Categories > TV > Teen Wolf > магьосник : Brujo

CAPITULO 2

by Asuna_Valdes_Mc 0 reviews

El plan de Stiles termina saliendo terriblemente mal y su amigo es convertido en hombre lobo. Ahora, tendrá que averiguar cómo evitar que lo maten. Para ello tendrá que tomar una decisión irrev...

Category: Teen Wolf - Rating: PG - Genres: Crossover - Warnings: [?] - Published: 2022-01-26 - 13031 words

0Unrated
Alfombras de acículas y frondosas cúpulas de espeso follaje se cernían sobre nosotros a través de los laberínticos senderos de un bosque a oscuras. En un vano intento por calmar a mi acompañante, quien se quejaba de lo difícil y larga que se había tornado nuestra macabra excursión, comencé a exponerle el porque era buena idea adentrarnos una madrugada a mitad de semana en medio del bosque, cuando las nubes presagiaban claramente una búsqueda tormentosa. Si bien el hallazgo de la mitad de un cuerpo desmembrado, con un asesino acechando, podría no ser lo ideal para un lunes en la noche, la alternativa de una aburrida cesión de videojuegos ante la posible gloria, en parte sombría y en parte heroica, que alcanzaríamos esta noche, sería suficiente para levantar mi ánimo y ser la nueva comidilla del club de Judit por al menos tres semanas consecutivas, lo que sería sin duda una nueva marca personal.
Tenía que admitir que Scott era un muy buen amigo, es más, él era sin lugar a dudas uno de los mejores. Cuando lo llame hace un par de horas y no recibí respuesta alguna estuve a punto de darme por vencido y venir solo a mi pequeña aventura nocturna, pero fiel a mis principios no me rendí y tomé las llaves de mi hermoso sheep, para luego conducir todo el camino hasta su casa. Al verme atorado colgando boca abajo luego de un inútil intento por trepar a su ventana casi fui apaleado por mi mejor amigo al creerme un intruso desconocido. Era cierto que este no fue mi primer allanamiento de morada, pero la infracción no contaba cuando había pasado tanto tiempo en esa casa que tranquilamente me podían considerar parte de la decoración. Considerando la desagradable bienvenida, me hice un favor a mí mismo y tomé una nota mental para hacerme con una copia de las llaves de la casa, para que, al menos así, no volvieran a confundirme con una piñata humana.
Si bien la parte de infiltrarme en la casa de mi querido Scotty no funciono, no hay nada como un buen susto para llamar su atención. Luego de contarle sobre mi grotesco hallazgo mi amigo comenzó a replantearse nuestra amistad. Pero a pesar de todo, de esto se trataba nuestra relación. Un plan desopilante que tenía todas las probabilidades de salir mal y un par de muchachitos hambrientos de aventura y dispuestos a crear imposibles.
– No creo que esto sea buena idea – replica – No eres tú el que dice que el 60% de los asesinos regresan a la escena del crimen ¿Qué hacemos si el asesino aparece? – pregunta preocupado con la esperanza de hacerme entrar en razón y que al fin abandonemos esta absurda cruzada.
– No había pensado en eso – la esperanza brilla triunfal en su mirada – Mmm, entonces lo dejaremos a la suerte, corremos en direcciones opuestas y al que atrape le daremos una noble despedida – Sé que en momentos como estos él odia mi lengua ingeniosa así que lo consuelo con una sonrisa cómplice.
Un voto silencioso encabezaba nuestra procesión a través del desolado boscaje que rodea la extensa reserva de Beacon Hills. Nuestras oscilantes linternas, cortesía de la cochera de papá, alumbraban nuestro camino a medida que nos adentrábamos en el trémulo paisaje. Eran cerca de la medianoche, pero aún continuamos avanzando a medida que pequeños ruidos indiscretos se cuelan asoladores en la penumbra, acelerando nuestro palpito al límite de una trampa sin retorno; mientras sombras traga hombres se aferran a nuestros pies e intentan arrastrarnos a través de la oscuridad de la noche. Ramas rompiéndose a la distancia ponen nuestros nervios a flor de piel y la adrenalina burbujeando a punto de explotar. Puedo sentir la presencia imponente de un depredador acechando a nuestro alrededor, pero no es eso lo que más me inquieta, sino el no saber si mi perseguidor es humano o no. La forma astuta con la que cerca nuestro camino sugiere una inteligencia superior, pero los constantes jadeos y gruñidos animales sugieren otro tipo de naturaleza. Sin importar cuál sea la respuesta correcta es preciso afirmar que aquel que habita en las sombras es más monstruoso que cualquier ser que haya visto. La premonición de una terrible casería llega demasiado tarde en forma de un inquietante aullido. Scott y yo comenzamos a correr a toda prisa, pero no conseguimos mantenernos a distancia cuando fauces serpenteantes se afanan por darnos alcance y se cierran sobre mi compañero. Empujo a mi acompañante lejos del camino de nuestro cazador y me arrojo rápidamente al suelo, en un error de cálculo Scott termina rodando colina abajo y yo me agacho en el momento justo para evitar perder la cabeza, y ruedo para escapar del imponente monstruo que se abalanza sobre mí recibiendo así un profundo zarpazo en el brazo izquierdo. Me incorporo rápidamente y comienzo a alejarme con velocidad para guiar a esa cosa lejos de mi amigo. Corro hasta que mis pulmones arden y se contraen jadeantes en busca de oxígeno. Todo pasa cual borrón frente a mis ojos hasta que percibo un antiguo tocón y siento el tiempo ralentizarse mientras admiro su inmensidad que aparenta infinidad. No me doy cuenta en qué momento los faroles azules que me perseguían se tornan en luminosas antorchas, pero sí en cómo el roció se convierte en torrente a medida que esto sucede. Casi mágicamente veo surgir las brillantes linternas de la cuadrilla de peritaje a través del pinar. Los cansados policías se abalanzan ante la primera señal de movimiento que en medio de las densas cortinas de lluvia logran identificar los bravos sabuesos. Ante la airada bienvenida logro tranquilizar mi desbocada respiración para levantar las manos descolocado y jurar que simplemente se trataba de una sesión de entrenamiento estilo Rocky para entrar en ambiente para la nueva temporada. Después de todo ¿Quién no ama al equipo de lacrosse? En una de esas, un verdadero fanático me deja ir antes de que mi padre se entere de que anduve deambulando en medio de la noche por un bosque aterrador.
– Tranquilos – la profunda y profesional voz del sheriff de Beacon Hills apacigua las aguas automáticamente y los oficiales que me retenían se apartan rápidamente. Otra es mi suerte, ya que su cansada orden tiene un efecto totalmente contrario – Ese pequeño criminal es mío – Su mano en mi hombro transforma mi cuerpo en un muñeco de legos nerviosos y en una cuadrática caminata sigo a mi padre hasta la patrulla – Deja de colgarte de la frecuencia de la policía o enserio haré que te arresten. Y bien, dónde está Scott – pregunta severamente para iniciar el interrogatorio.
– Quién es ese, yo no conozco a ningún Scott. Qué es un Scott – el torrente de preguntas nerviosas solo acentúa la muda advertencia del sheriff sobre lo delgada que se encuentra la cuerda de su benévola paciencia en estos momentos. Y cómo no habría de estarlo si hasta en medio de esta penumbra puedo notar como se debe de estar sintiendo el hombre bajo ese pesado uniforme. El cansancio que delatan sus ojeras, por los días sin dormir debido a tantas tareas por terminar. Su desaliñado aspecto, todo cubierto de barro y empapado hasta los huesos. Y el hambre voraz que le remueve las entrañas debido a que estaba demasiado ocupado como para probar algo más que el pequeño desayuno de esta mañana. Un dolor hueco carcome mi pecho y me percato de que ante sus ojos debo de verme igual, un muchachito delgaducho que, a diferencia de él, no tiene nada que hacer aquí. Me muerdo la lengua derrotado, a pesar de estar aquí para ayudar, sé muy bien que “el sheriff no quiere a niños que juegan a ser Sherlock merodeando sus escenas del crimen” – Scott se quedó en casa – pronuncio aparentando sentirme derrotado y un poco traicionado – tenía que practicar porque esta semana hacen las pruebas para asignar los puestos de la formación titular – la incredulidad surca su mirada haciéndome continuar – Y Jackson sigue siendo un completo imbécil – Sé que traer a colación un tema en el que papá no profundizará, por ser tan delicado, es hacer trampa, pero es el pellejo de mi amigo lo que nos estamos jugando aquí. Ya que, puede que Melissa le prohíba verme si se entera que rompimos el toque de queda impuesto por la policía, que acaba de detenerme, debido a los cadáveres hallados recientemente, que era precisamente lo que estábamos buscando.
– Qué es esto – preguntó mientras ponía mi antebrazo en alto, en él se veían una serie de profundos y delgados cortes
– Oh, me caí mientras corría – Su mirada preguntaba silenciosamente a quien de los dos estaba tomando por idiota – Oye, puede que haya salido a entrenar un poco antes de comenzar con el equipo de natación y de paso cumplir con mi deber cívico y contribuir con las recientes investigaciones – la inocencia que ilumina mi rostro es completamente ignorada por los años de servicio del hombre frente a mí.
