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Pokemon: Los Viajes por Tiquicia
Evolución o Involución
por Kyonides
Con una mente abierta pero con los ojos bien cerrados
Pasados quince minutos después de las diez de la mañana de un día cualquiera, Brock pasaba frente a un supermercado que está abierto hasta la medianoche. De repente algo lo sacó de su concentración. Se trataba de algo realmente único en su tipo.
—Joven, sí usted, joven.
—¿Yo? ¿Qué se le ofrece, señor?
—No te dirijas a mí como a un señor de entre muchos, dime señor Meldor, líder de los altos elfos de los vados de Lothárien.
—Ah... Como usted diga, señor... Meldor.
—Lo pensaste mucho, chico. Para la próxima no te tardes tanto. Ay, humanos, me recuerda cuando yo fui uno de ustedes y preferí abandonarlos.
—¿Cómo dice? ¿Fue usted un humano tiempo atrás? Pero si yo lo veo tan humano como todos los demás...
—¡Qué ignorante! ¿Acaso no ves que poseo una largas orejas élficas? Con esto y mi porte señorial debió bastarte para que notaras la gran diferencia entre ustedes los mortales y yo.
—Bueno, sí tiene las orejas puntiagudas, mas no son tan largas...
—¡A callar! Tal parece que he de contarte en primera instancia el porqué sigues confundido. Yo fui un humano como cualquiera de ustedes, los que por todo se enferman. De eso ya han pasado siglos, muchas centurias sin lugar a dudas. Llegado el día de la verdad un pariente mío, a quien yo llamaba tío abuelo, me declaró que yo era hijo de una humana y que mi padre no era menos que un señor elfo de alta alcurnia. Eso me hacía a mí un semielfo, lo cual debieron ocultar por mi propio bien hasta que yo madurara lo suficiente como para poder encarar esa ruda realidad. Solo entonces yo pude comprender por qué no me era posible sentir una frente ardiendo de fiebre. Tampoco iría a padecer de algo como la viruela o las paperas.
"Cuando yo apenas tenía ventiún años, mi verdadero padre, el señor Cernunnos Elfarión, me dio a escoger entre morir como un simple humano de escaso valor y ser un elfo hecho y derecho. Yo no lo pensé ni una vez y opté por evolucionar. Heme aquí, con todas las galas de un alto señor élfico.
—Vaya... Qué historia tan hilar... Tan bien hilada y "extremadamente impresionante"... Señor... Meldor, aún no me ha dicho por qué todavía sigue rondando por las calles de una ciudad humana si está repleta de mortales, como los llamó usted.
—¡Qué bien que aún le quedan luces a algunos seres humanos de esta corrupta época! Me sabrás disculpar, pero es difícil encontrar a un humano tan presto a asistirlo a uno en el viaje de retorno a sus tierras señoriales. Has de comprender que yo estuve acá con el firme propósito de rendir un detallado informe a nuestro rey sobre el presente estado de las sociedades humanas y elegí esta como la última parada en mi camino antes de regresar con los míos a las tierrar inmemoriales. Sin embargo, me he percatado de que hay humanos que nos siguen la pista cual si fuéramos simples animales salvajes. Esto me ha llevado a solicitarte que no reveles mi presente ubicación, por lo menos trata de no hablar al respecto hasta que yo ya me haya retirado de este mundo degenerado.
—Eh... Está bien... Cuente conmigo, no se los revelaré siempre y cuando no me vayan a torturar por esto.
—A como está este mundo, ni yo te lo puedo negar. Más te valdrá ser valiente y serás bien recompensado por mi padre si sobrevives a esta hecatombe social.
—Je, je, je... Muchas gracias por su apoyo, señor Meldor...
—No tienes que agradecerme, mejor guárdate eso para cuando seas honrado por mi padre por prestar tan valiosos servicios a nuestro reino. Ahora me retiro. Espero que nos volvamos a ver en mejores circunstancias.
—Qué la paz y la tranquilidad sean con usted... Creo yo...
Cuando Brock no había conseguido sobreponerse de ese ilógico encuentro con el hombre que se autoproclamo un señor de los altos elfos, otro personaje lo abordó para hacerle un millar de preguntas. Esto sucedió a escasos minutos de haber conversado con Meldor.
—Discúlpeme, jovencito. No se habrá topado hoy con un señor al que no le gusta que le llaman solo por el título genérico de señor. Lo ando buscando por todos lados y aún nadie me ha hecho saber nada sobre su actual paradero...
—¿Y qué es lo que ocupa saber con exactitud? Digo, —comentó Brock con la cabeza más revuelta después de la rara conversación anterior— yo quería preguntarle por la causa de esa intensa búsqueda que usted lidera. ¿A qué se debe que se esfuercen tanto por no perderlo de vista?
—Ay, joven, si usted supiera lo que nos ha costado mantenerlo bajo tratamiento clínico en casa de sus familiares. Si usted se lo hubiera topado, ya sabría que él afirma ser un semielfo... O un elfo o alto elfo y cosas por el estilo. Está en un lamentable estado de salud. Su cerebro ya no procesa bien la información y ahora se traga los cuentos e historias de los libros como los de Tolkien, entre otros.
—No me diga... En tal caso yo le puedo asegurar que lo he visto. Me contó que le gustaba que lo llamaran señor Meldor, hijo de un tal señor élfico conocido como Cernun...
—¿De casualidad te dijo que su nombre completo era Cernunnos Elfarión? Pues sí... En otras ocasiones él se ha dejado decir que sirve al rey Angus Elphireos de la baja Lothárien...
—Sí, sí —afirmó Brock con entusiasmo y mayor tranquilidad mental—, ese hombre también mencionó esa ficticia localidad... Es más, hasta llegó a mostrarme sus puntiagudas orejas de elfo. No eran tan larga como me las hubiera imaginado...
