que nos sea de gran provecho, ¿me entiendes? Es más, fijaremos la fecha de partida para dentro de dos noches. Espero que no te caigas dormido a la hora de irnos.
-No, ya verás que seré muy cuidadoso.
-Ah y debo recordarte antes de que te vayas que no te permitiremos que te enamores de alguna muchacha de esa localidad como te ocurrió en tu penúltima misión. Ya ves que ese suceso fue el escándalo más sonado aquÃ, otro de esos y no tendremos otra opción que huir de nuestra tierra.
-No hace falta que lo traigas a acolación... Simplemente no volverá a pasar...
-Dicen por ahà que hay una kunoichi bella con ojos color fuego intenso que quedó sola, desamparada... Tal vez te topes con ella y concreten algo.
-Ya guarda silencio, te habÃa dicho que eso no llegará a suceder.
-TenÃa que confirmarlo, ya sabes. No hay que permitirse tener la menor duda. La curiosidad podrá haber matado al gato, pero la ignorancia también pudo haberlo hecho.
A varios dÃas de camino se hallaba una aldea que entraba en un periodo de franca decadencia. Uno de sus habitantes, el panadero local, habÃa reducido el número de viajes para obtener más masa y levadura a tan solo uno por semana. Los transeúntes a veces ni volteaban a ver su vitrina para preguntarse qué querÃan llevar a casa. Cada dÃa que pasaba el sol aumentaba aún más la temperatura, ya era algo peligroso el pasear a los bebés por las aceras o descuidar a los ancianos en sus casas. Más de uno caminaba no sin dar más de un estornudo en vez de saludar a un conocido, la salud no parecÃa abundar ahÃ. El panadero veÃa eso sin prestarle tanta atención, pues su mayor preocupación y la de la mayorÃa ahà era ver qué hacÃan para estar seguros de que no les faltarÃan los sifones de agua fresca para el dÃa siguiente.
En el salón de esa comunidad se realizó una sesión especial durante la noche, que no conseguÃa refrescarlos lo suficiente. El tema principal era el de pedir ayuda a otras aldeas y ciudades para implementar un nuevo sistema de acantarillado y asegurar el flujo constante de agua potable a las casas, pues la situación no les habÃa permitido costearse tal cosa. TemÃan algunos habitantes que se desatara una epidemia a la vuelta de unos meses. Los dirigentes propusieron la elección de gente de confianza para ir a negociar con los vecinos para obtener los aportes que se requerÃan para poner en marcha el proyecto tan urgente.
Al cabo de un rato de deliberar sobre quiénes debÃan ir a convencer a las demás poblaciones, sus comentarios no se podÃan escuchar. No se debÃa a una alta concentración del murmullo dentro de las instalaciones, más bien se trataba del estruendo que causaba algo en las afueras. ParecÃa ser originado por el paso de una tormenta eléctrica bien cargada de energÃa. A más de uno lo hizo pensar si no les faltarÃa también que les suministraran un servicio eléctrico constante. Por los cortes tan prolongados, los refrigeradores parecÃan objetos inservibles o un mero adorno para la cocina. Todo estaba por salirse de control y por pasar pronto a manos de gente desconocida. Esa era la causa para que los lÃderes locales se sintieran tan presionados y propusieran incluir también a alguna empresa de producción y distribución eléctrica en las negociaciones con los demás pueblos.
Sin aviso previo todos los asistentes escucharon unos gritos de desesperación que venÃa de las afueras. Hasta ese momento solo habÃan escogido a dos representantes y el temor por lo que ocurrió los paralizó de inmediato. Acto seguido, aparecieron unos hombres vestidos como samurai y que portaban una espada en su costado izquierdo. TenÃan una "interesante propuesta" para ellos, no se irÃan hasta que votaran unánimemente en favor de su plan. Con el incremento de la presión, la junta dio por sentado la aceptación de sus condiciones, también solicitaron que trajeran ante ellos a la persona que gritó minutos atrás. Los tres hombres solo se dirigieron a la muchedumbre sin que se les notara el menor nerviosismo.
-Disculpe que les haga esta pregunta. ¿De quién nos está hablando? -dijo el que estaba adelante y usaba gafas de sol.
-SÃ, primero aclárenos de quién se trata, porque nosotros no sabemos nada ni vimos a nadie.
-Solo sé que vinimos aquà sin toparnos con ninguna distracción. ¿No fue asà como sucedieron las cosas en nuestro viaje a este salón, compañeros? -aseguró el hombre más alto y corpulento del trÃo-. ¿Creen, ustedes los aldeanos, que vamos a permitir que nos dirijan a nosotros, unos importantes ejecutivos, esos injustos cuestionamientos? ¿Por casualidad pensaron que estaban en posición de echar al agua la única oferta seria que tienen? Nadie más se interesarÃa en esta aldehuela, lo sabemos muy bien. Aún asà mantendremos nuestra intención de brindar esos servicios, pero por su culpa hemos de olvidarnos de las subvenciones que venÃan junto con la oferta original.
-¿Han entendido lo inútil que es el dejar de lado a aliados tan poderosos? No vuelvan a levantar un solo brazo en nuestra contra si no tienen el coraje y los medios para siquiera sobrevivir en este lugar tan atrasado -declaró engreÃdo que creÃa estar bajo el ardiente sol en plena noche.