– Supongamos que te creo – Dice luego de escudriñarme durante los dos minutos más largos de la historia. Al creerme a salvo vuelvo a respirar con normalidad – El oficial Parrish te llevará a casa para asegurar que estés a salvo y haré que otro oficial se lleve tu auto a la estación ya que no lo necesitaras hasta mañana en la tarde, a no ser que tengas algún amigo furtivo del que debas declarar – Esa sonrisa amable al final de la oración solo oculta un profundo sentimiento de victoria que solo un padre puede experimentar cuando ha atrapado a su hijo completamente.
– No, que va. Solo somos tú y yo, obvio, si no contamos al montón de policías armados y la mitad superior de una tierna jovencita jugando a las escondidas en medio de la nada – El que no lo estuviera negando significaba que había acertado. Las pruebas halladas hasta la fecha eran una zapatilla de correr y la mitad de un cuerpo del que no tenía más que un par de fotos debido a que el forense no podía realizar todavía un informe. Y a pesar de ello estos fueron los datos que logre obtener: mujer caucásica, de entre 20 y 30 años, castaña y de un 1,70 metros de altura aproximadamente. Llevaba ropa de deporte, pero por las marcas elegidas y el desgaste, no solo era de clase alta, sino que lo hacía de forma profesional. Lo que indica que podría ser una de las quince mujeres con las que encontré coincidían con esa descripción. Cuando llegase a casa le enviaría la lista de las posibles víctimas, aunque más importante que el nombre de ellas, estaba el motivo. Había dedicado mi tarde – noche a redecorar mi cuarto con un recopilatorio de todos los datos policiales sobre los extraños ataques. Si bien se consideraba a estos últimos cuatro asesinatos como desafortunados ataques animales, y a pesar que era cierto que la brutalidad de los crímenes parecía casi bestial, había algo en ellos que los volvía tan sínicamente humanos que mientras admiraba el desorden de papeles en el suelo de mi cuarto un escalofrío logró helar mi sangre. Sea bestia, sea hombre, esta noche había confirmado algo, ciertamente debía de ser un monstruo.
– Oh, diablos – Mis ojos se abren enormes ante la obvia revelación. Scott, un asmático chico de secundaria, estaba solo, perdido y lastimado en medio de una lluvia torrencial y un bosque en penumbras. Al diablo si Melissa se enojaba por esto, si su hijo llegase a morir de hipotermia por mi culpa no solo nos castigarían a los dos, sino que ya nunca existiría un los dos. La opresión en mi pecho y la inquietud desbordando en mis manos que avecinaba un posible ataque de pánico no evitó que tomara mi celular, aún con mi padre charlando con otros policías a un par de metros de mí, y marcara a su celular.
– Hola – las palabras salieron tan suaves y entre cortadas, luego del tercer pitido, que mi retumbante corazón casi las opaca.
– Hermano, dónde diablos estás – el alivio de saberlo vivo me llevó a tomar conciencia y al fin alejarme de los oficiales presentes.
– En mi casa – fue tan tranquila y simple su respuesta que por unos segundos me descoloco.
– En tu casa – dije analizando sus palabras, su casa estaba a unas buenas 20 millas desde donde había estacionado el sheep y considerando que nos habíamos estado adentrado durante una hora en el bosque, era imposible que el llegara a su casa tan rápido – Te refieres a tu casa, casa, donde vives con Melissa, la que queda a la vuelta de mi casa – esperaba que mi incredulidad pudiera despabilar a mi adormecido amigo.
– Sí, casa – luego de un pequeño silencio agregó débilmente – Ahora estoy cansado hablamos después.
No sabía que pensar, el silencio en la otra línea revelaba el fin de la llamada, pero incluso cuando llegó la despedida mi ansiedad no hizo más que socavar mi pecho y alojarse en mi corazón. Cuando iba a iniciar una avalancha de llamadas mi celular se apaga por la falta de batería. Esta vez, la frustración y la rabia me poseen en el momento en que los ojos celestes brillantes del oficial Jordan Parrish se colocan en mi campo de visión.
– Esto es tan cruel, después de todos esos consejos para llegar al corazón de mi padre, así es como me pagas? – un pequeño puchero busca aliviar la cara cansada del oficial.
– Oh vamos Stiles, esta noche ya se ha hecho lo suficientemente larga ¿No quieres regresar a casa? Porque te aseguro que yo si – su apariencia gritaba por un baño y una bebida caliente – Además, deberías dejar de decirlo así, la gente podría malinterpretarlo – Con un evidente sonrojo abochornado me señalo la patrulla como una orden muda. Sin rezongar me subo en los asientos traseros al convencerme de que mientras más rápido llegue a casa, más rápido podré confirmar dónde se encuentra Scott.
Intento recordar qué tipo de sabueso era el que nos atacó, si había alguien más junto a él, en qué dirección nos adentramos en el bosque antes de huir, donde podría estarse refugiando Scott, qué tan herido estará, qué ropa llevaba puesta, qué le diré a Melissa cuando su turno termine, qué debería decir en el colegio, qué pasara con nuestro trabajo grupal de español y quien debería decirle a Lydia que se quedó sin compañero de laboratorio. La ansiedad me tiene zumbando cual abeja cuando mi escolta me llama.
– Todo bien Stiles – El nerviosismo en su pregunta me saca de mi estupor y me devuelve a la mirada preocupada en el espejo retrovisor y a la deteriorada fachada en que se ha convertido la morada Stilinski.
– No es nada – le resto importancia con un gesto vago – me dieron ganas de darme una ducha e irme directo a la cama – miento descaradamente con la esperanza de que abandone mi acera en vez de en 20 minutos, como mi padre seguramente le indicó, en al menos la mitad de ese tiempo.
– Quien lo diría, hasta a tú puedes quedarte sin energía – le sonrío incómodo mientras bajo del auto y corro a mi casa en un vago intento por mojarme lo menos posible.
A pesar de tener a Jordan vigilando la entrada, me desespero por la vorágine de incógnitas que devora mi cerebro, y tomo la decisión de huir por la puerta de atrás. Enmudecido avanzo a tientas hasta dar con el patio de Scott. Trepo el árbol del que hace apenas unas horas me caí, recordándome que la segunda es la vencida o al menos la cosa va por ahí. “Centra tu peso en las puntas de los pies al caer y luego distribúyelo suavemente por el resto de la planta, el secreto es hacerlo con suavidad para que no te oigan llegar. Ya verás caperucita, cuando lo logres serás como una viuda negra, pequeña, silenciosa y con una gracia mortal” la sonrisa come mierda que me dedico mi querido primo al terminar la frase, me alentó una vez más. Con los fluidos movimientos de un equilibrista subí hasta la cima y me posé en el alfeizar de la ventana del cuarto de Scott. Desplegado cuan largo era, sobre su colchón se encontraba el chico en cuestión y, sino fuera porque yo mismo me sentía cansado y sobrepasado, hubiera irrumpido en la habitación y le hubiera dado una terrible reprimenda. Pero no debía apenarme, aún tenía el resto de la semana para devolverle con creses el mal rato ocasionado.
Me bajé con un ruido sordo del primer piso de la casa McCall y me dirigí directo a la mía. Terminé de preparar café en el momento justo en que Jordan arrancaba el coche y regresaba a la estación. Por fin algo de paz. Me quité los tenis mal puestos, producto de maniobrar a ciegas, y subí tranquilamente hacia mi cuarto para al fin darme una ducha.
Decidido a enfrentar el inmenso mar de información que inunda mi habitación, los acomodé hasta que los papeles quedaron más o menos ordenados en un complejo diagrama. Comienzo a analizar los nuevos datos; El lugar donde se encontró la primera parte del cuerpo, que resultó ser extremadamente lejano a la zona donde Scott y yo nos separamos, y por ende aún más apartado de donde me encontré con las cuadrillas de rastreo. El nombre de la nueva víctima fue fácil de encontrar gracias a una rápida ojeada al registro de personas desaparecidas, pero las posibles relaciones que guarda con las demás víctimas, cosas como gustos, lugares frecuentes y círculos sociales requeriría un par de llamadas a mis informantes más eficaces. Los antiguos casos similares de años anteriores, que por cierto, son demasiados para un pequeño condado como el nuestro, y todo cuanto encuentro al respecto. Los flashes de información, combinados con las horas sin dormir y el exceso de cafeína, pasan uno a uno cual caravana mortuoria frente a mis ojos y sumergen mi mente en una extraña nebulosa.