—Es que eso es lo único en lo que se parecen y todo porque antes de que pudiéramos llevarlo donde un médico especialista se había escapado con rumbo al país industrial del Norte a someterse a una cirugía plástica en sus orejas. Y todo se debe a que él ya había evolucionado, ya no era un simple humano ni un semielfo incompleto... Era solo un señor elfo, hecho y derecho.
—Me parece que lo estoy oyendo nuevamente...
—Te ruego que no lo tomes a mal, pero él me ha tenido corriendo detrás de él por todos lados y necesitaba desahogar mis penas, penas causadas por un demente que se niega a ser tratado con las medicinas.
—No se diga más, aquel hombre se fue en esa dirección y luego dobló en la segunda esquina. No me extrañaría que logre sorprenderlo esta vez y se lo pueda llevar al sanatorio, porque según él no podía ir muy de prisa o se percatarían de que estaba escondiéndose.
—De veras, no tiene idea de cuánto le agradezco por esa vital información y en cuanto lo agarre, llamaré a su familia para que nos recojan por acá, en la radial para llevarlo al Chapuí, que es el sanatorio con el que contamos en este país.
—Pierda cuidado —le dijo Brock—. Todo sea por ayudar a gente necesitada o en pésimo estado mental...
—Le agradezco de nuevo y le recuerdo que no se crea esas historias tan disparatadas. La evolución solo se da en los Pokemon y nada más.
—Por supuesto, señor. ¡Qué tenga un buen día!
—Solo me falta mencionarle una cosa más... Si ve a un Treecko muy gruñón por ahí, dígale que de seguro él usaba un señuelo y que sería mejor que me busque a mí...
—Así lo haré, no se preocupe.
De pronto Brock se percató de algo que lo incomodaba. Si era cierto que un Pokemon seguía un rastro erróneo y debía reunirse con el señor que procuraba internar al enfermo, Brock no tendría cómo explicarle al Pokemon quién le había pedido tal favor. La preocupación no lo dejaba salir libre de su prisión mental, pero al cabo de unos minutos la esperada liberación hizo su teatral acto de presencia. Una hermosa chica de castaños cabellos brillantes y sin puntas abiertas salió del supermercado con una bolsa de plástico no biodegradable y repleta con artículos que habían costado hasta un veinticinco por ciento más que en otros lados. Nuestro amigo de la región de Kanto realmente intentó halagarla con una introducción cantada al ritmo del reggaeton, que por esos tiempos sonaba demasiado en las radios.
—Eh, yo... No sé... ¡Ay, ya déjeme, muchacho insolente! ¿Cómo se atreve a hablarme con esa confianza! Tenga.
—¿Qué me has de regalar mi hermosa princesa? Ay, no... Eso no... Duele... Quema y mucho...
El antiguo líder de gimnasio comenzó a sentir lo picante que era el gas pimienta que salía en aerosol. La muchacha se acabó la botellita y se devolvió al comercio para comprar la segunda.
—Sabe, mi querida princesa —dijo Brock con mucha seriedad—, creo que mis tristes ojos ya entendieron el significado de esas señales tan ardientes. Discúlpeme por causarle esta molestia.
—Solo por si las dudas le echaré este otro tarro completito.
—Creo que será mejor que digan que aquí corrió que su preciada vista perdió...
Sin darse cuenta en el momento, Brock había doblado en la esquina y fue a dar a la insegura Calle de la Amargura Evidente. Ahí, antes de cruzar las vías del tren que hacía unos años había reanudado sus operaciones, trató de normalizar su respiración debido al gran susto que le provocó la amenaza por demás seria que le lanzara la joven hermosa pero igual de peligrosa. Aquel cocinero autodidacta del equipo de los bobos solo podía recordar una cosa más.
—La verdad es que en un momento así... Hubiera preferido un jalón de orejas de la agresiva marimacha de Misty... Que sentir cuán irritante puede ser ese gas... Las películas no mentían... Ni exageraban cuando mostraban a los criminales pegando alaridos al cielo sin cesar... ¿Y ahora cómo le haré para ver dónde me encuentro?
El encuentro con el primer líder
Tras una hora de tropiezos, equivocaciones, cambios de rumbos y de haberse subido a un bus que pasaba por la radial, Ash y Misty por fin llegaron a un gimnasio Pokemon. Lo curioso de eso era que este se ubicaba en un segundo piso. La planta baja no estaba destinada a aulas o centros de entrenamiento para los aprendices del líder. Más bien estaba ocupado por varios negocios como un centro de fotocopiado, de fotografía y un pequeño restaurante. Los jovencitos debieron pasar por una entrada enrejada y subir por unas escaleras que solo tenían el ancho de una persona y media. De nuevo Misty impuso su voluntad sin pensar en los sentimientos del emocionado Ash.
—No, Ash, sé un caballero y déjame subir primero.
—Ay, yo soy el retador y por eso soy quien debe presentarse primero. ¡A un lado!
—¿Pero qué te pasa? ¿Qué no sabes que a una damisela como yo se la debe respetar?
—¿Damisela? ¿Y qué es eso?
—Ayyy, Ash, eres todo un caso. Lo que quise decir es que aún no entiendo cómo puedes ignorar a una jovencita tan adorable como yo. ¿Ahora sí te quedó claro, Ash?
—Pero Misty, tú ya sabes que yo no me guío porque los Pokemon sean adorables o muy vistosos. Lo que me interesa es saber cuán poderosos son los Pokemon del líder del gimnasio. Espero que sean todo un reto.
—Me refiería a mí. Yo soy la adorable —especificó Misty asegurándose de que le mostrara muy bien sus flamígeros ojos a Ash.
—Bueno, creo que ya lo entendí... Por ahora —dijo Ash dejando a su compañera de viajes atrás— solo nos queda hablar con el líder del gimnasio. No te quedes ahí paradota, sube de una buena vez. Esto será de lo más interesante.