Después de esa manifestación de poder, los aldeanos y sus dirigentes no osaron a decir una sola palabra en su contra. La adjudicación de los proyectos ya estaban a cargo de los extranjeros. A pesar de ese miedo que inspiraron, una de las personas influyentes les dio nuevas indicaciones a los dos mensajeros electos previamente. PartirÃan en cuanto los volviera a cubrir el velo de la noche. El primero asà lo harÃa, pero el segundo saldrÃa con una diferencia de tres horas con respecto a quien lo precederÃa. Ambos se dirigirÃan hacia una misma localidad, que a la vez era distinta a las contempladas con anterioridad. ContinuarÃan con el plan de solicitar ayuda a la gente de ahÃ.
por Kyonides
Cerca de la medianoche, la luna llena se erguÃa ya en lo alto de la noche. Un hombre que vivÃa solo en una aldea lejana y una mujer joven que se habÃa caÃdo dormida mientras analizaba unos frascos con medicinas, soñaron entonces una misma cosa y lanzaron un grito de desesperación casi totalmente ahogado por la saliva. La habÃan producido bajo los efectos del nerviosismo que les causó la visión, como la llamaron. Lo que vieron fue a un pueblo con pocos avances tecnológicos que caÃa vÃctima de asaltantes y mafiosos, las muertes que provocaban eran cuantiosas y crueles hasta decir basta. PodÃan sentir cómo una filosa hoja de acero se incrustaba en sus propios vientres y cortaba estos partiendo del centro a un lado. El dolor se volvÃa cada vez más intenso.
Poco después de esa parte horrenda, veÃan algo no más bello que eso. Se dibujaba una silueta femenina, con cierto encanto bien descomunal. Luego ella cambiaba de postura a gran velocidad. ParecÃa que los movimientos se debÃa a unas convulsiones, como si le afectara la epilepsia. Al quedar totalmente quieta, unas hojas de un árbol cercano, azotado por el viento caÃan sobre lo que se asemejaba a una frente. SurgÃa de esta algo de chakra que pronto consumÃa las hojas sueltas antes de que la cabeza se moviera hacia un costado. El resto era tan solo una frÃa sensación y los embargaba una aparente rigidez en todo su cuerpo, la cual era semejante a la de la figura. La mujer que presenció esto se aferró después a la mascota, mientras el hombre se entristeció y pasó horas sentado en su cama mirando sus manos.
Era ya otro dÃa en la aldea. Hasta entonces solo habÃan transcurrido poco más de ocho años desde que ella hubo aceptado el tÃtulo de Quinta Hokage de su aldea, la de sus seres más queridos. Fue ella quien terminó haciendo realidad los sueños de los hombres más importantes de su vida y debido a eso ella podÃa estar bastante satisfecha. No los habÃa defraudado, lo consiguió sin que alguna vez hubiera querido proponerse a sà misma la meta de aquellos. Además la maldición del talismán, que les habÃa afectado tan a fondo, parecÃa que se habÃa roto desde que se lo entregó a ese chico hiperactivo. Con esos logros era más que suficiente para sentir que ya era hora de retirarse, aún si su mala maña de apostar con la suerte en su contra permanecÃa intacta, por no decir que era realmente intocable. Al menos seguirÃa contando con eso hasta sus últimos dÃas y en cierta forma ese era el problema que estaba afrontando, debÃa volver a apostar. Lo malo era que se trataba de la vida en general lo que estaba tratando de mantener en equilibrio sobre la cuerda floja que ahora la sostenÃa.
-Muchas cosas han ocurrido bien de prisa en la vida de esta mujer tenaz y bien sé que he tenido que hacer camino al andar para hallar en conjunto las soluciones a los más inusuales inconvenientes que hayan podido tener los aldeanos en toda su historia. Y ahora que debo tomar una de las decisiones más importantes, no tengo la certeza de si lo que planeo tiene el menor sentido... ¿Qué es lo que debo hacer?
Ella sabÃa muy bien que tenÃa que hablar con alguien sobre esta situación en particular, pero no podÃa hacerlo con los ancianos de la aldea, quienes nunca la habÃan considerado una digna sucesora del tercer Hokage. De todas formas debÃa contarles algo apto solo para desanimarlos o quitarles las esperanzas de vivir eso, lo más cercano que habÃan estado de experimentar algo de paz. Pensó luego en Shizune, pero su asistente era una completa exagerada en lo que se referÃa a reacciones. Solo alterarÃa la delicada paz de todo el mundo con ayuda de sus alaridos. Más tarde llegó a su mente un nombre conocido, el de alguien con quien deberÃa entenderse mejor. Era por eso que le habÃa enviado un mensaje a Naruto para que se lo diera a su mentor. No era nada extraño que en el momento más inoportuno se apareciera ese enigmático visitante.
-Ibiki. ¿Qué me puedes decir de los espÃas que enviaste a tierras lejanas? ¿Han reportado algo que sea de nuestro interés?
-Hokage-sama, gracias a ellos tenemos informes "relativamente" confiables de que la aldea de la Cascada en estos momentos está...
-¿Relativamente confiables? ¿Qué quieres decir con eso?