Una bestia humanoide se arrastra por el bosque poniéndome la piel de gallina. Neblina espesa se aferra a mis pies ralentizando mi marcha lejos del podrido olor de cuerpos descomponiéndose, sin embargo, mientras más me alejo más intenso se vuelve el nauseabundo olor. Cuando por fin mis pies se detienen veo una cueva bañada en carmín con una inmensa masa peluda respirando placida como quien tiene el estómago lleno luego de un festín. La agonía de quienes devoró, de quien torturo y cazo a través de estas arboledas se repite en mis sentidos hasta que los antinaturales ojos eléctricos de un cazador alerta se giran en mi dirección. La sobrecarga de emociones me arrebata de esa bruma justo cuando el sol comienza a extender sus rayos sobre el horizonte.
Al llegar al colegio no me tomo el trabajo de saludar a nadie y nadie lo intenta tampoco, después de todo mi actual apariencia cadavérica se asemeja más a la joven del bosque que un adolescente de 17 años. A falta de mi hermoso auto tuve que levantarme una hora antes para llegar a tiempo y considerando que apenas puse un pie en la cama la alarma destruyo cualquier intento de sueño reparador, solo me apresuré a cambiarme y tomar casi por completo mi peso en café. Es cierto que podría haber llamado a Jack’s para que me llevara, pero, por cómo están las cosas ahora, preferiría no tener que verlo en lo absoluto. Ese es el motivo por el que deambulé cual fantasma de Canterville desde mi casa hasta el instituto. Los abarrotados pasillos hasta mi casillero se vuelven tolerables bajo la promesa de una posible bebida energética de la máquina expendedora al final del corredor. Cual espectro de ultra tumba vaga agonizante un agotadísimo Stiles Stilinski hasta ser interceptado por un muy agitado Scott McCall.
– Amigo, necesito contarte algo urgente. Creo que las cosas se pusieron realmente raras anoche y para rematarlo la he encontrado – a pesar de su preocupación el joven latino no aparenta ser la versión full HD de un zombi por lo que me tomo un momento para envidiarlo profundamente, hasta que mis neuronas hacen sinapsis y recuerdan todo lo ocurrido la noche anterior. Lo jalo hasta tenerlo a un palmo de distancia y le respondo.
– Tengo muchas preguntas que hacerte, pero aguarda un instante – golpeo fuertemente su hombro derecho y él lo soba mientras maldice mi incomprensible arrebato – Eso te pasa por desaparecer en medio de la nada, contestar a mi llamada de la forma más espeluznante posible y luego ignorarme mientras la culpa de abandonarte me carcomía la cabeza, todo para encontrarte durmiendo plácidamente en tu camita – su cara de cachorro regañado profundiza mis ganas de matarlo – la próxima vez me asegurare de abandonarte tan profundamente en el bosque que nunca puedas regresar y termine comiéndote alguno de los animales salvajes que merodean la reserva – cuando su cara palidece lo suficiente, retomo a lo realmente importante – Qué te sucedió ayer, realmente estas bien – la preocupación empapa mis preguntas hasta humedecer mis ojos y él me guía rápidamente al aula vacía más cercana.
– Realmente no lo sé, mira esto – se levanta la remera revelando una enorme gaza empapada en sangre envolviendo su costado. Rozo suavemente la punta que bordea su abdomen, esa parece una herida realmente profunda. Me regaño a mismo diciendo que debería haber entrado en su habitación y asegurado de primera mano que mi intrépido Rovin no se estaba desangrando. Automáticamente muerdo mi labio con fuerza para retener un doloroso suspiro. No debo detenerme en qué hubiera pasado, sino en la situación frente a mí. Me percato de la cercanía familiar que estamos compartiendo y comento pícaramente.
– Creo que las cosas están escalando muy rápido. ¿No deberías al menos invitarme un desayuno antes de escabullirnos a un aula solitaria y empezar a desvestirnos? – la sonrisa apacible que me envía es un sinónimo de que estaremos bien, de que aun somos nosotros y aun permanecemos enteros – Ya hablando enserio, muéstrame que tan mal está – comienza a retirar la venda lentamente y me preparo mentalmente para ver carne mutilada y sangre a medio coagular. Agradezco profundamente el no haber desayunado aún. La sorpresa me descoloca cuando lo único que me saluda es su tersa piel canela, sin siquiera una marca cubriéndola.
– Qué diablos – la pregunta sale indignante en sus labios y me mira desorbitado – Esto no tiene sentido, te juro que antes de irme a dormir tenía una enorme mordida abriéndome el costado – Tantea la marca faltante para comprobar si sus ojos se tomaron un descanso de 15 minutos y voltea a verme casi demandante por una explicación.
– Quizás estabas muy cansado anoche y sumado a lo oscuro que estaba, no lograste ver bien – hasta yo noto el absurdo de mis palabras. A menos que él mismo se hubiera amputado un dedo no hay forma de explicar tanta sangre – Talvez se trate de una infección que acelero el proceso de regeneración de tus células. ¿Tienes idea de qué pudo haberte mordido?
– Realmente no pude verlo con claridad, pero creo que fue un lobo – Ahora es mi turno de asombrarme, esa última palabra baila burlona en mi lengua incitando a mis pensamientos a tornar un camino sin retorno. No, no debe tener nada que ver con eso, sentencio duramente
– Los lobos se extinguieron hace más de 80 años en California, lo más probable es que fuera un león de montaña – me recuerdo en voz alta a lo que él asiente.
– Pero tú lo oíste, eso fue sin duda un aullido. Es más, cómo es que tú sigues entero – una duda elemental parece atravesar su despistada cabeza – Cuando me arrojaste a un lado, el lobo, león de montaña o como quieras llamarlo comenzó a perseguirte y luego desaparecieron – Ambos nos encontramos descolocados ahora. Él me evalúa detenidamente buscando posibles lesiones, para terminar, percatándose de la venda en mi muñeca – Enséñame eso – dice horrorizado, como si la opción de que yo también podría estar lastimado cruzara su mente por primera vez.
– Acaso este es uno de esos momentos donde tú me enseñas el tuyo y luego yo el mío – digo burlón y él comienza a impacientarse – Son solo unos rasguños – explico a medida que remango mi camisa y desenvuelvo mi antebrazo. El pánico es palpable cuando los profundos cortes de la noche anterior permanecen idénticos, un poco más cicatrízales, pero iguales en general.
– Cómo huiste de esa cosa. No te ofendas, sé que tienes una buena resistencia y todo, pero ese lobo sin duda era barias veces más veloz que un humano – Y la pregunta me descolocó hasta a mí.
Es cierto que corrí como un loco anoche, pero si meditamos el viaje con el oficial Parrish, el lugar donde aparecí estaba a unas dos horas de casa. Considerando el acercamiento de 30 minutos en el sheep y los otros 30 minutos que estuvimos caminando sin sentido, era imposible que en unos pobres 15 minutos pudiera recorrer lo que le llevaba a un senderista profesional un par de horas de caminata. Pero no era el único que realizó una hazaña semejante la pasada luna llena. Según la llamada de ayer, él muchachito frente a mí había recorrido una hora y media de caminata en apenas unos minutos. Algo realmente no cuadraba y eso comenzaba a inquietarme profundamente. Al punto donde una sinuosa energía nerviosa reptaba por mis pies, hacía temblar mis rodillas, subía hasta anidar en mi estómago, vibraba en la punta de mis dedos y sacudía cual terremoto mi cansado cerebro.
– Corrí hasta que me topé con las cuadrillas de rastrillaje y mi papá hizo que una patrulla me dejara en casa mientras retenía mi auto – mi cara de desagrado no se hace esperar. Noto que la pregunta sobre mi demacrada apariencia pica en la punta de su lengua y suelto sin más – Me pasé toda la noche repasando el caso y todas las pistas que encontré. ¿Y tú bella durmiente, cómo llegaste a casa? – mi desdén le recuerda que los rencores de anoche no se quedaran sin saldar.
– Si yo soy la bella entonces tu eres cenicienta, a ti hasta te pasó a buscar la carroza – Dice con un puchero. Él siempre tan ridículo a la hora de sacarme una sonrisa – Eso tampoco lo sé – comienza a rascarse la cabeza como si le tomara demasiado trabajo el recordar las horas pasadas – Me espanté cuando la vi, así que corrí y de pronto estaba en casa curando mi herida, entonces tu llamaste, pero estaba realmente cansado así que fui a dormir. Pero todo es muy confuso, es como si estuviera adormecido fuertemente y de pronto despertara después de una cirugía sin siquiera saber qué me hicieron. Esto se está tornando una verdadera mierda – yo asiento de acuerdo mientras repaso pensativamente sus palabras.
– Aguarda, desde hace un rato repites que has encontrado algo. ¿Qué fue lo que hallaste? – parece percatarse de un hecho olvidado a medida que el horror distorsiona su rostro.
– La encontré, encontré la mitad del cadáver. Cuando caí, ella estaba ahí – la sorpresa e incredulidad surcan mi rostro.
– Crees que puedas guiarme hasta ahí, tenemos que volver urgente – pregunto apresurado. Si consigo darle un vistazo al cuerpo, quizás pueda averiguar algo más sobre el atacante y de paso ahorrarle horas de rastrillaje al departamento del sheriff.