Misty siempre subió, pero lo hacía a un ritmo bastante lento. Dejó escapar un suspiro y volteó a ver a su Togepi para luego abrazarlo con un poco más de firmeza. El muchacho de Pueblo Paleta ya estaba frente a la puerta y solo aguardaba el momento en que su compañera diera señales de vida para poder entrar al recinto. No se tardó nada en llamar a la puerta una vez que ella ya se encontraba a su lado. Él esperaba que estuviera "bien lista" para darle apoyo moral durante la siguiente batalla. Luego de dos intentos nadie había contestado. Al recostarse a la pared notó que algo lo incomodaba, el objeto no era más que un intercomunicador.
—Ah, mira Misty, aquí estaba esto...
—Me parece que no hubiéramos perdido tanto tiempo si no te la pasaras recostadote a la pared y pegándole débilmente a la puerta... ¿No crees lo mismo Togepi?
—Pero si fue por recostarme que me pude dar cuenta de la presencia del intercomunicador...
—Ay, ya basta con tus excusas. ¿Qué esperas para utilizarlo?
—Sí, lo haré ahora mismo. Ya verás que esta vez sí va a atendernos. ¡Hola! ¿Hay alguien en casa?
—Ese no es el botón, es el otro y debes dejarlo presionado...
—¿Cómo va a ser así? El que vi en Pueblo Paleta no requería de presionar...
—¿Qué? Ya los conocías y aún así te atreviste a jugar con eso... Bueno, este modelo funciona así y porque sí.
—Misty, creo que este es bien parecido a...
—Es así.
—¡Qué no! Permíteme intentar...
—¡Es así porque YO lo digo!
—Cálmate... Ahora sí lo haré como tú me dices, solo mantente tranquila.
Se contabilizaban tres intentos fallidos entre los cuales se incluía uno en el que lanzó un reto haciendo el peor uso del ritmo del rap y de los pobres efectos de sonido que él producía.
—Ay, esto está muy entretenido. Nunca lo había intentado. Déjame probar con eso que llaman reggaeton. A ver... ¿Cómo iba el ritmo? Ah sí, iba de esta forma...
—Hazte a un lado, reggaetonero fracasado. Veras cómo una profesional en relaciones públicas debe llamar a la puerta. ¡Buenos días a todos! ¿Se encuentra el guapo líder del gimnasio por aquí?
A pesar de lo arrastrada que sonó Misty, la especialista, no hubo alma que respondiera a sus llamados. Ash se desesperaba y le solicitaba a ella que le permitiera hablar por el intercomunicador nuevamente. En esa discusión estaban cuando finalmente el joven Ketchum consiguió oprimir el botón y gritar un "hola, hola". La puerta se abrió de par en par y una persona adulta de estatura promedio salió a su encuentro.
—Wow, no creí que me toparía a nadie frente a las escaleras el día de hoy. De no ser porque ya iba a salir ni me hubiera percatado de que ustedes se encontraban en esta parte. ¿Me pueden decir quienes son ustedes y qué es lo que desean?
—¿Cómo está, señor? ¿Es usted el líder de este gimnasio? A propósito... Quería preguntarle una cosa más antes de continuar...
—Pues es corrupto, digo, es correcto, yo soy el líder del gimnasio. ¿Cuál era tu otra pregunta?
—Ah sí es usted. Una cosa —comentó Ash antes de acercarse un poco al líder para hablar en voz baja—... ¿No hemos llegado a un simple gimnasio de ejercitación, verdad?
—No, hombre. Puedes estar tranquilo. Eso solo ocurre por las mañanas entre seis y nueve. Bueno, quizá deba mencionar que también hay otra después de las siete, pero esa sí incluye a los Pokemon, es solo para garantizar la seguridad de nuestros clientes y del establecimiento. Después de una sesión matutina no quedaría nada de mi gimnasio.
—Entonces sí es un gimnasio común y corriente —acotó Misty con los ojos entrecerrados—...
—No lo niego, pero solo pueden ingresar entrenadores o criadores de Pokemon. Durante el resto de la jornada se aceptan todos los retos que haya por delante.
—¿Ah sí? Entonces —dijo Ash mientras se acomodaba para hacer una pose especial— yo, Ash Ketchum de Pueblo Paleta lo reto a un duelo Pokemon. Ahora dígame cuáles son las reglas de este gimnasio.
—Por ahora ninguna o más bien solo hay esta... Que no podré atenderlos, mejor vuelvan la próxima semana cuando yo ya esté libre de otros compromisos. Por el momento me van a disculpar, pero ocupo que me brinden más espacio para poder salir.
—¿Qué? ¿El líder de gimnasio se rehusa a aceptar mi reto? Pero, pero... No lo entiendo... ¿Por qué me hace esto?
—¿De veras piensas irse así no más? —preguntaba la sorprendida de Misty.
—Hey, Misty. ¿Acaso tú puedes negarte así porque así a luchar contra los entrenadores?
—No, Ash. La verdad es que no es así de simple...
—Tranquilos los dos. Tengo una carta aquí conmigo de la Junta Directiva de la Liga Tica. Como pueden ver el permiso me lo otorgaron como dice en esta línea y va a expirar dentro de siete días naturales, o sea, en una semana.
—Yo quería enfrentarlo de una vez y ver si hoy por la noche ya podía pulir mi primera medalla de la región Tica.
—Te comprendo a la perfección —aseveró el íder del gimnasio—, mas no podré cambiar esto. Se debe a unos problemas personales, por no decir que de mi novia. ¡Vaya que me tomó por sorpresa!
—¿Por qué lo dice? —inquirieron ambos entrenadores Pokemon a la vez— ¿Qué le ocurrió?
—Aún no estoy seguro, pero lo que le entendí es que le está afectando su salud de forma muy alarmante.
—Ay, qué pecado. La pobrecita se fue a enfermar de esa manera... Anda, Ash, ofrécele tu a, yu,da...
—Está bien, solo deja de pegarme con tu codo... ¿Hay algo en lo que te podamos ser útiles?