-Bueno, que nuestras fuentes no son tan nuestras... Sino del mismo enemigo que entre sus subordinados cuentan con un grupo de rebeldes. Aún no sabemos si lo que tratan de orquestar es el inicio de una guerra o solo querrán derrocar al actual lÃder.
-Nada raro que lleguen a solicitarnos nuestras cooperación. Eso puede ser más complicado...
El lÃder del escruadrón de interrogación no fue capaz de terminar de aclarar la situación de aquella aldea ni de rendir todo su informe, pues fue espantado por la súbita aparición de una rana casi de la altura de un potro. Debido a su estado de shock comenzó a pensar sin orden alguno y de casualidad recordó lo que habÃa ocurrido durante la invasión a Konoha. Esto le facilitó las cosas, pues optó por salir pronto del despacho y esperar afuera antes de que hiciera enojar a la rana y en especial a su invocador.
-El orgulloso sabio, el gran ermitaño invocador de ranas guerreras ya está aquÃ. Ha venido para presentarse con su tradicional danza y deleitarse con tan hermosa panorámica.
-Jiraiya, no deja de ser un asqueroso placer el ver que te animaste a visitarme en este dÃa tan soleado... Y lo hicieras acompañado de una de tus ranas-dijo Tsunade al mismo tiempo que una gota de sudor corrÃa por su frente-. Pucha, aún asà es óptimo para ir a apostar algo cuantioso, impresionante, ¿no lo crees?
-Pues no me opondré a que quieras ver las cosas de esa manera tan trivial en un dÃa que en realidad está excesivamente nublado... Es más parece que van a llover ranas del cielo, ja, ja, ja. DeberÃas ver semejante espectáculo-dijo Jiraiya antes de notar que su vieja amiga no se entusiasmaba mucho con una propuesta tan simplona-. Bueno... Supondré que de todos modos no tiene nada de malo ser positivo con el sol presente o sin él, sobretodo si uno llegara a ver más allá de lo imaginable...
-Ciertamente eso es lo que no quiero que mantengas en mente desde ahora, viejo repugnante. Será esa actitud positiva que te mostré antes, la que irán a necesitar especialmente en el futuro cercano y si no me crees lo de que no tendrás tiempo para idear tus estúpidos planes, podemos dejárselo a la suerte. Tal vez sà sea yo quien gane.
-Qué alegrÃa que ya vas directo al grano, Tsunade... Es solo que me encantarÃa saber a qué se debe que desearas verme cuanto antes... Cómo si me gustara pasar este tiempo de oro en esta diminuta aldea... ¿Puedo saber a qué se debe tanta prisa? ¿Y qué se hizo tu asistente, Shizune? ¿No está siempre contigo y ese delicioso lechoncito?
-Ella no me ha dirigido la palabra con normalidad e incluso trata de evadirme cuando puede, pero todo se aclarará a su debido tiempo... Ah, y ni se te ocurra asar a Ton-Ton! Sabes lo que te esperarÃas si te atreves.
-Eh, sÃ, claro que sÃ. Pero ya dime algo. ¿De qué te has enterado recientemente? He de suponer que no se trata de algo que te alegre en tu interior, porque he oÃdo por ahà que nunca te ha ocurrido nada bueno cuando tienes una buena racha... (Pero para mà sà podrá ser algo feliz, je, je, je, je. Quizá por fin entendió que mi técnica es muy buena y que ya no logrará romper los huesos de nadie... Estoy a punto de hallar la inspiración para otro capÃtulo... ¡Será otro éxito en ventas!)
-¡Hey, viejo verde, te estoy hablando! Grábate ya esto. Es cierto que este asunto no es apto para llenarlo a uno de gozo, tal vez y solo tal vez se parezca a un alegrón de burro, pero prefiero no engañarme ni mortificarme desde ahora. En cambio me alegraré de corazón por cada dÃa en el que llegue a ver el amanecer. No está de más el oler los aromas matinales que tanto pueden relajar a todas las personas. Es posible que hasta cambie la perra suerte de algunos.
-De pronto hablas de amaneceres y olores fragantes y la suerte de perro, pero mejor cambiémoslo por el aceite de sapo que tiene usos más prácticos. ¿O es que acaso has escuchado que hay una nueva amenaza aproximándose a nuestra aldea escondida? Si es esto de lo que quieres conversar, creo que no estarÃa nada mal el que invites a los mejores ninjas o a ANBU de inmediato para que sean parte de esto. Dudo que yo esté disponible para entonces gracias a mis múltiples ocupaciones, la vida de un afamado escritor es muy ardua. ¿Lo sabÃas? Y gracias a mi gran experiencia como escritor es que te puedo recomendar que actúes de inmediato.
Por una extraña desaparición de Konohamaru, Ebisu optó por solicitar ayuda a la Hokage para que con su bola de cristal legada por el anterior lÃder logrará divisar al chico. Ya habÃa agotado parte de su chakra al multiplicarse y cubrir gran parte del territorio y no consiguió hallar una sola pista sobre el paradero de aquél. De ahà que Ebisu ingresara sin permiso a la oficina de ella. El impacto que le causó el avistamiento de una rana gigante no fue para menos. Lo atemorizó tanto como si hubiera visto al dios de la muerte aguardando su llegada para escoltarlo hasta más allá de la entrada del infierno. La rana, por su parte, no dejó de percibir la presencia del joven instructor y expulsó su lengua sin que mediara la solicitud de su invocador. Antes de que lo atrapara esa masa apestosa y muy flexible, Ebisu optó por abandonar el sitio no sin que logrará gritar a los cuatro vientos lo que lo habÃa llevado hasta ahÃ.
