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Entrenamiento Cancelado

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Category: Naruto - Rating: PG-13 - Genres: Action/Adventure, Fantasy - Characters: Jiraiya, Kiba, Naruto, Sakura, Sasuke, Tsunade - Warnings: [?] - Published: 2007-04-08 - Updated: 2007-04-08 - 5098 words

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Entrenamiento Cancelado
por Kyonides


-Debes ser Uzumaki Naruto. La Hokage nos envió para que te detengas y no entrenes más aquí, pues se te ha de asignar una importante misión el día de hoy, según se nos comunicó hace solo un rato. Quiere que vayas donde está ella en el menor tiempo que sea posible.
-Este... Sí, claro que no me perderé de una oportunidad de salir a cargo de una nueva misión, pero no sé qué pensará el viejo pervertido de todo esto. De seguro no me enseñará más técnicas después de que regrese por un motivo tan tonto como que se le olvidó...
-Esas son las órdenes, no la hagas perder tiempo, mocoso engreído.
-Ya verán ustedes, malditos irrespetuosos. Sepan que yo algún día seré el Hokage al que tengan que seguir ciegamente...

Ambos mensajeros no se percataron de las infantiles amenazas ni exageraciones de Naruto por la gran velocidad con la que corrían. Eso molestó más al joven ninja al punto de hacerlo querer estallar de la inmensa presión que ejercía su gran coraje, pero prefirió ir a buscar al depravado número uno de la región para avisarle el porqué lo dejaba tranquilo con eso del intenso entrenamiento especial. Se fue a la cascada a ver si había alguna chica bien capaz de llamar mucho, pero mucho la atención del viejo y la halló completamente vacía. Pasó luego por los exteriores de los camerinos de las mujeres y no había rastro de fisgón alguno. El silencio parecía ser lo más aterrador, pues parecía que lo había vacilado el pervertido de nuevo. Se lo imaginaba atragantándose de botellas de sake en alguna cantina del pueblo, mientras él creía que iba a aprovechar el tiempo enfrentándose al riguroso aprendizaje de una técnica que implicará un gran reto, tan grande y digna como para que la ejecutase el próximo Hokage. Se cansó de buscar a los pocos minutos y se fue directo al salón para conocer cada uno de los pormenores de su misión. Esperaba ya no sentirse tan frustrado como le pasó con la situación anterior.

Momentos después apareció Jiraiya, quien no se sentía mejor que su alumno luego de una búsqueda exhaustiva y completamente infructuosa. Era un día sin las potenciales víctimas de sus miradas por demás indiscretas. Para acabarla de arreglar, Naruto no se dejaba ver por ningún lado. Creyó que eso le daría la tranquilidad que tanto necesitaría para dedicarlo a otras cosas más importantes, como empezar otro libro de sus famosas aventuras eróticas. Se dispuso a alistarlo todo para escribir por buen rato basándose en sus últimas investigaciones, mas solo notó que se había vuelto a bloquear su inspiración y no contaba con su mano derecha para sacarlo del inesperado apuro. El aburrimiento intentaba apoderarse de él en poco tiempo y se quedaba sin armas para combatirlo. Optó por recostarse a un árbol y dejar que el mundo onírico lo llevara a algún paraíso repleto de jovencitas de perfectas curvas. Tal vez dejaran muy al descubierto esa tersa piel que lo enloquecía montones. Al cabo de unos segundos notó que ni siquiera estaba lo suficientemente cansado como para dormir ni había hecho tanto calor como otros días. Sin embargo, todavía podía recordar las palabras de Tsunade en su anterior visita a su oficina.