—No, en nada en lo absoluto. De igual forma se los agradezco de parte de ella y yo les mostraría mi gratitud en cuanto me permitan bajar con mi equipaje y algunos efectos personales de ella.
—Oh no... ¿No me diga que piensa acompañarla a ella en el hospital de día y de noche? ¡Ay, eso sí que es tierno! ¡Eso en verdad que es amor!
—Tal vez, talvez sea otra cosa... Como tres cuartas partes del peso de esta maleta, la primera de tres, lo ocupan las pertenencias de mi novia... Jamás creí que una relación pesara tanto sobre los lomos de uno... Bueno, con gusto les puedo recomendar otros gimnasios donde pueden empezar su aventura Pokemon en esta, nuestra región, mientras bajamos las gradas.
—Eh, sí... Creo que eso nos sería de gran ayuda... Como diría Brock de estar aquí, nunca hay que despreciar cualquier información que nos puedan brindar a los viajeros como nosotros que vamos por tierras extrañas.
—Brock nunca dijo eso y... Él no es tan sabio —comentó la pelirroja.
—¿Ah no? Bueno, pero eso siempre sonó bien al final. ¿No es así líder? Es cierto, aún no nos hemos presentado. Yo soy... Ah no, eso ya lo dije... ¿Podría decirnos cuál es su nombre?
—Vaya... Hasta que por fin te diste cuenta. ¿Cuántas veces más pensabas presentarte, Ash Ketchum?
—Misty, por favor...
—Ah, tienen razón. Soy Kyonides, líder del gimnasio de San Pedro. Y el lema de aquí es "si por algo temen enfrentarse con lo inesperado, mejor bájense de ese podio y pidan un aventón a casa" o raid como le dicen por estos lares, je, je, je, je.
—Por lo visto no se complica la vida para nada...
—Vuelves a tener la boca llena de razón, Ash. Mucho gusto de conocerlos. Probablemente los veamos la próxima semana.
Los chicos no tenían un buen sabor de boca luego de ver que Kyonides, el primer líder de gimnasio a quien se enfrentaría el único representante de la familia Ketchum, terminó de cargar equipaje en el maletero y arrancó su carro para irse por la radial de San Pedro.
—¿Sabes algo, Misty? Todavía sigo sin tener idea qué clase de gimnasio es este. ¿Será un gimnasio de Pokemon de pelea?
—No tengo la menor idea, Ash. De por sí no nos queda otra cosa que ir juntos a localizar el otro gimnasio.
—Sí, así es... ¡Qué decepción!
—¿Qué insinua, jovencito?
—Pues... Que deberíamos ver si el Equipo Rocket todavía anda por estos lados... Tal vez ahora sí recuperemos a los Tauros que se robaron ayer...
—Ah, era eso... Aún tenemos tiempo de buscar otro gimnasio, Ash, pero ni modo...
—Velo de este modo, así mataremos tiempo haciendo algo por alguien más.
—(¿Y por qué no por mí para variar?)
Gracias por la gran ayuda...
Cuando el joven Brock dejaba de jadear tanto por causa del carrerón, notó que no estaba solo, había alguien más en la misma pésima condición física. De pronto sintió que ese individuo se apoyaba en su hombro como para no tambalearse. Instintivamente Brock volteó para tratar de ver de quién se trataba. No obstante sus ojos no querían abrirse por tanta irritación. El diminuto misterio se aclaró a los pocos segundos.
—Ay, compita, no creí que esa muchacha de tan buen porte fuera tan, pero tan fiera y sin usar las uñas. Para peores, mi amiga Jessie no la detuvo ni fue a reclamarle una retribución. Oh pobres, nosotros que nos robamos algo de comer para sobrevivir tras tantas penurias provocadas por una sola ratita amarilla.
—Disculpa, Ja...
—Me las pagará esa rata pintada con crayolas. Para peores lo hicieron con las que me robaron a mí, un ilustre miembro del glorioso Equipo Rocket. Sí, así será cuando llegue el día de mi venganza.
—Perdón, James, pero ustedes se lo buscaron todas esas veces que secuestraron a nuestro amigo, Pikachu.
—Aaaj... Pero si es uno de los bobos. ¿Qué está haciendo aquí? ¿Y cómo es que sabe del hurto y no ha hecho nada por devolvérmelas? ¿Qué no entiende que mi imaginación se quedó en blanco y negro por culpa de eso y de las electrocuciones de Pikachu?
—Pues no lo sabía... Sin embargo ahora me aseguraré de entregarte con la oficial Jenny y por lo mismo tendrás mucha suerte. Otro oficial te habría interrogado a punta de patadas y manotazos.
—Ay, gracias por la ayuda... Es solo que prefiero irme de aquí, aunque sea dando tumbos en mi camino hacia la libertad... ¡Chao!
—¿A dónde crees que vas? ¡Vuelve aquí, criminal de pacotilla! Si vuelves a huir, me aseguraré de que lo único que veas por el resto de tu vida sean unos barrotes de acero enfrente.
—Calma, calma. Estoy seguro de que ninguno de los dos está en condiciones de perseguir a nadie o de huir hasta los confines de la Tierra.
—Lastimosamente debo concederte toda la razón. Un descansito no vería nada mal —dijo el joven de tez morena que no había dejado de jadear—.
—¡Qué bien que podemos estar en paz y de acuerdo con algo, que hay que reponer energías después de recorrer esos cincuenta metros planos!
—¿Eran cincuenta? Por poco creí que estaba muriéndome por correr tan solo veinticinco. ¡Qué alegría que no fue así!
—Ay, lo malo es que con ese aerosol me hizo gritar como para que pudiera comprobar si yo tenía aptitudes para el canto, y no pude negarme, por el intenso dolor que sentía en mis parpaditos y pestañitas... Y especialmente ahora le dio por hacer que audicionara, solo porque ese gordinflón de Pavarotti ya no me puede criticar... Tal vez me deseaba convertir en su digno sucesor...