-¡Piedad! Solo venÃa a pedir ayuda, pero yo ya lo encontraré...
-No sea el caso de que tengas que trabajar con el tiempo en tu contra. Al final de cuentas a mà no me afectará en nada, pues la montaña siempre estará por ahÃ-dijo Jiraiya sin voltear a ver al pasillo y retomando el hilo de la conversación.
-Realmente nunca dejaste de ser tan suspicaz... Ni tan despreocupado... Has de saber ya que sà disponemos de poco tiempo para enfrentar este nuevo reto que se acerca cada dÃa más a este mismo edificio. Toda la aldea puede sucumbir ante el más insignificante ataque proveniente del exterior.
-No puede ser cierto... No, no lo es, pero... ¿Será posible que Orochimaru le hubiese legado su actitud repugnante y su asquerosa ambición a algún discÃpulo suyo? Por lo que dijeron entonces las malas lenguas, supe que sus brazos o sus manos no son capaces de realizar los movimientos de los sellos utilizados para ejecutar alguna técnica.
-Eh, este, sÃ, es un hecho que yo lo comprobé en persona, pero no es de eso de lo que hablo.
-Por lo que ha de ser su mano derecha. ¿Es eso lo que me vas a anunciar exclusivamente a mÃ? Un tema como ese si acaso me entristece en los dÃas en que mis investigaciones no rindieron frutos. En serio, esperaba alguna novedad un poco más picante o "sexy", por decirlo de alguna manera.
En su mente, Jiraiya podÃa ver bien los recuerdos de la época en la que entrenaron con Sarutobi sensei y el talentoso Orochimaru todavÃa no hablaba de perseguir con malévolos fines la vida eterna ni la destrucción de Konoha. De alguna manera lo entristecÃa un poco el hecho de haber malgastado el tiempo buscándolo por doquier por creer que no era necesario que cayera en la categorÃa de ninja extraviado. No dejaba de ser él mismo el "famoso" escritor sino gracias al rendirse y dejar ir a su antiguo compañero, de otra forma no serÃa el poderoso hermitaño, el sabio invocador de ranas.
-Pues en eso sà te equivocas por ir corriendo tan de prisa-comentó Tsunade justo mientras provocaba que Jiraiya se tropezara-. La amenaza en sà es ya algo vieja, pero su peor consecuencia está por ser revelada dentro de muy poco tiempo, Jiraiya... Quizá suceda dentro de menos de medio año según mis actuales cálculos y los dolores que me embargan últimamente.
-Bueno, te puedo asegurar que no he tratado de siquiera utilizar mi técnica especial para espiarte, asà que puedes permanecer tranquila. No habrá necesidad de que se rompa de nuevo ningún hueso anteriormente roto, no en esta ocasión, créeme. (Ay, qué dÃa tan decepcionante... Mejor me hubiera hecho el loco y parecerÃa que no me llegó la invitación. Ya me imagino convenciendo a Naruto de que no me forzará a enseñarle alguna técnica secreta si no muestra su transformación en esa sexy chica rubia, de ojos claros y muy tÃmida...)
-Mejor pon atención a lo que te diré ahora, viejo pervertido. No te dará tiempo de volver a echar un ojo sobre este escultural cuerpo ni al de una ilusa niña, maldito pedófilo, pues dentro de un tiempo sabrás que no lo podrás hacer, en mi caso, si está bajo un cúmulo de piedras o un monumento funerario. En el caso de las demás vÃctimas potenciales, les dejaré a ANBU una nota aclarando la necesidad de poner a raya a cierto mequetrefe que anda por aquà husmeando en los baños termales de las mujeres.
-¿Qué estás diciendo, Tsunade?-dijo él permitiendo ver un pronunciado tic nervioso en su ojo izquierdo-. No creo que sea hora de echarte a morir, el Tercer Hokage, Sarutobi sensei, no esperaba que llegarás a decir eso a tan poco tiempo de que se retirara él por segunda ocasión. No nos podemos permitir el lujo de dejar morir a otro Hokage a tan poco tiempo de subir al poder. Eso, eso serÃa un golpe letal para cualquiera, incluso para mÃ... (Tantos sueños eróticos que para nada tuve en estos años. En ellos tú eras la bella bailarina, la diosa de un lago ignoto que siempre le encantaba sentir como pasaba el agua por tu cuerpazo o la esquinera con más trucos bajo la manga... o bajo la tanga, je, je, je.)
"O piensa ese joven insolente, ese tal Naruto Uzumaki, claro que no lo podemos olvidar, ¿no te parece? No querrá ver que no tomas en serio tus deberes como actual Hokage, la lÃder más sensual. Jamás creerá que se haya ido tan de repente alguien que sabe cómo lucir tan juvenil. (De otra forma yo no reaccionarÃa como lo hago siempre, no... ¡Uy, uyyy!)