– Creo recordar dónde era – dice pensativo, mientras comienzo a trazar planes y estrategias para revisar el cuerpo sin quedar implicado, cuando de pronto me percato de un pequeño percance.
– Mierda, no me entregarán el auto hasta la tarde – el apoyo silencioso en medio de esa palmada en mi hombro no alivia mi malhumor – Tendremos que ir cuando las clases acaben – el timbre suena dando por terminada esta conversación.
Las horas pasan lentas haciendo a mi pierna brincar de impaciencia y a mi cerebro adormecerme de aburrimiento. Aun así, luego de un par de energizantes, me encentro lo suficientemente lucido para captar un par de cosas. El miedo en los ojos de Cora cuando dio un paso atrás al vernos entrar al salón y la mirada cautelosa con las que nos escrutinio cada vez que coincidíamos en una clase o la manera en que su casi amistad con Scott se había convertido en un odio perpetuo, cargado de silencios, miradas severas y actitud defensiva. Muy al contrario, luego de superar el shock inicial, me analizó sin importarle ni un poco el espacio personal, tomó mi brazo lastimado y exigió verlo, lo descubrió en pleno pasillo y evaluó mi herida con detenimiento. Casi podría asegurar que realizó una fuerte olisqueada cuando le acercó su nariz. Al concluir su intrépido chequeo me miro con sorpresa y la sonrisa más incrédula y fascinada que hubiera visto nunca. Esta demás decir que permaneció junto a mí cual muralla impenetrable evitando a toda costa que Scott se me acercara a más de un metro de distancia. Si bien entiendo que con una sudadera dos talles más grande la marcada musculatura que envuelve mi cuerpo no pueda apreciarse con claridad, pero dudo que me vea como un escarbadientes a punto de romperse. La duda me alarma e indigna al punto donde disiparla no es una opción. Es oficial, a partir de ahora usaré solo ropa ajustada fuera de casa, porque por más gracioso que sea ver a Scott ser retenido y tacleado por una chica una cabeza más baja, el que esa misma chica crea que tiene que protegerme daña mi orgullo severamente. No estuve entrenando hasta el cansancio durante tantos veranos para que otros tengan que protegerme.
La riña logro apaciguarse luego del primer receso con la llegada de una nueva alumna de flamantes ondas chocolate y ojos del mismo color. Su aparición resumió el ya de por sí precario vocabulario de mi querido amigo a dos suspirantes palabras, Allison Argent. Si no era para hablar sobre su precioso cabello o su hermosa mirada o la dulzura de su voz, mi encantado compañero, no dejaba de soñar despierto. Por lo que no notó el súbito interés de Lydia y Cora por la recién llegada. Tampoco la forma en que la primera trataba de mantenerla cerca a toda costa y la segunda buscaba hacer todo lo contrario.
Cuando llego la hora del almuerzo el gruñido que profesó Cora en mi oído fue tan tajante que logró cortar mi respiración. “Nunca confíes en una Argent” fueron las palabras que me hicieron estremecer, cuando arto de observar la mesa en la que Alison se sentó, decidí acercarme a saludar y así averiguar qué fue lo que despertó el interés de tantos jóvenes por ella. Al final, la advertencia de mi amiga y la presencia de Jackson en la mesa contraria hicieron mi ánimo desfallecer bajo la promesa de la búsqueda de una mejor oportunidad. Después de todo, ya me había esforzado mucho por ignorar a su arrogante acompañante toda la jornada. Y aunque podía resultar un poco infantil, en mi defensa, ya tenía suficiente en mi plato como para además tener que lidiar con él.
La ocasión llegó más pronto de lo que esperaba. Debido al entrenamiento de lacrosse me quedé esperando a Scott en las gradas junto a las nuevas mejores amigas más comentadas del instituto. Para mi suerte, Cora salió disparando ni bien terminaron las clases alegando una reunión familiar, así que tenía el camino libre para conocer a la misteriosa niña Argent.
– Buen día señoritas – dije sentándome junto a ambas jovencitas y recibiendo una mirada asesina acompañada por un saludo mordaz por parte de Lydia – Me enteré que recién has sido trasferida. Es un gusto conocerte, soy Stiles Stilinski – le extiendo una sonrisa amigable al terminar.
– Hola, soy Allison, aunque tú ya debes de saber eso – sonríe algo apenada – En serio te llamas Stiles – pregunta algo extrañada – Es la primera vez que escucho un nombre así – aclara amablemente.
– En realidad es un apodo, mi nombre real es están complicado de pronunciar que tuve que optar por algo más minimalista – mi sonrisa radiante hace su trabajo matando las malas vibras de nuestra acompañante – Y cuéntame, qué te trae a un pequeño pueblo como Beacon Hills – pregunto entusiasmado, iniciando una larga charla sobre su familia y su idílica vida en San Francisco. Cuando el sutil interrogatorio llego a centrarse en la pasión por la cacería que carga su familia desde hace generaciones, hago lo imposible por acallar esa voz insidiosa dentro de mi cabeza. “No todo tiene que ver con eso”, me reprendo mentalmente.
– Sabes, a mi familia también le gusta casar. No es nada grande, ni ostentoso, solo salir de vez en cuando y atrapar un par de bestias – Siempre me he dicho a mí mismo que las verdades a medias son las mentiras más terribles, pues son teóricamente verídicas, aunque en el fondo no lo sean en lo absoluto. Y esa, sin lugar a dudas, fue la realidad más disfrazada que he pronunciado en la última hora. Pero considerando la sarta de mentiras indiscretas que consciente o inconscientemente me ha dicho la encantadora castaña frente a mí, la mía no significa nada.
– Oh, que interesante – el sarcasmo que empaña sus palabras casi oculta la enorme bestia furiosa en la que se ha convertido la paciencia de la joven señorita Martin – Porque en vez de hablar sobre animales disecados no hechas un ojo a los nuevos ciclones de Beacon Hills – pregunta mientras señala a los chicos sudorosos y jadeantes que dan otra vuelta al campo por quien sabe qué vez – el 37 es mi novio, es el más fuerte del equipo y tiene un tino espectacular – si no fuera por el claro énfasis en su relación, creería que está vendiendo a Jackson al mejor postor – Y, ya viste algo interesante – sonríe maliciosa ante la pregunta comprometedora.
– Acabamos de conocernos, así que solamente somos amigo – el sonrojo y su mirada evasiva llama nuestro interés. Y es que es propio de un buen amigo el apoyarnos en las conquistas con algo de información privilegiada. Y qué es más importante, que la existencia de un posible adversario.
– A pesar de que hablaba en general, podría arriesgarme y apostar a que estás pensando en alguien en particular – una sonrisa victoriosa, cargada de suficiencia mancha sus labios rojo Chanel – Y dime, quien es el afortunado – En vista de que sus únicas interacciones fueron conmigo y el grupo de Jackson las opciones se reducen grandemente. Pero aguarden, hay un jugador más en este partido, un lindo chico de piel canela y ojos de cachorro al que ha estado mirando sutilmente desde que nos sentamos en las gradas a conversar y quien, muy espeluznantemente para mi gusto, le ha prestado una lapicera. Y si algo aprendemos de todas esas cursis películas de amor, es que así es como nace el amor.
– Oh vamos Lys, no le insistas tanto. ¿No ves que la estas avergonzando? – me sorprende mantener mi cabeza en su sitio luego de soltar tal apodo – Sabes, yo también tengo un par de amigos en el equipo de lacrosse – eso parece llamar la atención de la castaña y una rodada de ojos por parte de la cobriza.
– Estar en la banca no es una posición, Stilinski – su sonrisa sínica intenta inútilmente amedrentarme silenciosamente y yo continuo como si nada.
– Se llama Scott McCall, aunque creo que tú ya lo sabias. Él fue quien te ayudo en la clase de literatura esta mañana – un remolino rosa que acentúa su piel de porcelana y brilla incandescentemente – Es fuerte, aunque el asma mata un poco su resistencia – explico con simpleza mientras suena un bufido – Pero estuvo preparándose mucho este verano y seguramente obtendrá una posición de titular – eso era completamente cierto, él había estado entrenando hasta el límite de sus capacidades para pertenecer a la estúpida élite de los Ciclones de Beacon Hills High School, sin importar los intensos ataques de asma que eso pudiera significar. – Así que presta mucha atención al número 11.
– Si no es que antes colapsa – una competencia de miradas por quien sede primero tiene a ambos revoloteando los ojos.
Contrario a lo que pudiéramos esperar, Scott brillaba radiantemente bajo el equipamiento de lacrosse cuando el calentamiento llega a su fin.
– Muy bien florecitas es hora de mostrar de qué están hechos. Y al primero que lloriquee lo enviaré a dar 10 vueltas más, así que estas avisado Greenberg – los ánimos del entrenador parecen desentonar con los pobres jugadores, excepto por Scott claro, que sonríe alegremente en dirección a Allison. Veo a Jackson acercarse a decirle algo a Finstock y por la malicia inconfundible con que se ilumina su rostro cansado estoy seguro que ese idiota enamorado la volverá a tener difícil. – McCall, ya que estas tan fresco como una lechuga, mueve tu trasero al arco y permite que tus compañeros te enseñen lo que es una verdadera ensalada. – una mueca digna de haber chupado un limón se posiciona en la cara de Scott quien camina derrotado a su lugar.