—¿No te creíste eso ni por un minuto, verdad?
—Claro que era posible... No, la verdad es que no sabía quién de los tres, Jessie, la muchacha y yo, estaba más loca...
—Querrás decir que no sabías quién estaba más loco...
—No... ¿Por qué lo sugieres?
—Por nada en especial... (Solo espero que no mencione ese nombre... ¡Ese nombre no!)
—Bueno, tal parece que solo hay que seguir caminando. Por aquí vamos bien... Bastará con no dejar de tocar la pared.
—Ayyy. ¿No dijiste que solo bastaría con guiarse por la pared para no tropezar? —preguntó Brock indignado por no saber antes que el suelo era irregular—. ¿Entonces cómo explicas esto?
—Eh, eso yo no lo sé. Sugiero que nos sentemos aquí en el muro que está bajito y no nos movamos de aquí hasta que se nos pase el efecto.
—Realmente no tengo alternativa —afirmó Brock sin reflejar el entusiasmo de siempre— debido al mal estado de mi vista, así que no estará mal que me siente por un rato.
—Guau, no hay nada más relajante que perder el tiempo descansando. Ay, ay, ay.
—¿Qué ocurrió, James? No, no, ayyy... ¡Echen paja!
La caída fue estrepitosa y sorpresiva para ambos, aunque el representante del Equipo Rocket debió haberlo previsto y no lo hizo. Todo se debió al colapso repentino de una de las paredes del hoyo que los tres habían cavado cuando iban huyendo con los Tauros para asegurarse de que no los seguirían esa vez. Esta nueva versión era más compleja, tenía más de un suelo falso y otras cosas que luego descubrió Brock.
—Esto denigrante, he vuelto a caer en un hoyo que nos dejara el Equipo Rocket y para colmo de males James no lo recuerda y también cae en él. No, no... Aún si no puedo ver no pienso quedarme aquí como un inválido, la Oficial Jenny me necesita.
—Me vas a disculpar pero cuando cavamos esto no me fijé en dónde lo habíamos dejado. Si quieres te puedo advertir que no falles en tu intento de salir de aquí...
—Ay, ay, ay. Esa parede está muy empinada para escalarla. ¿Pero qué está pasando con el suelo? ¡Ay, mamá, aquí me hundo de nuevo! ¿De mera casualidad le pusieron un piso falso al hoyo, James?
—La verdad que sí y siendo tú no volvería a tratar de escapar, es casi imposible y es realmente peligroso.
—Rendirse no es una opción para el Campeón de las Oficiales Jenny y las enfermeras Joy. Tengo que salir de aquí a como dé lugar. A ver díme qué otras cosas debo saber.
—No, nada más. Eso debería ser todo...
—Ay, Geróni... ¡Qué dolor siento en mi espalda! Ni siquiera me dejó terminar la frase. ¡Ayyy! ¿Por qué el piso está tan duro?
—Ah eso se debe al genio del Equipo Rocket. Esta vez nos aseguramos de colocar dos pisos falsos y debajo una capa de rocas en todas las direcciones para desalentar a los bobos como tú, que creen que no hemos aprendido nada en estos años que llevamos luchando por robarnos a ese Pikachu. ¿Qué crees? Al final de cuentas sí funcionó...
—¿Y te alegras por eso? Ustedes sí que son unos completos desalmados. Ya deberían estar pagando por las fechorías que han cometido todo este tiempo.
—En realidad solo estoy contento en parte —aclaró James con vehemencia—. Lamentablemente yo también caí hasta el fondo y luego me mareé. No sé si recuerdo lo que era tener una espalda enterita.
—No me lo termino de creer... Mejor pido ayuda. ¿Ay alguien ahí? Estamos aquí atrapados y para poder salir necesitaríamos una cuerda. ¿Me oyen? ¡Ayuda!
—Te dejo eso —dijo James con un tono que delataba una depresión—, porque lo que soy yo creo que no podré continuar este ingrato viaje llamado vida. ¡Hasta que nos volvamos a ver, oh mundo cruel!
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Mientras iban de camino al parque de San Pedro, una curiosa Oficial Jenny les pedía que se detuvieran en seco. Los dos jóvenes entrenadores se paralizaron al saber que podían ser buscados por la policía sin saberlo. Ash comenzó a recordar que había algo que no había hecho el día anterior y no era lo de salvar a los Tauros de las garras malignas del Equipo Rocket.. Misty, por su parte, no quiso ni imaginarse qué pudo ocasionar esa urgencia de la agente por hablar con ellos. Tal parecía que se le olvidó que ella había dañado o desinflado varias llantas en un pasado nada remoto.
—Ahora voltéense, por favor. Háganlo muy despacio, que no quiero ninguna sorpresita.
—¿Está todo bien, Oficial Jenny? —preguntó Ash Ketchum con algo de extrañeza.
—Vea que estamos cooperando diligentemente —aseveró Misty con un dejo de nerviosismo.
—¿Por qué lo preguntas? ¿Es que hay algo que yo deba saber? Si es así, será mejor que empiecen a hablar todo lo que sepan, porque después será muy tarde para hacerlo.
—Tranquila, oficial. No hemos hecho nada malo, se lo aseguro. Es más, nosotros ahora solo andamos en busca de otro gimnasio Pokemon, porque el de San Pedro está cerrado hasta nuevo aviso.
—¡Qué raro! Un gimnasio no debería estar cerrado a estas horas del día.
—¿Cómo? ¿El líder del gimnasio no les dejó el recado y las llaves a su cargo para que se las cuidaran? Eso no sería un comportamiento normal de alguien como él —comentó Misty al tratar de recordar las opciones que aquel podía tener.
—No, la verdad es que nunca las recibí.
—Aquí pasa algo raro —dedujo Ash por primera vez en su vida—. Si usted no las tiene, es porque anda tras las llaves del gimnasio. Le cuento que le agarró muy tarde, Oficial Jenny, debido a que Kyonides ya se fue en su auto. Él deberá cuidarlas al máximo para no extraviarlas, así es.