-Estás reaccionando cada vez más lento, se nota que a tà también te afecta el paso de los años, depravado Jiraiya. ¡Pero qué oportuno es el que menciones su nombre en este mismo instante! De él es de lo que quiero conversar contigo en el dÃa de hoy, porque en realidad me urge discutirlo. Por cierto... ¿Ya le has enseñado tu estúpida técnica furtiva? ApostarÃa todo a que sà lo has hecho, que perdiste el tiempo en pasarle ese pésimo conocimiento al pobre muchacho. Pronto será otro estúpido hombre que no valorará las habilidades y sentimientos de las mujeres. ¡Vaya futuro les espera!
-No vine a que me cuestiones mi estilo de vida tan libre e indirectamente también el de él con tus vanos sentimentalismos, deberÃas saber que eso no excita a nadie ni a ustedes mismas-dijo Jiraiya antes de recibir un fuerte puñetazo en el hombro con el que se cubrió para evitar peores daños-. Ay, ay, no, ese dolor de nuevo.
-Eso te pasa por no concentrarte en las cosas más importantes, depravado Jiraiya.
-Bueno, bueno, no hay que desesperarse, ya te diré lo que sé de ese chico. En realidad, sobre Naruto solo te puedo comentar que ha seguido entrenando como es usual en él, es probable que ya haya aprendido nuevas técnicas, quizá unas cuatro sean de importancia. Además ha tratado de limitar el control que el demonio de las nueve colas ha podido ejercer en él anteriormente, cosa que empeoraba entre más colas lograba manifestar durante sus transformaciones. Me parece que está apunto de retener su identidad intacta, aún si el demonio encerrado llega a sacar cinco de sus colas. Es posible que lograra incrementar el nivel de su propio chakra o no me podrÃa explicar cómo ha podido avanzar en esa área. Pero en mi defensa puedo decir sin ningún temor que ese carajillo tan molesto no se ha aficionado tanto por las hermosas mujeres solamente por mi influencia, ya de por sà que él ya ha desarrollado sus propias técnicas. Sospecho que es ese malnacido demonio malnacido, disculpa, creo que ya habÃa dicho que era un verdadero malnacido, je, je, je. Pero sÃ, es ese perro salvaje que juega a ser un astuto zorro el que lo arrastra casi hasta los "mejores sitios noctunos de la región".
-Suena bastante alentador...
-SÃ, asà es como lo veo yo y quizá logre ir perfeccionando ese control hasta incluir más colas... Y no me refiero solo a las del zorro demoniaco... Um, um, pero añoro saber qué es lo ves en él que atrae tanto tu mirada. ¿No estarás considerando el nombrarlo a él, a ese hiperactivo cabeza hueca como tu sucesor en un momento tan serio como este? Claro que prefiero que sea alguien joven y lleno de vigor que un anciano viviendo en el ocaso de su vida y que solo requiere pasar el tiempo en profunda meditación o en total relajación del cuerpo... Ummm, ¿no tendrás algo de sake por aquÃ?
En uno de los campos de entrenamiento se hallaba Naruto, quien no sabÃa por qué se habÃa ido Jiraiya desde tan temprano ni cómo le hizo para superar la resaca, en especial después de beber tanto sake la noche anterior. De forma inusual en el joven, este detuvo en seco el entrenamiento aún cuando no se sentÃa cansado o adolorido. Acto seguido se tendió en el suelo y no dejaba de ver las nubes flotando en el cielo de tono celeste.
-¿Será posible que no he logrado superar mis propios lÃmites porque ya no puedo llegar más lejos? No puedo contar con el demonio de las nueve colas, difÃcilmente recuerdo lo que hice cuando empieza la fusión de nuestos chakras y termina cambiando mi forma de actuar. ¿Soy fuerte por mà mismo? ¿O esto solo es una ilusión creada por el zorro perverso? ¡Qué diera por saber cómo puedo dejar de depender tanto de ese demonio coludo! No entiendo por qué debo de dejar de ser yo mismo para ganar una batalla. Tampoco puedo asegurar que no hiera a quienes estén en mi propio bando...
De vuelta en la oficina de la Hokage, la búsqueda de Tsunade por más sake resultaba bastante infructuosa y siempre llegó a incomodarse por eso. Ya no tenÃa cómo relajar esa tensión que entonces sentÃa por todo su cuerpo.
-No, se me acabó la bebida recientemente, ah, y lo de alentador lo decÃa con ironÃa, ¿sabes? Si quieres te hago un croquis para que captes la idea-dijo ella para provocar en él la manifestación de cierto tipo de complejo de inferioridad-. ¿Y por qué no serÃa muy sabio hacer esa misma elección desde ahora? ¿Qué es lo que te inquieta tanto a ti, vejestorio? Acababas de alabar sus proezas y ya empezaste a dudar de él y sus méritos. ¿No es lo suficientemente maduro y responsable como para asumir este noble cargo, que nunca perseguà con ahÃnco y con el que él sà ha soñado desde que tiene el menor uso de memoria? No hay nadie mejor que él mismo para que sea el que dirija con gran vitalidad y mucha valentÃa a esta aldea. ¿No es él el único que entenderÃa por naturaleza la debida importancia de liderarlos en una nueva era de paz? Bueno, quizá solo se trate de aburrimiento...