Un rezo silencioso a cualquier dios presente escapa de mis labios rogando por sus dientes y el que los conserve frente a cualquier bola saliente. Uno a uno, como un pelotón de fusilamiento, los jugadores se preparan para tirar a la portería. Incluso desde las gradas puedo ver a Scott temblar cuando la primera bola es lanzada, sin embargo, uno tras otro, los proyectiles, son detenidos a centímetros del arco. Esta vez hasta Jackson se encuentra fascinado por las habilidades del joven. Pero rápidamente se recupera y, profundamente irritado porque su plan fallara, se dispone a lanzar su mejor tiro. El asombro general estalla en júbilo cuando Scott no solo atrapa el infame lanzamiento, sino que lo lanza atravesando la red del bastón contrario. Porque otros podrán creer que Jackson no pudo con la réplica por culpa de la sorpresa, pero yo he visto practicar a ese maniaco, él podría atraparla hasta con los ojos vendados. Lo practicamos una vez y el resultado fue estremecedor.
Para cuando el entrenamiento llega a su fin Jackson odia un poco más a Scott, Allison está encantada con lo habilidoso que es y el resto de las gradas se encuentran profundamente confundidas. Sí, Scott entreno muchísimo en el verano. No, él no puede correr más de 30 minutos sin su inhalador, que por cierto no he visto desde anoche.
– Muy bien muchachos, al fin terminamos con esta porquería, así que desaparezcan de mi vista o derretirán mi nariz – grita el entrenador a los chicos reunidos luego del estiramiento – Y tú, McCall, será mejor que le bajes a los esteroides o Greenberg se volverá el segundo más inútil del equipo – rezando mientras señala al cielo suelta un – Bilinski, el peor jugador que mis pobres ojos hayan visto, siempre estarás en nuestros corazones – Tal parece, el entrenador no superará nunca que yo hubiera elegido las piscinas antes que un cerdoso campo. Todos se dispersan riendo hacia las regaderas mientras felicitan a mi amigo por su insólito desempeño.
Mientras esperaba que Scott saliera escucho como alguien me llama por detrás y me tomo un instante para juntar toda mi fuerza de voluntad, mi paciencia y el ki circundante para poder confrontar a esa voz tan conocida. Porque sí, sí había notado al chico más popular del instituto esperándome en la puerta de una clase que ni siquiera era la suya, sí lo había visto rondando el estacionamiento del lado contrario de su lugar habitual y sí había notado al bellísimo acosador enfundado en Praga acechándome durante toda la jornada. Jackson y Scott eran muy diferentes en tantos aspectos que no sorprendía a nadie su enemistad. Sin embargo, compartían un rasgo sumamente obvio, no sabían disimular. Por lo que no me sorprendo cuando al acercarse termina encarándome contra la pared.
– Oye, Stilinski, estoy libre hoy en la tarde, así que ¿qué te parece si te paso a buscar y damos una vuelta por ahí? – la forma tan casual y la suave pregunta al final parece invocar a un fantasma de nuestra conversación anterior.
– Me estás invitando a una cita – pregunto sarcásticamente – Porque entonces deberás preguntarle a tu novia si te suelta un poco la correa – el tono condescendiente advierte que esta será una charla dura y reñida, y que, por mi parte, la tregua no será una opción – te diría que la llevemos con nosotros, para hacer más variada la experiencia, pero me temo que debo declinar – la forma en la que muerde su mejilla me produce una perversa satisfacción. La sutil advertencia se pierde cuando lo aparto y comienzo a caminar hacia Scott – Realmente tengo algo que hacer así que no podré ir. Mejor lo dejamos para otro día – mi sonrisa sínica fractura algo dentro del casi capitán, y, sin embargo, soy yo el que termina con los ojos aguados. Los cierro para visualizar todo más detenidamente. Realmente tenemos que buscar el cadáver, descubrir qué le ocurre a Scott y quienes son los Argent. Una extraña familia con a la que Cora parece odiar y que tienen la cacería como hobby principal, no llega a Beacon sin una intención. Y, aún así, él sigue esperando frente a mí como un niño abandonado, cargando sus ojos con pura vulnerabilidad y esperanza.
– Muy bien, que era lo que querías decirme – a pesar de que no es la más original de las frases, me digo a mi mismo que por algo hay que empezar.
– Creo que todo se nos ha ido de las manos y dije cosas que no debía, pero por favor comprende que no era mi intención. Sé que no te agrada Lydia, pero he estado hablando con ella para que se lleven mejor. Podrías dejarlo pasar por ahora – oficialmente él está siendo un cabrón, un imbécil y una verdadera mierda. Incluso si su conducta autodestructiva no tiene nada que ver conmigo. El ver el cómo llamarme de esa manera, cuando sabía perfectamente lo que eso significaba para mí, y el cómo esas simples palabras se encargaron de revivir tantos traumas de la época en que mi madre recién había fallecido, ser reducido a palabras indiscretas para luego pedirme que lo comprenda, es desgarrante para mi corazón y mi alma. Esto es sin lugar a dudas lo peor que él pudiera haber dicho. Comienzo a poner distancia entre nosotros antes de que alguno de los dos suelte algo de lo que luego se arrepienta. Pero parece que él no comprende la indirecta.
– Stiles, estoy hablando enserio – esa sutil advertencia mientras me zafo de su agarre no amedrenta mi ánimo – Tenemos que hablar y tú lo sabes. Debemos arreglar esto y sé que te hice esperar, pero ahora estoy aquí. Podrías al menos mirarme a la cara – la rabia contenida con la que me hace girar se refleja en mis ojos haciéndolos hervir.
– Entonces hablemos – La fiereza en mi mirada lo hace estremecer – Empiezo yo. Felicidades, conseguiste una pareja que te ame y te cuide, espero que sean muy felices juntos – que hilarante suena mi emoción al pronunciar esas palabras. Sé que lo hiere mi falta de sinceridad, pero eso es lo que él quería escuchar y eso es lo único que voy a darle – Sobre lo que pasó ese día, no te preocupes, nunca me atrevería a soltar nada sobre tus orígenes. Yo nunca me atrevería a manchar tu imagen – el dolor del recuerdo sumado a mi irónico discurso es tan rápido y letal, como la mordedura de una serpiente – Ahora si me disculpas tengo que irme, mi amigo me espera – remato al ver salir a Scott. El shock lo deja en plena entrada, pero es la pena la que lo ata allí. Quizás, si no hubiera estado tan apurado, o si hubiera dormido lo suficiente o si no fuera tan mierda, como me estoy sintiendo en este instante, el torrente venenoso que acabo de soltar nunca hubiera herido a mi amigo como acaba de hacerlo.
Para cuando Scott regresa a comentarme sobre el incómodo interrogatorio del profesor Finstock sobre sustancias ilícitas, Jackson ya se ha ido y la culpa rasguña mi pecho hasta hacerlo sangrar. La tersa sonrisa que le proporciono no ayuda a mi amigo, encandilado por la muchacha al otro lado de la acera, a leer la atmosfera. Ciertamente lo he perdido, esto del amor es realmente peligroso.
Rápidamente nos desviamos de las miradas soñadoras y nos encaminamos a las profundidades del bosque.
– Amigo, necesitamos hablar ahora mismo de qué rayos fue todo eso – Aunque es obvio que confío en él, soy consciente que algo extraño le está ocurriendo – Qué tal si me cuentas de dónde aprendiste esos movimientos zen de hoy en la práctica y mientras buscamos a Jaen Doe – la tersa sonrisa que compartimos no nos ayuda a alivianar la tensísima atmosfera que invade nuestra excursión.
– No sé qué me está pasando, puedo ver, oler y oir cosas, que no debería ver, oler u oir – dice alarmado a medida que me guía cada vez más profundo a través de los frondosos pinares. Una voz burlona me recuerda que esta no es la primera vez que escucho algo así.
– Cómo qué – pregunto a pura fuerza de voluntad mientras la curiosidad y el temor crecen desbordantes dentro de mí.
– Como la goma de mascar de fresa que tienes en el bolsillo derecho – afirma completamente resignado mientras yo saco el empaque – Y también, tengo más fuerza de estrictamente posible y siento cosas imposibles, como bolas acercándose a mí – parece estar al borde de la histeria y yo apoyo la moción. De todos los animales por qué un lobo, sinceramente, debo de estar maldito.
– Ósea que eres Spiderman – pregunto juguetonamente, aunque Wolverine le quedaría mejor – Ya resolveremos que rayos es todo eso, ahora vecino y amigo de New York muéstrame dónde está la chica – entre sonrisas tontas me guía a hacía una pendiente bañada en hojarasca. Descendemos por ella y comenzamos a escarbarla. El miedo a toparnos de frente con la viva imagen de la muerte se va disipando a medida que el tiempo avanza y el hallazgo no se presenta.