-Habla en serio por una vez en tu mugrosa vida -dijo Tsunade aparentando estar realmente decepcionada. ¿No crees que Naruto pueda resolver los problemas que surgan cuando yo ya no esté? Claro que tú bien has de saber que es un gran reto para él, ya que cuestionas con férrea determinación lo que estoy a punto de decidir. Es por eso mismo que te solicito que le enseñes todo aquel conocimiento útil, no esas basuras que realizas a diario, ya que yo no lograré transmitírselas en persona. Con eso evitaremos que sea capaz de cometer errores de juicio tan imbéciles e injustificables que los vaya a poner en un peligro más grave aún. Y quizá deba salir a más misiones de clase A... Puede ser que yo sí lo consiga convencer de eso con tan sola una mirada mía.
-No diré una sola palabra en contra de eso, pues es preventivo, un gran ejemplo de sabiduría pura y natural... Mejor sería que me hicieras ojitos a mí, je, je, je. A pesar de eso, yo espero que permanezcas aquí con nosotros por más tiempo, tal vez unos cinco años más. Así él estará listo por completo... (Y yo podré volver a fisgonear y disfrutar por una última vez de esa agradable vista, de esos innumerables encantos de la más bella Hokage que hayamos tenido jamás.) Mis necesidades básicas, que me aseguran mi bienestar, estarían totalmente satisfechas para entonces.
-¡Vaya que tienes mente tan sucia y podrida, Jiraiya!-dijo Tsunade al escuchar el pensamiento que se le escapó a Jiraiya-. Creo que tu sanación te ha vuelto más estúpido y osado que cuando estuviste por perder más de uno de tus miserables huesos. Ahora estoy convencida de que eso únicamente con la muerte se puede curar y aún estoy capacitada para hacer de eso una realidad. Me daría pena saber que estarías aquí desinformando más a Naruto que ayudándolo con consejos de cómo lidiar con los problemas que se presenten.
-Ay, de todas formas siempre he sido muy perezoso, no querría que ese muchacho me despertara a las 11 de la madrugada para pedirme con urgencia un consejo. No podría brindarle algo más allá de un simple pero largo bostezo.

Después de recordar ese episodio, Jiraiya se puso a pensar si no había llegado al puro extremo de la indiferencia, pues se atrevió a demostrarlo aún cuando todo seguía tratándose de su propia villa. ¿Qué secreto o anécdota le podía confiar a su joven alumno que le sirviera para sacar a todos adelante en Konoha? No conseguía acordarse de ninguna. No era por casualidad que siempre se mantuviera al margen de los asuntos de la aldea.

Al mirar con dirección a la aldea, se podía ver a un adolescente de cabellos rubios que irrumpía, con gran estruendo, en el salón donde se le comunicaría todos los pormenores de su próximo viaje.