—Sí que te has hecho todo un genio, Ash —aseguró Misty con los ojos entrecerrados—. Tus habilidades de observador casi rivalizan con las de Tracey... Por eso notaste de inmediato que esta oficial Jenny mide varios centrímetros menos que las demás.
—Ay... De veras, no eres tan alta como las demás oficiales. ¿Qué le pasó? ¿No le alcanzaron las vitaminas?
—Se nota que no has aprendido nada de Brock todo este tiempo que ha salido corriendo tras una oficial Jenny o una enfermera Joy. En cambio yo ya sé que ella no lo es, se trata de una impostora. Sí, señor. No puedo equivocarme.
—Uuups, me descubrieron. Tal parece que ya no hará falta este disfraz por cuanto no logré engañarlos.
—Estás en lo correcto, impostora —dijo Misty con una sonrisa maquiavélica en el rostro—. ¿O debo decir Equipo Rocket? Anda, no puedes ocultarnos tu identidad por más tiempo.
—¡Ay, no! ¡Qué ni se les ocurra confundirme con esos criminales de tan poca monta.
—Pero Misty, la Jesse que yo recuerdo tampoco se veía tan bajita ni tan malnutrida a falta de proteínas. Estoy seguro de que debe ser Meowth manejando un pequeño robot.
—Es completamente cierto, Ash, lo cual me sorprende de ti. Además ella o Meowth hizo una mala imitación de la voz de la verdadera oficial. Esa falta de cuidado al imitar la delataron cuando apenas pasaron unos segundos.
—Bueno, yo te escuche hablar de eso varios minutos después.
Entretanto la falsa oficial Jenny suspiraba con tono bastante lastimero por lo que le había dicho la de cabello de zanahoria. No estaba segura de si se repondría de ese ataque verbal. De repente apareció un Pokemon junto a su pierna derecha.
—Miren, es un Ditto —dijo Ash totalmente sorprendido—. No sabía que el Equipo Rocket hubiera atrapado uno. Vaya. Pareciera que esta vez van más en serio o no se habrían desecho de sus otros Pokemon, los muy sinvergüenzas.
—Creo que sacaste una conclusión antes de tiempo, Ash. No creo que forme parte del Equipo Rocket, pero no tengo la menor idea de a quién nos vamos a enfrentar en un duelo. Ash, por favor ten mucho cuidado.
—Es muy cierto, Misty.
—Misty, ya sabe tu nombre...
—Claro que lo sabe. ¿No será porque tú ya lo mencionaste?
—Ay, tienes razón, Misty. Lo siento mucho, lo había olvidado.
—Y ahora prepárense para los dilemas y más vale que los resuelvan...
—Ditto. ¿Ditto?
—No, Ditto. En esta parte de su lema aún no puedes presentarte. Recuerda como lo hacías durante los ensayos. Vas a ver que no te costará mucho trabajo, solo sé más paciente.
—Al menos es tan mala para recitar ese aburrido lema como el mismísimo Equipo Rocket —dijo Misty en un dos por tres.
—Eso no importa, porque soy otra persona a quien usted ya conocieron.
—¿Ah sí? No te creo, de ser así ya te habría recordado.
—Creo que el consejo que le di a mi Ditto también es válido para ti, Ash Ketchum.
—Uy, se sabe mi nombre completo. ¿Alguna vez nos hemos enfrentado en batallas dobles?
—No, Ash, pero andas más cerca que antes solo concéntrate un poco más o espérate a que me quite el disfraz.
—Ay, sí. Mejor que hagas eso para sacarme de la duda de una vez. ¡Ay, ay, ay! Mi pie. No hagas eso, Misty. ¿En qué momento dije algo mal? Es injusto.
—No lo puedo creer, eras tú... Discúlpanos por haberte confundido con el Equipo Rocket, ya sabes cómo es Ash de hiperactivo.
—Pierde cuidado, Misty.
—Ay, pero si eres Duplica. ¿Cómo has estado? ¿Qué has hecho desde que te vimos en la Región Johto la última vez?
—No poco. Basta con decir que me divertí al querer vacilarlos a ustedes.
—Cuéntanos lo que haces aquí en la Región Tica. No esperábamos ver a ningún conocido por este apartado lugar.
—Bueno yo solo continuaba mi viaje. En estos días estuve practicando para presentarme en una de las atracciones de las fiestas de fin de año ahí en Zapote.
—Eso se oye muy bien, tal vez te vayamos a visitar para ver tu espectáculo.
—Ay, gracias, Ash. Se los agradecería mucho.
—Pero miren a todos esos Dittos
—Uno, dos, tres. Oye, sí... Ahora ya son tres. ¿Qué? ¿Ahora salen de la nada?
—No, el tercero es otro que atrapé en mis viajes. Es de otra región y tiene una peculiaridad muy interesante para cualquiera.
—¿Y cuál es esa peculiaridad de la que hablas, Duplica? —preguntó Misty con cierta incredulidad—. Después de que obtuviste a tu Mini-Dit, no ha de haber nada que los supere. Difícilmente puede haber algo por ahí.
—No te creas, Misty. Este Ditto al que llamo Mega-Dit es capaz de convertirse en cualquier Pokemon con suma facilidad. No creerán lo que ven sus ojos.
—Ah... Yo quiero ver que se transforme en mi Cyndaquil. Ve, Cyndaquil.
—Cyndaquil. Cyn, cynda.
—Mega-Dit, transfórmate en ese Cyndaquil. Ahora verán lo que les dejará la boca abierta.
—Vaya —dijo Ash—, pero si es del doble de tamaño. ¿Cómo hizo eso?
—Es que eso es lo que le pasa cuando trata de imitar la forma de un Pokemon pequeño. Ahora transfórmate en un Pikachu como el de Ash.