-De hecho... Si fuera solo por eso, la paz que tanto añoran, yo ni siquiera visitarÃa este lugar tan a menudo. No sé cuándo entenderán que el proporcionarles la paz no fue hecho con el propósito de mantenerlos inactivos de por vida. Más bien se trata de aumentar las riquezas de un pueblo en un periodo menor pero más estable que cuando se está en una lucha constante. En plena guerra solo permite el derroche sin lÃmites para financiar todo tipo de proyectos carentes de sentido alguno.
-Alguien que aprende tales lecciones de la vida puede enseñárselas a mi sucesor y prepararlo para defender la tranquilidad y los avances tecnológicos y sociales de un pueblo.
-Es ahà donde difiero, claro está... Además es probable que al disponer de tan poco tiempo él se confÃe de más y se arriesgue al punto de sacrificar su propia vida. Es posible que su idiotez se cure, pero lo más seguro es que serÃa algo realmente precipitado. (Eso es, ya solo debo seguir distrayéndola, cambiando el tema de conversación por cualquiera que no se relacione conmigo...) Te recomiendo que elijas a un nuevo Hokage de transición guiada de la mano de esos ancianos decrépitos de la aldea, mientras él madura cuanto le falte aún. No quiero parecer poco cooperativo, es solo que no tengo a nadie en mente aún, la única persona que habrÃa elegido por conocerla tan bien eras tú, mi dulce Tsunade, la de la piel tersa. (Bien, voy ganando terreno con el mayor sigilo y ya casi estoy por...)
-¡Ya basta! Me han colmado del todo tu sarta de trucos infantiles, viejo verde. Quédate ahà bien quieto y no me interrumpas más. Hablarás solo cuando te lo ordene. No creo que sea mucho pedir.
Justo entonces Jiraiya recibió un empujón que lo hizo sentado en el piso de la oficina, lo cual le llegó a doler el doble de lo que sintió con el primer golpe. Por otro lado, la rana que habÃa estado ahà tan tranquila dio un pequeño salto al lado y se quedó mirando fijamente al viejo con cierto desdén. A Jiraiya se le habÃa acabado el tiempo y por eso no pudo ejecutar su nueva técnica, todavÃa en fase experimental, que le permitirÃa ver a través de los ropajes de sus "enemigos", y habÃa quedado a la merced de su vieja compañera. Por supuesto él solo necesitaba confirmar que la Hokage no estuviera ocultando algo puntiagudo como un cuchillo de cocina o un común kunai y asà podrÃa detener a la "suicida", que conoció desde su niñez, con solo un veloz acercamiento. Lastimosamente, esta buena intención de perfeccionar sus legendarias habilidades habrÃa de postergarse por más tiempo de lo que temÃa. Además ya acumulaba otro mal recuerdo relacionado con la oficina del Hokage.
-Me vas a disculpar, Jiraiya, pero creo que alguien en mi silvestre y acuática morada me está llamando. ¡Adiós! ¡Qué la suerte te acompañe! Me debes un bocadillo, recuérdalo.
-¿Cómo se atreve a despedirse asà no más? Maldita rana mal agradecida, asà me paga el llevarla a las aguas termales... Ay, no... Tranquila, Tsunade, que no tengo intenciones de moverme, je, je, je... Solo me hacÃa falta mencionar que dudosamente aceptarÃan tu plan de designar a Naruto como tu sucesor, hace tan poco tiempo que ha obtenido el grado de Chunin que dudo que lo vayan a ver con buenos ojos. No querrÃas ver que coloquen en tu lugar a un despiadado o a un fraguador de conspiraciones... Eso ni a mà me entusiasmarÃa, no es tan fácil como vender mis historias triple equis basadas únicamente en hechos de la vida real.
-Eso solo es una sarta de patrañas. Lo único real aquà es que necesito estar segura de que él no se irá detrás de las huellas de Sasuke. No querrÃa verlo ni en un predicamento, por imaginario que fuera, como el de ese muchacho de Rock Lee, quien por alguna voluntad no ha quedado minusválido hasta el dÃa de hoy, pero que se la pasa siempre al borde de caer en ese tal estado deplorable en extremo. De hecho por un caso como el de él... Y el de otro más es que llegué a este punto tan nefasto en mi vida, aunque como ninja especializada en medicina no deberÃa quejarme. Ese debÃa ser mi destino... Pero eso pronto agotó mis reservas de chakra y mi esperanza de vida se ha visto realmente reducida a tan solo meses más...
-Eso de seguro que te ha afectado y espero que ese sacrificio personal sea siempre algo muy valioso para tà como para tus últimos pacientes. (¿Quién serÃa el segundo?) Admito delante de ti que no esperaba toparme con esta tristeza tan profunda cuando fuimos Naruto y yo a buscarte en aquella ocasión hace no tanto tiempo. Creo que aunque a mà estas cosas no me importen la gran cosa, lo llegaré a sentir después, cuando ya no te vean caminando por aquÃ.
-SÃ, sÃ, sÃ. Lo entiendo mejor de lo que quisiera hacerlo. Puedes irte ahora, debo reunir a los Jonin especiales para darles la orden de que no descuiden a Naruto de ahora en adelante.