-Por fin llegué... ¡Uf, uf! Y solo me tomó algunos minutos y he de recordar que venía corriendo desde allá, ese lugar tan apartado... Je, je, esto es perfecto. Ah, discúlpenme. Solo querría preguntarles algo. ¿Qué misión más peligrosa me asignarán esta vez? ¡Cómo me urge saberlo! ¿Tendré múltiples oportunidades de patear miles de traseros de nuestros enemigos y cuanto entrometido me encuentre de camino? Uyyy, ya no puedo esperar ni un momento más.
-Sí, eso parece ser muyyy evidente... Pero ya era hora de tu llegada, Uzumaki Naruto, porque todos están a punto de conocer cuál será su nueva misión. Les adelanto que les encantará, je, je, je-dijo la Hokage como si se guardara un as debajo de la manga.
-¿Es en serio? Pues por fin veo que me comprenden, no saben lo aburrido que es pasarse el tiempo entrenando afuera sin saber cuándo saldré a probar cuán fuerte me he vuelto desde que tengo un maestro ninja bien fuerte. (No como ese tal Ebisu... ¡Vaya debilucho resultó ser!)-dijo el hiperactivo ninja mientras miraba con cierto aire de decepción a su sensei, Kakashi.
-No ganas nada con rajar que entrenas, Naruto. Debes saber a estas alturas que no eres el único que se esmera -criticó Sakura a su compañero impetuoso-. Incluso yo he hecho lo propio por superarme.
-¡Qué alegría saber que nos acompañarás, Sakura-chan! Como veras, eso se debe a la gran emoción que siento después de otra larga espera. Pero a ti te prometo que no exageraré tanto, ya verás que así será ahora.
-Ay lo dudo realmente. Contigo no se puede mantener la calma por más de un minuto o dos.
-Niños, dirijan su atención pero esta vez al frente.
-Sí, claro, Kakashi sensei.
-Como les estaba por decir, esta misión les va a gustar. De momento la hemos clasificado como de clase B, pero dependiendo del transcurso de los días y de cuánto hayan cambiado las cosas al día de su llegada, podríamos elevarla a la clase A -comentó la Quinta Hokage. Sepan que estamos depositando en ustedes toda nuestra confianza. Deberán hacer lo necesario para no fallar en esta misión, pues eso les podría costar la muerte a ustedes y sobretodo a nuestros clientes. De elevar la misión al siguiente nivel, es probable que reemplacemos a varios de ustedes por no ser aún unos Jonin, no vayan a pensar que no se les reconoce su valentía y otros aportes. Ya hemos enviado a dos espías y dos vigías para que les provean de toda la información que sea posible sobre los movimientos y los planes de los enemigos a los que se enfrentarán. Aún estamos esperando que se reunan los miembros del otro equipo que cooperará con ustedes. Sobre su caso decidimos que el cuarto miembro será... Inuzuka Kiba, ustedes ya habrán de saber cuáles fueron los motivos. Más tarde sabrán qué otro equipo los ayudará, pues no seguirán el mismo camino. Ahora, guardias, permitan que pase el representante de nuestros clientes.
-Por supuesto, Hokage-sama. Pase por favor, es por aquí-dijo el guardia mientras su compañero terminaba de abrir la puerta.
-Se lo agradezco, joven.
-Hey, pero si yo lo conozco.
-No me digas que te viniste con aquel par de ninjas por el aviso que dimos con antelación. ¡Qué gracioso ver aquí a este muchacho que solo tenía ojos para el ramen! No había visto a un aficionado tan curioso como este, je, je, je.
-Ay, cómo puede creer eso, je, je, je... Pero admita que gracias a mí usted tuvo la oportunidad de enviarle un mensaje bien clarito a esa muchacha, la hija del cocinero, ¿no es así?
-Je, je, je. No lo tomen a mal, ustedes podrán suponer mejor que yo cómo es que él saca ese tipo de conclusiones por demás apresuradas-dijo el hombre sin poder ocultar el sudor que ya manaba de la base de los cabellos de su frente como cascada.
-Sí, señor, eso no es nada nuevo para nosotros...-comentó Sakura con algo de molestia en el tono de su voz-. (Y mucho menos para mí...)
-Bienvenido, estimado representante. Me alegra que ya haya hecho contacto con alguno de nuestros hombres y se lleven bien. Que eso sea una muestra de nuestro compromiso serio. Ahora estamos por declarar cuál es la situación en la que se encuentra su amado pueblo-dijo la Hokage sin comprender por qué tuvo que toparse primero a alguien como Naruto entre tantos otros miembros del equipo.
-En tal caso permítanme presentarme apropiadamente y contarles en persona lo que están por experimentar en ese lugar.
-Adelante. Son todo oídos.
-Muchas gracias, Hokage-sama. Soy el nuevo "embajador" designado por mi pueblo. Me llamo Kuromaru (al menos para la gente de estas naciones cercanas al mar).

El hombre que les dirigía la palabra era de apariencia muy común para alguien de su oficio. Vestía un kimono y una hakama de un tono gris oscuro, su cabello era negro como el carbón y realmente corto a excepción de su pava, sus ojos no capturaban la atención de ninguna chica, pues tan solo eran castaños. En el lado izquierdo de su cintura portaba una wakizashi. No portaba su katana porque la había dejado con el "paje" de esas instalaciones.

-A pesar de la wakizashi que me ven portar con tranquilidad, admitiré ante todos que en realidad soy solo un ronin. No soy de esta región. De todos modos fui elegido por el pueblo que represento porque ante los ojos de ellos soy la persona más indicada para representar sus intereses, sin temor a que los vaya a traicionar en algún momento. A pesar de lo dicho les recomiendo que no confíen en ninguno de los aldeanos de mi pueblo si yo mismo no lo he hecho, pues ahí toda apariencia puede engañarlos en cuestión de segundos. Puede deberse a una técnica ninja o simplemente al hecho de que tienen mucha labia, tanta como para engañar a la gente de mente simplona, sin malicia alguna. Además tengan muy en cuenta que hace una semana que partí de allá y por la turbulencia y la proximidad de la hambruna todo pudo haber cambiado o sigue haciéndolo de forma constante, esto incluye las supuestas alianzas y todos los acuerdos firmados hasta ahora.