—Guau, antes yo creía que los Pokemon que atrapabas eran raros, locos y anormales. Creo que ahora debo agregar que son los más desbalanceados y exagerados.
La joven aprendiz de Maestra Ditto no se entristeció al recibir un mensaje tan despiadado de parte de Misty. Tanto la afectó que no tenía ganas de levantar la vista despegándola del suelo.
—(Misty no seas tan mala con ella. Ya habíamos quedado en que ella se propondría a buscar la mayor variedad de Dittos del mundo.) No es para tanto, Duplica. Bien puedes recordar que tu sueño es encontrar a los Dittos más originales que se hayan visto. Así que haznos un favor y levanta esas grandes cejas y pon una larga sonrisa en tu rostro.
—Sí, no hay por qué entristecerse por nada. (Ash, debiste decirlo al revés, primero dices largas cejas y luego una gran sonrisa.)
—(Misty, lo que importa es que me entienda.) Ves, esa sonrisa se ve de lo mejor.
—Tienes mucha razón, Ash —respondió Duplica sin dejar de observar con agrado al joven entrenador—. No debo olvidar cuál es mi meta. Te lo agradezco de todo corazón.
—No fue gran cosa, Duplica. No hagas que me sonroje, por favor.
—Es verdad, Ash, ya te sonrojaste —dijo Misty que creía notar algo raro en él que no era de preocuparse—. Sería mejor que bajaras más la víscera de tu gorra.
La joven del gimnasio acuático de Ciudad Celeste la bajó personalmente hasta llegar al punto que ya no se podía ver los ojos de su compañero. Ash tuvo que detenerla con tal de poder colocarse la gorra como era debido.
—Ji, ji, ji, ji. ¡Ay chicos! Se me había olvidado preguntarles algo. ¿Dónde está Brock? No lo veo con ustedes.
—Ay, de seguro se fue donde la verdadera oficial Jenny...
—Solo no lo tomes a mal —pidióselo Ash a Duplica—. ¿Quieres? Seguro debía decirle algo importante que ameritó que fuera sin compañía...
—Sí, algo como "¡cómo te amo, la alegría de mi vida" —aclaró Misty tratando de imitar la voz de Brock—. ¿No es eso a lo que te referías, Ash?
—Eh, bueno... Esto pudo ser una excepción a la regla...
—No hay ningún problema, Ash. Tiene edad para cuidarse solo, ya verán. Pero díganme cómo es que no están tan seguros de a qué lugar fue. Es una región extraña para todos nosotros como para no dejar aviso del paradero de uno, sobretodo si se supone que viajan todos juntos.
—Yo estoy casi segura de que fue a ver a esa Jenny —acotó Misty sin pensarlo dos veces— porque sería lo único que se me ocurre. Ninguna otra cosa por la que dejaría de visitar el Centro Pokemon a saludar a su adorada enfermera Joy.
—Ni modo. Debo pensar que para más tarde tienen planeado reunirse en un lugar específico.
Ash y Misty solo alcanzaron a mostrar una sonrisa falsa mientras unas cuantas gotas de sudor frío descendían por sus mejillas con la velocidad de una cascada.
—¡Hey! ¿Qué tal si vamos al centro comercial de por aquí? Ahí dentro podríamos ver qué cosas interesantes hay en las vitrinas y de paso podemos esperar a que sea la hora de almuerzo para poder ir al food court.
—Genial... Bueno, en realidad solo me suena bien porque ni a mí ni a Pikachu nos gusta ver las tiendas ni mucho menos ir de compras.
Las dos juveniles féminas se rieron como si ya hubieran orquestado algún plan. Después todos cruzaron la radial por la zona peatonal teniendo cuidado de que los buses estacionados momentáneamente no los dejaran como tortillas de comal y se fueron directo a la entrada principal del mall ubicada a unos cuantos metros teniendo mucho cuidado de no resbalar por el azulejo de la acera. Ash no sabía que lo harían caminar más allí dentro que todo lo que había recorrido hasta esas horas y por eso no objetaba nada hasta ese momento. Estaba convencido de que su vieja amiga Duplica aún necesitaba conseguir más implementos para su show.
En la planta baja las chicas se detuvieron en casi todas las tiendas menos en la de juegos de cartas, animé y figuras de acción de las series clásicas y las más recientes. En cambio Ash sí se quedó a curiosear porque creía haber visto que se llevaba a cabo una serie de enfrentamientos para clasificar a algún campeonato nacional y no sabía de qué justa se trataba.
—Ash, no seas grosero y no nos atrases a mí y a Duplica, que estamos bastante ocupadas eligiendo solo lo mejor para ella.
—Yo solo veía la gente en esa clasificación a un torneo, es más, pensé que tenían en mano algo parecido a un Treecko y a un Totodile...
—Eso no le importa a nadie. Ellos no son más que unos viciosos que ni trabajan duro ni estudian como se debe. ¡Ya vámonos!
—¿Y cómo puedes estar completamente segura, Misty? Además creo que nosotros no portábamos mucho dinero como para que ustedes se pongan a pensar qué se llevan de aquí... Y Duplica también había gastado ya en comprar los útiles que ocupaba para la actividad de la que nos contó.
—No seas respondón, Ash. Yo no tengo que pasar por esta vergüenza solo por tu actitud infantil. Así es que vienes conmigo ahora y sin hacer pucheros.
—Pero quien los hace eres... —dijo Ash sin terminar la oración debido a las facciones de Misty que transpiraban su furia maldita.
La caminata que se tornaba repetitiva, no se veía interrumpida por más de unos segundos como cuando Ash vio por primera vez una consola de videojuegos bien de cerca y vio que ahí se vendían DVD de juegos en los que un Pokemon era el protagonista. Ash ya anhelaba que se tratara de su gran amigo Pikachu. Este también se creía reconocer elementos Pokemon en la carátula del juego. Lo siguiente parada que hicieron como dos horas y mil vueltas más tarde fue en el food court. En cuanto Misty lo dejó en paz por unos momentos, Ketchum se dirigió a uno de los establecimientos de comidas rápidas y solicitó que le vendieran un platillo con comida Pokemon para sus compañeros de viaje. El muchacho que estaba frente a la caja y otro que preparaba los pedidos se le quedaron miraron muy fijamente.