A pocos segundos de tener el "permiso" de su antigua camarada, Jiraiya no lo pensó ni una vez antes de escabullirse por la venta no sin una molestia más pesada de la que le producÃan aquellos que delataban su presencia cerca de los sitios concurridos por mujeres durante las horas que destinaba a la vital "recolección de datos". Desde ese instante Naruto tendrÃa que superar sus propios lÃmites en cuestión de meses, sin quedar exhausto en el proceso. De ser necesario deberÃa enfrentarse con la muerte no una vez sino todo el tiempo si querÃa sacar pronto todo ese poder escondido o en poco tiempo el horizonte mismo se podrÃa teñir doblemente de rojo, el color de la sangre de todos, derramada por doquier.
-Ya puedes continuar tu presentación de los informes, Ibiki.
-Con gusto, Hokage sama. Supimos de primera mano que el supuesto Hoshikage fue secuestrado y que puede ser parte de un plan de algún enemigo para deshacerse de todo aquel que porte el tÃtulo de Kage.
-Espero que no aparezca yo en su lista como el siguiente objetivo...
Por otro lado, en alguna habitación poco iluminada de una casa común, ubicada en otra aldea escondida, habÃa una persona que ya estaba hablando con cierta certeza de la posibilidad de que en Konoha tuviesen que elegir a un nuevo Hokage en poco tiempo. No le interesaba dar a conocer siquiera algunos de los detalles sobre cómo llegó tan rápido este rumor a sus oÃdos o de si él estaba planeando algo muy especÃfico.
-Pero dÃnos por favor, ¿qué es lo que te hace sentir tan seguro de que eso sucederá sin que ellos encuentren remedio alguno para evitarlo? No me digas que...
-En realidad no estoy tan seguro como parece a simple vista, mas esto me ha hecho pensar mucho más de la cuenta en esa posibilidad. Me encantarÃa que alguien cercano a mà me confirmara mediante un sueño o profecÃa que no me equivoco ni me engaño.
-Entonces sà te estás engañando o psicoseando por causa de eso y te da gusto vivir de esa manera, ha de ser porque tú...
-Para nada, mi estimado compañero, nunca me atreverÃa a vivir ni revivir una mentira y por eso mismo viajarÃa para verificar la situación, no una sino varias veces y siempre con dirección a la Aldea Escondida entre las Hojas. Ahà mismo debe estar la respuesta a esta incógnita tan impactante. ImagÃnate que si eso llegara de un momento a otro a oÃdos poco amistosos...
-SerÃa la ruina total de Konoha o la de muchas otras aldeas escondidas, grandes o pequeñas. Sinceramente no estoy a favor de participar en otra guerra entre ninjas de distintas aldeas. Me gusta más ir a ganarme mi sustento trabajando solo o en un grupo pequeño.
-Bueno, Konoha se ha acostumbrado nuevamente a esa paz que le garantiza esa entrada de dinero constante, aunque ya no sea tan "fluida" como varios años antes. Sinceramente creo que es una mala maña de parte de un Kage el solo seleccionar misiones que no arriesguen más que solo a los subordinados que asignaron previamente a tal asunto.
-Y si no le ponen ganas a incrementar pronto su fuerza al engrosar sus filas con nuevos elementos, podrán verse afectados por el aumento de poder de otras aldeas y siempre se verÃan acorralados o entrarÃan en una franca decadencia.
-Es cierto, muy cierto lo que dices. Me encantarÃa que me acompañaras a una "misión de reconocimiento" para averiguar más de esto... Nuestro Kage querrá saber algo certero sobre este delicado tema.
-Ah, claro... Todo sea por la aldea o por la nación a la que servimos... Pero deseo preguntarte algo, ¿de veras esperas poder ir allá y sin obtener previamente el permiso de nuestro propio Kage? ¿Y si ya estaban esperándonos para una misión muy distinta?
-Vamos, no tiene nada de malo tener algo de iniciativa-dijo el hombre con una mirada inusual y una sonrisa no muy bondadosa.
-Ahora entiendo bien cuán "necesario" se ha vuelto saber más que lo que un sueño pueda contarnos jamás... Participaré de todos modos. Eso sÃ, lo haré no sin antes recomendarte que es preferible el que no le menciones algo de esto a nadie más o el número de ninjas ausentes en esta aldea será visto como algo muy sospechoso. Todo podrÃa volverse en nuestra contra...
-Con solo que demos un mal paso, sÃ, lo entiendo perfectamente. A lo mucho se lo contaré a otro, pero nadie más tendrá idea de lo que haremos. Te lo juro. No quiero que nada salga mal. Más bien deseo que nos sea de gran provecho, ¿me entiendes? Es más, fijaremos la fecha de partida para dentro de dos noches. Espero que no te caigas dormido a la hora de irnos.
-No, ya verás que seré muy cuidadoso.
-Ah y debo recordarte antes de que te vayas que no te permitiremos que te enamores de alguna muchacha de esa localidad como te ocurrió en tu penúltima misión. Ya ves que ese suceso fue el escándalo más sonado aquÃ, otro de esos y no tendremos otra opción que huir de nuestra tierra.
-No hace falta que lo traigas a acolación... Simplemente no volverá a pasar...
-Dicen por ahà que hay una kunoichi bella con ojos color fuego intenso que quedó sola, desamparada... Tal vez te topes con ella y concreten algo.