Naruto se sentía incómodo, era como que ya se le hubiera hecho un nudo en la garganta. Le alegraba el hecho de que lo que estaba por delante no era una tarea para niños ni para gente que no tiene sus grandes ambiciones. Lo de tener que enfrentarse a múltiples tácticas y un extensivo e intensivo uso de genjutsu era lo que le arrebataba el primer sentimiento. En cuanto lo separaran del grupo, podía caer víctima de los engaños, pues si algo había descuidado era la práctica de esas técnicas en particular. Nunca había visto a Jiraiya recurriendo a tales artes y no creyó necesario buscar a un segundo maestro para suplir esa carencia.

-Aunque la situación perfectamente pudo haber empeorado, también pudo haberse detenido temporalmente por un cese al fuego que les permita a las partes reagruparse y rearmarse sin problemas. Esa tierra sin ley les facilita mucho el ejecutar tales maniobras y los trasiegos ilegales. Sobre todos esos enemigos tan peligrosos he de decir que en general no deben subestimarlos, ya que de fijo intentarán sobornarlos desde la primera vez que entren en contacto con ustedes. Ahora que me acuerdo... Hey, el joven de ojos claros que no se queda quieto, sí, tú. Debo avisarte que no exageres con la carga que desees llevar a cuestas, ya que allá trataremos de servirles a tiempo las respectivas comidas, a excepción de ramen...

-¿Qué? No me pueden hacer esto- dijo Naruto al tiempo que caía de rodillas y trataba de jalarse los cabellos mal peinados. El mundo estaba por desplomarse ante los ojos del joven-. Si no me equivoco hasta en la misión de la Tierra de las Olas pude disfrutar siquiera una vez de tan prodigioso manjar. ¿Qué haré sin él? Bueno, chicos, trataré de no hacerlos perder su moral por solo una desgracia personal que no les concierne...

Por las mentes de su maestro y sus compañeros solo pudieron pasar una cadena de ideas similares tras otra, de miedo que se adentraba más y más en las entrañas por no contar con alguien más positivo y las ganas de gritarle que no era más que un mocoso idiota y egoísta.

-Pasaré ahora a contarles cosas más puntuales. Unos de nuestros enemigos son ninjas que también portan unas bandanas como las suyas, pero por el momento no sabemos de cuál aldea provengan estos. A veces ellos las han rayado, tal vez solo sean una imitación barata, no tenemos idea de si han de tener otro oficio o algún vínculo con un gobierno extranjero. Lo más curioso es que me parece que ellos sí usan variadas técnicas ninjas que me impiden sugerirles que sean de tal lugar o de otro. Para esta parte de la misión ya se han enviado espías de su aldea, según me lo indicó previamente su líder. Acerca del otro bando les diré que son guerreros con formación de samurai y más de uno asesina con el letal estilo del iaido con suma precisión y a alta velocidad. Lo sé porque estuve un tiempo con algunos de ellos en otra época y sé bien de lo que son capaces en la actualidad. Otros hacen alarde de técnicas secretas de oscuros orígenes. Sin embargo, también no son los únicos contrincantes que se toparan. Hay varias bandas que trafican armas y drogas peligrosas, pero también han sido vistos mientras atacan y balean a los aldeanos y visitantes por igual. Se rumora que usan a la gente que dejan con vida para fines tan funestos como el de ser mulas con drogas en sus estómagos o el de convertilos en hombres y mujeres bomba que estallan en los sitios más concurridos o en edificios de mucha importancia para la región. Tenemos sospechas de que tales bandas pueden estar aliadas a una de las dos agrupaciones más importantes... O a otro daimyo, pero esto último puede ser un delirio de nosotros, los líderes y personas influyentes de mi aldea.