– Estas seguro que es aquí, porque anoche estaba muy escuro y quizás no lo viste con claridad – pregunto cansado por los últimos 30 minutos menos emocionantes de mi vida.
– Por milésima vez, sí Stiles, estoy muy seguro que este es el pozo donde anoche me arrojaste y posteriormente abandonaste para que me pudriera junto a Janne, Jane o lo que sea – asevera hastiado.
– Discúlpame por haberme ido a jugar a las atrapadas con el enorme lobo feroz y dejarte fuera, la próxima me aseguraré de invitarte – me arrepiento totalmente por no haber merendado antes de venir. Ambos tenemos los pies magullados y la barriga vacía, por lo que es normal que el mal humor se cuele poco a poco en nuestra expedición. Oigo rugir las tripas de mi socio dándome la razón, y luego un par de truenos responderles desde atrás. Atronan estridentes y tormentosos al punto de helarnos la sangre y estremecernos en el lugar. Miramos alrededor en busca de la tormenta para percatarnos que ya nos encontrábamos en su ojo. Derecha, izquierda, de frente y detrás, no había lugar por donde no nos acecharan los débiles ruidos de un relámpago acercándose. Se encienden todas las alarmas de mi cabeza hasta que parece una emergencia general de un barco a punto del naufragio. El primer impacto se produce cuando lo oigo posicionarse a unos cuantos pasos tras de nosotros. Compartimos una breve mirada a modo de un último adiós y nos decidimos a encarar juntos nuestro destino.
El destino es terrible, terriblemente sexy. Su gran contextura conformada de puro musculo y enfundado en cuero; su reluciente cabello azabache como una noche sin luna corto a los lados y cincelando cual candado su dura mandíbula; forman la masculina e intimidante figura del muchacho frente a mí. La cual era realmente distractora, fusionada con el ceño más malhumorado que yo haya visto hasta la fecha, casi paso de largo unos ojos esmeraldas, tan deslumbrantes que apenas hicimos contacto algo ardió dentro de mí. Como sí me hubieran bañado en alcohol solo basto su ardiente mirada para quemar todo mi cuerpo. Pero el efecto parece ser recíproco, cuando retrocede al contemplar mis chispeantes ojos cedro y los admira maravillado. La intensidad que nos recorre casi consumiéndonos, no ayuda a mi mente sobrecalentada a procesar lo que está pasando, cuando ya nos tienes a unos metros el uno del otro. Es Scott el encargado de romper esta abrazadora interacción y cuando logra sacar del trance al ardiente desconocido, este lo ve como si hubiera salido de la nada.
– Hola – cuando tiene la atención del extraño sobre sí su mirada lo amedrenta haciendo que sus preguntas suenen atoradas – qué andas haciendo por aquí, estás perdido o vives por aquí – puede que su pregunta haya sido estúpida considerando que la casa más cercana está a 20 millas de aquí, pero bueno, el chico está nervioso, qué le podemos hacer. Igualmente es una pregunta completamente válida. Si ha tenido el coraje de adentrarse tanto solo existen dos opciones, está por esconder un cadáver o vive en la última casa de Beacon Hills. Al ver que no lleva ningún saco relativamente humanoide con él y que sus zapatos y ropa no está salpicada de tierra, podemos asumir que no se trata de la primera opción. Lo que deja únicamente la segunda. Si bien su semblante y musculatura se asemeja a los de Andrew, se seño profundamente enojado no me deja saber con seguridad si este muchacho es otro más de los niños de la alcaldesa Hale.
– Quienes son ustedes – la pregunta ronca y osca hace vibrar mi cuerpo hasta la punta de mis pies de solo imaginar su voz resonando en mi oído y las oscuras promesas que eso traería consigo – Y bien – esta vez su tono tajante logra sacarme de mi estupor.
– Scott McCall y Stiles Stilinski – por lo general el nombre de sheriff es suficiente para ahuyentar a los posibles secuestradores, así que nos señalo por turno – Y se puede saber quién eres tú. Porque, como soy un tipo de celebridad local, he llegado a conocer a todos de aquí al próximo condado, pero a ti, grandote, no te ubico de nada. Y, en lo que a mí concierne, sería un verdadero gusto el poder conocerte – pronuncio ladino mientras me acerco un trecho. Su silencio reticente me permite agregar – Oh vamos, nosotros ya te dijimos los nuestros, qué daño haría escuchar el tuyo – finjo sorpresa y horror mientras agrego – A menos, que tú seas un asesino en serie que esta por secuestrarnos y matarnos en el bosque. Qué piensas Scott, crees que deberíamos empezar a correr o primero llamamos al sheriff Stilinski – mi amigo se descoloca un poco por la pregunta, ya que no he apartado en ningún momento mi mirada de nuestro nuevo amigo. A modo de desafío saco mi celular del bolsillo y lo desbloqueo.
– Derek Hale – el nombre sale tan seco que suena más como un ladrido. –Qué hacen aquí – la pregunta suena aun peor cuando la amenaza de un “No lo volveré a preguntar” se cuela a través de sus cejas. El inminente peligro que vibra en sus músculos cuando se contraen en alerta hace su ropa entallarse aún más hasta encontrarse besando sus piernas torneadas y brazos marcados.
– Podríamos hacerte la misma pregunta, pero parece que no te gusta compartir con la clase – sonrío socarrón al terminar – En realidad salimos a trotar ayer, pero la lluvia nos atrapo y terminamos perdiendo su inhalador. Es algo realmente caro sabes, así que volvimos a buscarlo – lo veo dudar mientras señalo a Scott. Es más, un atisbo fugas surca su rostro como si no pudiese creerme a pesar de saber que esa es la verdad, no toda, pero al menos una gran parte de ella – Si no me crees pregúntale a Cora – el nombre de su hermana menor centra por completo su atención y pone su cuerpo en alerta. Tal parece es muy fácil leer a este inexpresivo hombre – Ella es mi amiga en el instituto, le dije antes de salir que nosotros saldríamos a entrenar – Reconozco en momento justo en que se traga mi coartada, porque sus facciones se relajan un ápice. Agradezco profundamente haberme obsesionado hace unos años con la kinésica y la lectura del lenguaje corporal, porque gracias a ello y mi TDAH puedo centrarme mejor en las conversaciones y percibir incluso más de ellas que el resto de los involucrados – Y que hacías tú por aquí – me evalúa como si sopesara si vale la pena hallar una excusa convincente para mí.
– Me gusta hacer ejercicio – el leve bochorno en su cara es tan imperceptible que me asombro de haberlo vislumbrado. Y sin embargo su respuesta es tan simple que ni siquiera podría considerarse una. Si eso significa que salió a trotar en campera de cuero y jeans negros, podemos considerarla una gran mentira, sin embargo, algo me dice que es verdad. Aunque no acaba de salir a correr, solía hacerlo y es probable que acababa de llegar a casa del aeropuerto cuando vino a nuestro encuentro. Me pregunto qué fue lo que alentó a un joven tan guapo a adentrarse en pleno bosque a toda prisa. Qué es lo que hizo que los Hale en general se adentraran e hicieran su guarida en este inhóspito bosque. El silencio y la excentricidad son las palabras que describirían a la perfección a esta adinerada familia y puede que el poder sea también una de ellas, y a cada uno de sus miembros.
Joven, poderoso e imponente, con un carácter que haría a cualquiera dudar antes de siquiera hablar con él. Y con una contextura que cuenta a gritos cuanto disfruta ejercitarse y lo fácil que sería para él incluirte en su rutina como bolsa de boxeo. Aunque si me lo preguntan a mí, me gustaría incluirme en otro tipo de actividades. Su extensa y fibrosa espalda que rogaría por escalar se revela cuando se agacha a unos pasos de donde se encontraba por primera vez y levanta el pequeño inhalador de Scott. Se acecha hasta estar a centímetros de mí y suelta un simple “Toma” que puedo aseverar descendió dos octavas al cosquillear mi nariz. La ferocidad que hay en sus ojos me aseguran que él podría comerme en cualquier momento si así lo quisiera. Ahora que lo tenía tan cerca entendía cuando Cora hablo sobre un perro constipado, sin embargo, había algo en lo que se equivocaba. Era en la mirada de este hombre donde brillaba un salvajismo voraz que juraba nunca llegaría a ser domesticado.
– Lobo – solté sin querer a lo que él alzó una ceja – Si vez a tu hermana, dile que pareces más un lobo que a un perro – esa sonrisa afilada que me dedica hace mi corazón detenerse y la sangre hervir, todo mientras mi olvidado amigo palidece. La forma en que me escudriña y me recorre el cuerpo deja mi piel arder – Y yo podría ser tu caperucita – suelto divertido.
– Pues me temo que este es el camino corto, así que será mejor que salgan de aquí – afirma mientras señala bruscamente tras de sí.