-Ya guarda silencio, te habÃa dicho que eso no llegará a suceder.
-TenÃa que confirmarlo, ya sabes. No hay que permitirse tener la menor duda. La curiosidad podrá haber matado al gato, pero la ignorancia también pudo haberlo hecho.
A varios dÃas de camino se hallaba una aldea que entraba en un periodo de franca decadencia. Uno de sus habitantes, el panadero local, habÃa reducido el número de viajes para obtener más masa y levadura a tan solo uno por semana. Los transeúntes a veces ni volteaban a ver su vitrina para preguntarse qué querÃan llevar a casa. Cada dÃa que pasaba el sol aumentaba aún más la temperatura, ya era algo peligroso el pasear a los bebés por las aceras o descuidar a los ancianos en sus casas. Más de uno caminaba no sin dar más de un estornudo en vez de saludar a un conocido, la salud no parecÃa abundar ahÃ. El panadero veÃa eso sin prestarle tanta atención, pues su mayor preocupación y la de la mayorÃa ahà era ver qué hacÃan para estar seguros de que no les faltarÃan los sifones de agua fresca para el dÃa siguiente.
En el salón de esa comunidad se realizó una sesión especial durante la noche, que no conseguÃa refrescarlos lo suficiente. El tema principal era el de pedir ayuda a otras aldeas y ciudades para implementar un nuevo sistema de acantarillado y asegurar el flujo constante de agua potable a las casas, pues la situación no les habÃa permitido costearse tal cosa. TemÃan algunos habitantes que se desatara una epidemia a la vuelta de unos meses. Los dirigentes propusieron la elección de gente de confianza para ir a negociar con los vecinos para obtener los aportes que se requerÃan para poner en marcha el proyecto tan urgente.
Al cabo de un rato de deliberar sobre quiénes debÃan ir a convencer a las demás poblaciones, sus comentarios no se podÃan escuchar. No se debÃa a una alta concentración del murmullo dentro de las instalaciones, más bien se trataba del estruendo que causaba algo en las afueras. ParecÃa ser originado por el paso de una tormenta eléctrica bien cargada de energÃa. A más de uno lo hizo pensar si no les faltarÃa también que les suministraran un servicio eléctrico constante. Por los cortes tan prolongados, los refrigeradores parecÃan objetos inservibles o un mero adorno para la cocina. Todo estaba por salirse de control y por pasar pronto a manos de gente desconocida. Esa era la causa para que los lÃderes locales se sintieran tan presionados y propusieran incluir también a alguna empresa de producción y distribución eléctrica en las negociaciones con los demás pueblos.
Sin aviso previo todos los asistentes escucharon unos gritos de desesperación que venÃa de las afueras. Hasta ese momento solo habÃan escogido a dos representantes y el temor por lo que ocurrió los paralizó de inmediato. Acto seguido, aparecieron unos hombres vestidos como samurai y que portaban una espada en su costado izquierdo. TenÃan una "interesante propuesta" para ellos, no se irÃan hasta que votaran unánimemente en favor de su plan. Con el incremento de la presión, la junta dio por sentado la aceptación de sus condiciones, también solicitaron que trajeran ante ellos a la persona que gritó minutos atrás. Los tres hombres solo se dirigieron a la muchedumbre sin que se les notara el menor nerviosismo.
-Disculpe que les haga esta pregunta. ¿De quién nos está hablando? -dijo el que estaba adelante y usaba gafas de sol.
-SÃ, primero aclárenos de quién se trata, porque nosotros no sabemos nada ni vimos a nadie.
-Solo sé que vinimos aquà sin toparnos con ninguna distracción. ¿No fue asà como sucedieron las cosas en nuestro viaje a este salón, compañeros? -aseguró el hombre más alto y corpulento del trÃo-. ¿Creen, ustedes los aldeanos, que vamos a permitir que nos dirijan a nosotros, unos importantes ejecutivos, esos injustos cuestionamientos? ¿Por casualidad pensaron que estaban en posición de echar al agua la única oferta seria que tienen? Nadie más se interesarÃa en esta aldehuela, lo sabemos muy bien. Aún asà mantendremos nuestra intención de brindar esos servicios, pero por su culpa hemos de olvidarnos de las subvenciones que venÃan junto con la oferta original.
-¿Han entendido lo inútil que es el dejar de lado a aliados tan poderosos? No vuelvan a levantar un solo brazo en nuestra contra si no tienen el coraje y los medios para siquiera sobrevivir en este lugar tan atrasado -declaró engreÃdo que creÃa estar bajo el ardiente sol en plena noche.
Después de esa manifestación de poder, los aldeanos y sus dirigentes no osaron a decir una sola palabra en su contra. La adjudicación de los proyectos ya estaban a cargo de los extranjeros. A pesar de ese miedo que inspiraron, una de las personas influyentes les dio nuevas indicaciones a los dos mensajeros electos previamente. PartirÃan en cuanto los volviera a cubrir el velo de la noche. El primero asà lo harÃa, pero el segundo saldrÃa con una diferencia de tres horas con respecto a quien lo precederÃa. Ambos se dirigirÃan hacia una misma localidad, que a la vez era distinta a las contempladas con anterioridad. ContinuarÃan con el plan de solicitar ayuda a la gente de ahÃ.
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