"El último punto que deseo tocar es el de que tendrán que proteger a la familia cuyos miembros son parientes indirectos del daimyo. De momento permanecerán a salvo, pero los insto a ir a su escondite y reubicarlos sin bajar nunca la guardia. Considerarán esto como su principal función en esta misión. Si tienen algo qué comunicarme por el motivo que sea, pueden hallarme en la panadería de la aldea ubicada al noreste del escondite, a tan solo un par de kilómetros. Para evitar confusiones, les ruego que simulen la compra de mi mercadería. Entre más caro sea el producto, más importante será el mensaje que me vayan a dar.

-Entendido y anotado, estimado ronin Kuromaru, ya solo me hace falta hacerle unas preguntas. ¿Cómo se llama su aldea? ¿Cuál es el nombre de estos parientes del daimyo?

-Pues el lugar se llama la Aldea de los Laureles gracias a la inusual abundancia de los árboles del mismo nombre. Es raro verlos ahí, ya que el lugar no es muy húmedo que digamos, se parece más a un pueblo del desierto. Sobre su segunda pregunta he de contarle que el apellido de esos parientes lo desconozco por completo, esto debido a las rigurosas medidas de seguridad o secretismo que se implementaron desde un inicio, aún antes de que yo visitara por primera vez ese poblado. Tal parece que sí son de la misma sangre que el daimyo Honshu Hiro, al menos eso me dicen las pruebas que por mi propia investigación he recabado, incluyendo unas de hace un par de semanas.

-Bueno, muchachos, creo que debido a la gran turbulencia en la que se encuentra esa aldea, han de partir de una vez rumbo allí. No duden en contactarnos de requerir refuerzos o a especialistas en cualquiera de las áreas. Todo sea por restaurar el orden y devolver la tranquilidad a los pobladores.

-Así será, Hokage sama-dijeron todos incluyendo a Naruto.

-Les agradezco por toda la colaboración que desde ya nos brindan. Han de saber que yo mismo seré quien realice los respectivos pagos por los servicios que nos están prestando, Hokage sama.

-El agradecimiento es nuestro, estimado ronin, les deseo buena suerte en su empresa.

Los cinco viajeros se retiraron de las oficinas y con cierta rapidez llegaron a cruzar las puertas de la Aldea de la Hoja. En las mentes de los ninja aún habían varias interrogantes y no se quedaron con las ganas de hacer las preguntas que hicieran falta.

-Discúlpeme, ronin, no querría molestarlo, pero quisiera saber con cuanto tiempo contamos para resolver este lío que se ha armado allá-dijo Kiba seguido de un ladrido de Akamaru que parecía apoyar la moción.

-¿Qué dices? ¿Qué como cuánto tiempo tienen? Muchacho, eso ni yo lo sé. Pueden llegar a disponer de meses a como puede cambiar por tan solo un evento aparentemente insignificante, lo que puede reducir todo a una semana únicamente. Hasta el dinero que hayamos de pagarles ha de ser un factor decisivo en el conflicto. Por lo volátil que es la estabilidad ahí, hemos de prepararnos para una repentina escasez de alimentos o agua como para varias emboscadas de camino a la Aldea de los Laureles.

-¿Por qué está tan seguro?-preguntó Naruto con un poco de incertidumbre-. Quizá no se muestren hasta que nos hayamos acercado lo bastante a su aldea...

-Estoy seguro, muy convencido de ello, porque en el trayecto a Konoha me atacaron en dos oportunidades, pero prefirieron evitar un tercer enfrentamiento a solo unos cuantos kilómetros de aquí. No se los pensaba decir, mas yo no fui el primer mensajero con una solicitud de ayuda para mi aldea, ya habían enviado a dos hombres valientes y muy decididos en el último mes. A pesar de lo confiables que eran, habíamos perdido todo contacto con ellos y tampoco sabíamos nada de la Aldea de la Hoja. No fue sino hasta el día en que vi sus cuerpos y ropas despedazadas en distintos puntos del camino que supe lo que les había ocurrido. Ambos sitios son casi idénticos, se encuentran en las cercanías a los dos cruces que llevan a mi aldea o a la ciudad capital. De ahí surgió la idea de elegirme como "embajador" y abandonar mi vida de ronin temporalmente.