– Y qué pasa si deseo encontrarme con el lobo. No sería esa una historia mejor – susurro en su oreja. Volteo para ver sus ojos de frente dejando nuestros labios a centímetros el uno del otro. Absenta y whisky compiten por ver quien se emborracha primero mientras bebe la ardiente mirada contraria.
– Vete a casa – ordena demandante mientras se aparta enojado – Ambos, váyanse de aquí ahora, esta es propiedad privada – señala imponente el camino por el cual llegamos.
– Sí, sí, ya nos íbamos de todas formas, así que no hace falta que nos ahuyentes así – su disgusto se hace notar cada vez más – Nos vemos la próxima, lobo amargado – suelto una risilla mientras me llevo a empujones a mi pobre amigo y Derek me fulmina con la mirada. La vuelta es taciturna y eufórica. Acabo de encontrar una nueva pieza para mi rompecabezas.
Al despedir a Scott, en la puerta de su casa, la realidad me confronta como una bofetada. De nada sirve atrasar lo inevitable, es hora de averiguar qué está ocurriendo es este extraño pueblo olvidado por Dios. Entro al ático con una tasa de café en mano y el hedor a moho y humedad se impregna en mi piel. Las telarañas y el polvo que se vienen acumulando desde hace años hacen cosquillas en la punta de mi nariz. Y una intricada red se hilos rojos, verdes y amarillos cuelgan de una pizarra en medio de la habitación. Me aproximo perezoso a uno de los estantes y tomo unos antiguos escritos. Recuerdo la sonrisa come mierda con la que me los entregaron mientras me decían que esperaban nunca tuviera que leerlos seriamente. Desempolvo los antiguos manuscritos y abro en internet cuanta página encuentro al respecto. Cuando logro hacerme con un buen surtido de información comienzo a estudiar sobre la licantropía con una nueva perspectiva, ya no como pasatiempo, sino como la única forma de salvar la vida de mi mejor amigo. Los datos son tan bastos y contradictorios que termino haciendo algo que prometí nunca más repetir. Y aquí me tienes, vagando de un lado a otro mientras marco un número que me sé de memoria para ser enviado a la contestadora. Es realmente molesto, es que acaso todos mis conocidos van a actuar como unos idiotas. Ya estoy sinceramente cansado de ellos. Es más, quién los necesita, yo mismo averiguaré de que va todo esto.
La madrugada se aclara para encontrar nuevamente a un zombi deambulando por los pacillos del instituto, esta vez con un almuerzo casero y bien desayunado. En el fondo, él es un caballero y no se arriesgaría a andar devorando cerebros en plena mañana, gracias por preguntar. Antes que nada, voy en busca de Scott como parece estar haciéndose costumbre. Allí lo encuentro en pleno pasillo tirándose suspiros enamorados con la menor de las señoritas Argent.
– Mira lo que averigüe anoche – digo pasándole un gruesísimo apunte. Su confusión se resigna cuando mi gesto que lo incita a darle una hojeada.
– Eso significa que tengo que leer todo esto. No recuerdo que tengamos ningún ensayo para presentar– su incomprensión me recuerda lo lento que puede llegar a ser mi amigo en ciertas ocasiones.
– Me pasé toda la noche investigando sobre la licantropía y sus posibles síntomas, y tú, amigo mío, tienes el 100% de ellos – Su escepticismo me lleva a explicarlo más detenidamente – Un humano puede ser mordido, rasguñado o beber agua de luna, que no tengo idea que es, para convertirse en un mestizo. Mitad lobo, mitad hombre, con la velocidad, fuerza, fiereza, agilidad, sentido del olfato y la audición iguales a los de un lobo real; pero con la apariencia de un humano, o al menos algo semejante. Si comienzas a transformarte tus rasgos serán cada vez más parecidos a los de un lobo. Por ello, si no sabes controlar esa parte de ti, terminaras perdiéndote a ti mismo, y la bestia dentro de ti tomará el control. El problema, es que en momento en que las emociones más primitivas tomen lugar, tu parte animal se hará más fuerte y puedes llegar a perder el control. Eso se magnifica cuando llega la luna llena, por lo que podrías estar a 12 días de convertirte en un loco homicida sino aprendes a controlar a tu lobo – la estridencia con que sus carcajadas lo llenan todo, descolocan al salón entero. Luego de recibir una advertencia por parte de la profesora me acerco susurrante hasta mi compañero – Se puede saber qué es lo que te causa tanta gracia – pregunto al borde de la indignación.
– Oh vamos, puede que algo realmente gordo esté ocurriéndome en este momento, pero hombres lobo, enserio. Me dices que si no me uno a un templo budista en menos de dos semanas me volveré loco y comenzare a correr por el bosque matando gente y me ingresaran en Eichen House. Eso es completamente ridículo – me doy un golpe en la frente por creer que esto sería más sencillo.
Al verlo hablar descuidadamente noto a un par der ojos observarnos. Le dedico una mirada angelical, a modo de disculpa, a la anciana mujer tras el escritorio. Y capto a Cora echándonos un vistazo mientras intenta disimular. Su rostro parece irradiar confusión y asombro en partes iguales. Si es que logra entenderme, cosa que dudo por la distancia que nos separa, debe creer que somos verdaderamente creepys. Sus ojos nos siguen de cerca el resto de la mañana y más de una vez la descubro siguiéndonos por los pasillos. Decido tenerle paciencia ya que no sé qué le habrá dicho su hermano sobre nuestro encuentro de ayer. Así que cuando la persecución se vuelve insoportablemente espeluznante nuestra amiga decide atacar primero.
– Me enteré que ayer se encontraron con Derek – soltó durante el almuerzo – Me preguntó por ustedes, pero luego no se atrevió a decir nada más. No sé qué le habrán dicho, pero se la pasó refunfuñando el resto de la tarde. Con algo sobre que él no era ningún amargado – su sonrisa juguetona se me contagia enseguida.
– Supongo que eso fue culpa mía. Puede que sin querer le haya dicho que su increíble figura se parece a la de un lobo terriblemente amargado – me rasco la cabeza algo incómodo y suelto apenado. A veces me dejo llevar por el ambiente y mi lengua inteligente, y suelto las cosas más vergonzosas sin siquiera darme cuenta. Ella ríe intensamente e intenta agregar algo casi sin poder respirar, lo que lo vuelve una tarea inútil.
– No lo puedo creer, no pensé que te atreverías a soltarle algo como eso. Ósea, no es que no tengas razón, pero el realmente resulta intimidante algunas veces. Al punto donde perro constipado era un apodo que solo usábamos cuando estaba con Laura y el tío Peter. – su risa parece decaer a medida que pronuncia sus nombres.
– Ella es tu hermana, no. Eran muy unidas antes de que te fueras – Mis preguntas parecen llegar como un golpe bajo, al punto donde le roban el oxígeno por un momento y me dejan deseando no haberlas pronunciado.
– Sí, ella es la mayor. Mi madre la quería como sucesora, para la constructora, por lo que la abarrotaba de estudio y ensayos ridículos. Pero cuando Peter la ayudaba a escapar, salíamos a jugar al bosque y a molestar a Derek – el brillo se apaga y la amargura fluye de su boca hasta empaparle el rostro – En realidad, fueron ellos quienes se fueron primero – reconozco el dolor que surca su mirada, es el mismo que un par de años atrás nublaba la mía. El momento preciso en que eres dejado atrás como si fueras una carga demasiado pesada para llevar consigo, en el que te apartan brutalmente a una esquina a la espera de que alguien más se haga cargo de ti, ese instante en que intencionalmente o no eres abandonado a tu suerte y debes aprender como sostenerte por tu propia cuenta. Quizás no entienda mucho de esta ruda muchacha y su arrasadora belleza, pero ese sentimiento puedo comprenderlo bien, pues la madurez y la independencia, que adquieres después de experimentarlo, será algo que nunca podrás borrar.
La dureza con la que nuestros iris se encuentran en un reconocimiento mudo, alivia nuestro pecho ante la posibilidad de un secreto compartido. No ahora, pues es demasiado pronto, pero quizás algún día podamos compartir el pasado y aliviar la pena.
– Aún no me dices que hacías allí – al decir aquello, un pesado silencio cae entre los dos. No deseo mentir, pero tampoco sé qué tan fiable es la chica frente a mí, o aún peor, la familia tras de ella. Justo cuando su sinceridad estaba sembrando algo entre nosotros la duda sale a desenterrar incógnitas en la misma parcela.
El momento se rompe cuando veo una silueta muy parecida a la de mi padre vagar por la galería interior. Teniendo en cuenta que no recuerdo haber hecho nada malo en las últimas 24 horas, tomo con fuerza el brazo de Scott que sigue orbitando el planeta Allison y lo obligo a aterrizar. El realmente parece haber bajado desde un planeta lejano, pues casi se cae de la mesa y, cuando se recompone, me mira como si hablara en algún tipo de dialecto alienígena.