-¡Qué pena me da escuchar eso! En verdad que sentimos mucho lo que les está sucediendo a la gente de su aldea y a usted -dijo Sakura con cara muy triste-. (¡Qué horror! De ser todo esto cierto, es probable que algunos de nosotros no regresemos a Konoha... Nunca más... O al menos no completos... Ayyy...)

-Sakura chan, ¿por qué te noto tan... Digamos que... (horrorizada...) ¿Ah? ¿Por qué?

-Uy, no. No seas tan mentiroso, Naruto. Solo pensaba en si ellos no estarán pasando por una situación semejante a la de los aldeanos de la Tierra de las Olas. Aún recuerdo la cara de aquel niño que me sonrió luego de darle unas cuantas fresas... Cómo si le hubiera dado el sustento para una semana...

-Muy cierto, ya que lo mencionaste, creo que tal vez es algo peor. De veras, me preocupan.

-¿A sus ninja les gusta pasar el tiempo en puros melodramas, Kakashi-san? -preguntó el ronin con incredulidad.

-Eh, bueno, no realmente. Como habrá de suponer, solo están matando el tiempo con el primer comentario que se les venga a la mente -dijo Kakashi sin mostrar lo preocupado que estaba por cómo reaccionarían los muchachos al ver la realidad de ese lugar en peligro.

-Sí usted lo dice... Ahora que lo recuerdo, debo indicarles cuál será nuestro cronograma, al menos les explicaré lo más simple. Hoy acamparemos cuando nos hallamos acercado al penúltimo recodo del río, donde armaremos la tienda de campaña. Al dia siguiente partiremos y nos hospedaremos en la posada Colmillo de Sierpe, no es un sitio muy acogedor, pero debemos estar ahí si queremos pasar por gente ruda, desalmada. Y tal vez nos ataquen de noche, tal vez no... Aun así ustedes sabrán cómo lidiar con esa basura de bandas de motociclistas y jinetes tan borrachos y pendencieros como ninguna otra.

-¡Qué alegría que iremos a descansar! Ya me preocupaba por no poder reponer todas nuestras energías a tiempo, ¿verdad Akamaru? -comentó Kiba con la ironía en la punta de la lengua. Sin pelos en la lengua, ladró su perro con fuerza y apoyando la tesis de su amo firmemente.

-Chicos, ¿alguno de ustedes trajo esa tienda de campaña que debemos usar hoy? -preguntó Naruto sin mostrar mucho ánimo.

-Eh, no, yo no traigo eso. Akamaru y yo preferimos montar guardia afuera o solo dormir cerca de una fogata. Ya sabes lo sensibles que es nuestro olfato y sus oídos.

-Por favor, niños, no me vengan con que olvidaron algo tan simple como traer el equipo necesario para guarecernos bajo las futuras inclemencias del tiempo -dijo Kakashi haciéndose el muy importante. el muy astuto-. Al menos espero que no olvidaran envases para portar el agua, como este que tengo en mano.

-Sensei, ¿no nos estará diciendo que usted tampoco recordó traer la tienda de campaña o sí? -inquirió Sakura con cierta indignación.

-Oh, no, no lo olvidé es que se me hizo demasiado tarde por estar ayudando a otro Jonin a mudarse a un apartamento más grande... Uf, vieran cuántos muebles era...

-No puedo creer cuán mentiroso puede ser usted, Kakashi sensei, y solo por no admitir que es igual de olvidadizo que cualquiera de nosotros.

-De veras, Naruto, no me dio tiempo a pesar de que lo recordaba a cada instante, je, je.