– Hey, Scott, no recuerdas que me pediste mis apuntes de cálculo. Porque no te los doy ahora y de paso busco mis libros para el siguiente periodo – en mi frenética escusa, ni siquiera espero a que me conteste y comienzo a jalarlo hacia adentro – Nos vemos Cora – grito rápidamente mientras acelero el paso.
El sheriff se encuentra hablando con uno de los de seguridad en el siguiente pasillo, pero ante la posibilidad de ser descubierto no me arriesgo a aproximarme más. Los murmullos incomprensibles me tienen mirando para ambos lados buscando una manera de acercarnos sin quedar en evidencia, hasta que noto a mi queridísimo amigo a mi lado.
– Scott, puedes intentar escuchar lo que dicen – al ver a nuestras victimas parece recién comprender el porqué de nuestra carrera. Veo su cara llena de dudas y agrego – piensa que tu oído es una radio, intenta sintonizar la frecuencia en que puedas escuchar lo que dice mi padre y súbele el volumen. Sé que suena difícil, pero solo necesitas concentrarte – no muy convencido lo veo cerrar los ojos resignado. Cuando está completamente concentrado sus orejas comienzan a alargarse y cubrirse de pelos, hasta tomar una forma lobuna. Luego de algunos minutos rompe el silencio y disipa la inquietud.
– Parece que implementaran un toque de queda, por lo que saldremos 30 minutos antes para sí tener tiempo de llegar a casa. Tal parece, esta vez será completamente estricto y si no lo cumples te acusaran de desacato – Cuando le pregunto por qué, él me hace señas para que guarde silencio – Parece que hallaron algo en las afueras de Beacon Hills, es…. Es el cuerpo – su sorpresa y la mía crean un desconcierto palpable ¿Por qué el cuerpo aparece al otro lado de la escena del crimen, como si el asesino buscara alejarlos lo más posible de su rastro? – Dicen que la llamada que lo reporto, se hizo anónimamente desde una gaveta telefónica en el pueblo siguiente. Creen que podía ser el asesino o simplemente un viajero desafortunado – ¿Acaso el asesino se cansó de que no descubrieran su jugada y decidió mover primero? Pero eso sería ridículo, es obvio que esperaba poner a los Hale bajo el radar al dejar en cuerpo en su terreno, por qué cambiaría de opinión. A menos que no fuera él, sino los mismísimos Hale quienes no quieren involucrarse, y si no quieren hacerlo, solo existe una solución, tienen algo que ocultar. Ya sea que simplemente están relacionados de algún modo o que son los mismos perpetradores, es obvia su intención de no salir manchados de todo este asunto. Esto realmente huele mal.
Miro a través del cristal a los jóvenes riendo en el parque y observo como a pesar de las yardas que nos separan los ojos de pardos de Cora me siguen detenidamente hasta perforarme la cabeza. Ella sabe y no le importa que nosotros lo sepamos también, porque o esta tan limpia que no podríamos probar nada o puede encargarse de notros si lo intentáramos. La sola idea me hiela la piel y hace saltar mis nervios cuando la estridencia del timbre me toma desprevenido. Mi amigo sufre los efectos de ese mismo eco resonando a 80 kHz en sus tímpanos. Se envuelve la cabeza mientras sus oídos sangran y surgen sus colmillos como un reflejo autodefensivo. Lo tomo desesperadamente y lo introduzco en los vestidores, el único lugar vacío disponible, antes de que miles de alumnos vean a un hombre lobo en plena transformación.
De cara al espejo, Scott puede enfrentar por primera vez la cara de un hombre lobo beta en todo su esplendor. Dejo que mi amigo admire su nueva naturaleza. Orejas puntiagudas, tan alargadas como su capacidad; rasgos lobunos, cubiertos de bello y ferocidad; dientes y garras filosísimas y mortales, como los de cualquier predador; y unos incandescentes iris ámbar, propios de su inmaculado corazón; enmarcan sus antinaturales facciones.
– Scott – llamo suavemente mientras él me mira detenidamente – Respira – me encuentro repitiendo hasta que parece más un rezo que una orden. Puedo ver el pánico invadiendo sus ojos al punto en que un régimen de locura esta por tomarlos por completo – Escúchame – sus jadeos erráticos lo vuelven cada vez más peligroso. “Es mejor sostener un arma por la culata, más si esta podría terminar destruyéndose a sí misma”, me digo a mi mismo antes de acercarme – Escúchame maldita sea – digo tomando su rostro haciendo que me vea directamente. Un gruñido amenazante de un animal enjaulado vibra en la habitación. Lo suelto y retrocedo lentamente mientras le enseño mis manos desnudas – Escucha mi voz, sigue su sonido, acércate – un tono firme y parejo, tan imponente como nunca antes, brota de mis labios como una orden – Escucha el latido de mi corazón y sincronízate con él, tú puedes, hazlo poco a poco – Dejo que mi pulso se relaje y él, a su propio ritmo, sigue mi ejemplo hasta que su respiración vuelve a ser pareja – Ahora respira una vez más y déjalo ir lentamente. No te preocupes, yo estoy aquí – junto a ella sus facciones se alivian hasta devolverme el rostro de niño bueno que tantos años caracterizo a mi mejor amigo – Todo bien, cachorro – pregunto dulcemente mientras sus ojos se empañan. Lo tomo en un fuerte abrazo prometiendo que todo va a estar bien, pues yo me aseguraré de que así sea.
Nos quedamos inmóviles, hasta que Scott se recompone, y al salir del baño nos topamos con Cora, su aura sombría, se vuelve casi burlona cuando suelta un “todo bien muchachos” a modo de interrogante.
– Mejor que nunca Cor Cor, solo teníamos que hacer una buena parada antes de la clase siguiente. Recuérdame nunca más traer esa salsa súper picante al colegio – sonrío mientras me sobo el estómago. Es mejor mantener a los amigos cerca y a los enemigos aún más, pero cuando no sabes de cuál de los dos se trata, aparentar lo primero puede salvarte la vida. Tristemente, hasta donde llega mi conocimiento, un sobrenatural no podrá ser nunca un aliado.
Para cuando me encuentro nuevamente en casa coloco música a todo volumen para anular los oídos indiscretos y subo hasta mi nuevo centro de operaciones. El moho y el polvo sigue en el mismo lugar, tan asfixiante y mortuorio, que pareciera que estas siendo enterrado vivo. Un estremecimiento me hace jurar hacerme cargo de ello a más tardar el fin de semana. Una vez decido dejar el problema para el Stiles del futuro, me dispongo a investigar toda la relación entre las víctimas y las encantadoras familias Hale y Argent. Al comienzo, podría aparentar que nada tienen que ver una distribuidora de armamento certificada, venida desde Francia, con una de las mayores empresas de construcción de nuestro país y una serie de desafortunados ataques animales. Pero al comparar registros policiales, notas periodísticas y registros históricos, llegué a encontrar cosas realmente jugosas. Hace siete años un atentado por parte de una tal Kate Argent, muerta por ataque animal, casi arrasa con toda la familia Hale. A través de los años un montón de sucesos similares se repiten sin cesar. Cada vez que las familias se reunían cuerpos comenzaban a llover. Quizás se tratase de un extraño fetiche de familias adineradas o talvez una simple coincidencia, aunque lo dudo. Si algo me ha enseñado mi padre luego de años de servicio, es que una vez puede ser accidente, la segunda podrá ser coincidencia, pero luego de la tercera, esto es sin duda un patrón. Y en mi opinión el hecho de que uno de ellos se apellidase plata en francés y el otro reclutara a toda su prole luego de que extraños atentados de un presunto lobo enrabiecido tuvieran lugar, avecinaban algo realmente oscuro. Más si se trata de en un mundo donde los hombres lobo y seres sobrenaturales, caminan entre los mortales.
Parece que es hora, ya no puedo postergarlo más. Realmente desearía no haberme obsesionado con la verdad, no haber jugado al detective ese verano de hace siete años atrás, no haber revuelto cada rincón de la casa buscando desesperadamente un porqué para una enfermedad incurable, y el detrás de todas aquellas cosas inexplicables. Porque la cruda realidad, es que una vez que la conocías, que sabías qué eran esas extrañas sombras asechando en cada rincón, ya no había vuelta atrás. El conocimiento es como una alucinación esquizofrénica; intentarás esconderlo, disimularlo y olvidarlo, pero siempre estará ahí recordándote lo que eres y jamás podrías ocultar, otro lunático excéntrico en un mundo demasiado cuerdo como para soportarlo. Hay veces en que la ignorancia parece la verdadera ganancia.
Juré que no iba a fisgonear entre las peligrosas familias Hale y Argent. Y aquí me tienes, acorralado por una situación irreversible que me obliga a inmiscuirme. Me preparo para realizar una llamada de la que nunca podre retractarme, una por la que no podre disculparme. Lo siento papá y mamá, sé que esto no es lo que ustedes querían, pero, la mayoría de las veces, el destino reparte sus cartas a placer y nuestra familia nunca fue de sus jugadores favoritos.
– Hola, Malcolm. Necesito que averigües algo por mí.
Sign up to rate and review this story