El ronin no dejaba de reírse de forma burlesca en su mente, no esperaba que semejantes ninjas, los aclamados ninjas de la aldea de la Hoja, tuvieran que improvisarlo todo llegado el momento de actuar. ¿Cómo le podían llamar a eso disciplina? Eso le trajo también varios recuerdos de cuando un candidato a ser su primer alumno decía estar listo para llevar el riguroso entrenamiento, que el entonces samurai quisiera imponerle. Ni para qué hizo tal solicitud, no pudo contener la risa tan escandalosa. El saber que solo había entrenado el cuerpo, lo dejó en ridículo y más si su mente se había quedado atascada en su temprana adolescencia, sin el menor rastro de madurez. Solo a ese joven se le ocurría que sin saber cómo concentrarse iba a poder asestar un solo golpe, el definitivo, siquiera a algo inmóvil como los juncos amarrados a un madero. Ese joven no temía decir que no importaba semejante reto, que no tenía inconvenientes en "improvisar". ¿Qué se podía improvisar en tal situación? Ya solo se imaginaba que iba a inflingirle meros rasguños. De nada le serviría enarbolar una espada.

-Algo es muy seguro. No se puede abusar de la improvisación, siempre hace falta saber ciertas cosas con total certeza. De otra manera no podría confiarse ni a sí mismo su propia vida, mucho menos la seguridad de un castillo y su señor -comentó el ronin sin fijarse que no lo hizo en el plano mental-. De otra forma, sería estar creyendo que la suerte lo acompañará por siempre, y lo normal es que solo favorezca a sus seguidores en pocas oportunidades. La improvisación no tiende a ser más que otra faceta de la suerte...

-Eso me parece bastante sabio, digno de alguien que ha acumulado experiencia para su propio beneficio o el ajeno -dijo Kakashi antes de voltear a ver a los jóvenes con un rostro serio.

-Ay, no, gente. No pretendía impartirles una lección sobremanera aburrida, no que va. Se me escapó el comentario que había hecho a un presunto alumno que iba a tener bajo mi cargo hace ya algún tiempo -aclaró el ronin.

-¿Ah, de veras? ¿Y qué le ocurrió a ese joven? ¿Logró su sueño de ser un gran espadachín? - dijo Sakura apoyada por la curiosidad de Naruto.

-No, para nada. Nunca lo acepté como mi discípulo. Me dijeron que él se propuso desde entonces a mejorar aquellas áreas tan básicas, porque deseaba volver a pedirme que lo admitiera. En caso de fracasar de nuevo, iría donde otro gran guerrero a aprender lo necesario y así un día demostrarme que sabía aprovechar las oportunidades. No quería ceder. Sin embargo, un día ingresó en las filas de un ejército del daimyo. A los pocos días de entrar en una sangrienta lucha, murió en el grupo de los primeros combatientes que servirían como carne de cañón. Los caídos en acción durante ese fatídico día murieron por una estúpida orden de su general que consideraba que podía prescindir de ellos y aún así dispondría de miles más para alcanzar las ambiciones de su señor y las propias.

-Veo que eso pudo entristecer a muchos desde esa ocasión tan horrenda - dijo Sakura sintiendo algo de lástima por alguien con un sueño sin alcanzar.

-Vamos... Tienen que admitir que lo intentó y que lo que le dijo este viejo no lo intimidó - vociferó Naruto quien entendía muy bien eso de lograr aquello que se propusiera la gente -. Supo enfrentar su destino y morir con orgullo.

-Lo dudo, solo fue un estúpido. De no haber carecido de una conciencia más despierta o de hablar con la gente de la región, se habría dado cuenta que ese general era un despiadado, un sanguinario e imbécil líder. Cuando me di cuenta que todo se trató de una conspiración del daimyo a quien yo servía, renuncié a mi rango dentro de su ejército y me dediqué a vagar como cualquier ronin - declaró el "embajador" -. Tal vez lo hice en memoria de quienes murieron sin tener un verdadero motivo para hacerlo. Ir a enfrentar la muerte por haber sido víctima de los engaños de su propio líder es lo más despreciable que he podido ver en esta vida. Si en mí estuviera el decidir si ese hombre o el daimyo viven o mueren, no dudaría ni un instante y haría lo que hiciera falta para vengar sus muertes y borrar el rastro de esos malnacidos de la faz de esta tierra ensangrentada.
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