—Joven, me va a disculpar, pero nosotros no vendemos comida Pokemon por políticas de la empresa. También tengo entendido que está prohibido que ustedes viajen con un Pokemon a la vista de todos.
—No lo sabía, señor. La verdad es que ya le dimos vueltas a todos los pisos en ninguna parte se nos indicó nada al respecto. ¿Entonces qué es lo que venden aquí?
—Bueno, le tenemos una serie de combos de hamburguesa con queso, con doble queso o con triple queso. Por otro lado tenemos otras ofertas de dos a cuatro pisos. Eso quiere decir que tiene esa cantidad de tortas de carne a la parrilla por cada piso que usted le agregue.
—Ah, ya veo. Entonces ustedes cocinan la torta de carne a la parrilla en esa planca que veo que tienen por ahí.
—Eh, sí por supuesto, joven. Eso le da el sabor justo de carne a la parrilla...
—¡Ash, apresúrate! Ya estamos cerca de terminar la fila y de comprar arroz cantonés y chop suey.
—¡Ay no, Misty, qué asco! Me dijeron por ahí que a eso le echan carne de los Glameow que desaparecen en la zona.
—¿No te irás a creer todo lo que dicen esos ignorantes y prejuiciosos?
—Yo también escuché acerca de eso —comentó Duplica mientras Misty no perdía de vista a su compañerito—, pero no lo he probado así que no puedo confirmar los rumores, je, je, je.
—Joven. ¿Todavía desea ordenar algo? Vea que todos nuestros combos incluyen papitas fritas y refresco gaseoso, mas puede cambiarlo si le llaman más la atención las bebidas naturales o light.
—Ah, pues sí, qué sea el tres para mí. ¿Verdad que esto incluye el que yo pueda volver a llenar mi vaso de refresco?
—No, lo siento, joven. Para poder hacer eso se ocupa la compra de un combo ocho o la oferta del día. Aún así le podemos cambiar el vaso pequeño por uno mediano simplemente al sumarle unos quinientos colones a su orden.
—Está bien, señor. Solo necesitaba hacerle esa consulta —afirmó Ash con la firme determinación de no dejarse convencer, pues esos combos no eran los más baratos de todos—, no ocupo agrandar el vaso de todos modos. Veamos cuánto dice la caja... Aquí tiene. Está exacto.
—Muchas gracias por su preferencia. Solo háganos el favor de no quedarse esperando frente a la caja, que tenemos a muchos haciendo fila desde hace un rato. ¡Gracias por su cooperación!
—Marcelo, venga acá un toquecito.
—¿Qué se le ofrece, jefe?
—Ve esa babosa como rosada que por ratos cambia de color. Esa que está sobre la muchacha de pelo celeste o azul eléctrico... Por favor, vaya con este frasco de sal y se lo ofrece para que se deshaga esa cosa asquerosa. Igual puede ofrecerle que usted le eche la sal en lugar de ella.
—Con gusto, señor. Voy de inmediato. Todo sea por mantener ese buen servicio al cliente.
—Esa es la actitud positiva que espero de ustedes. No perdamos más tiempo y acuda ahí...
Ese empleado del puesto de comidas se le aproximó a Duplica y le explicó con detalle lo que estaba por hacer. Ella se preocupó demasiado y quiso dejar las cosas en claro antes de que lo peor ocurriera.
—No, joven. Créame que no hay ninguna babosa por aquí, es solo un Poke...
—¿Está segura de que no lo es? Ay...
Lamentablemente el joven no quería ignorar lo que le indicaba Duplica, pero algo fuera de su alcance lo instó a balancearse para no caerse. En ese punto soltó él el envase repleto de sal y estuvo a punto de caer en los Ditto de la entrenadora. Los asustadizos Pokemon se corrieron cuanto antes al percatarse del susto que tenía atrapada a su ama. Al final la sal cayó en el hombro de ella sin que perjudicara a nadie. Mientras el muchacho trataba de hallar palabras para mostrar su pena por ensuciar la ropa de una cliente, Misty sostenía una bandeja y a su Togepi a la vez y aprovechó la confusión para beber sorbos del refresco light que había comprado en el restaurante de comida asiática. Como Ash Ketchum las estaba viendo porque aún no estaba lista su orden, pudo percatarse de que había sido la de ciudad Celeste la causante del embrollo. Ella no podía sostener la bandeja con toda la facilidad del mundo solo porque no quería descuidar ni por un pestañeo a su huevito chillón y al dar una media vuelta le dio un codazo en la espalda al joven.
Unos cuantos minutos después le tocó a Ash llevar su almuerzo a la mesa. Notó que habían corrido una de esas mesas para formar una para cuatro personas. No obstante, la que solo él ocupaba no tenía un apoyo realmente firme.
—¡Qué más da! Voy a tener que meter esta servilleta doblada debajo de la pata de la mesa para que deje de tambalearse tanto.
—Está bien, Ash, pero que no se te olvide ir a lavarte las manos en cuanto termines de hacerlo.
—Ay sí, Misty. Lo haré cuando pueda. Ahora estoy ocupado con esto. ¿Crees que funciona, Pikachu?
—Pika, pikachu —gritó con una sonrisa en el hocico.
—Aún no comprendo cómo ese descuidado empleado del puesto de comida te echó esa sal a propósito. ¿Qué era lo que pretendía, Duplica?
—No le entendí muy bien —comentó Duplica luego de haber permanecido en silencio por unos segundos—. Empezó a hablar de ese frasco con sal y de unas babosas y que por iniciativa propia y por brindar un buen servicio al cliente esperaba que aceptara el ofrecimiento para que yo pudiera librarme de esa molestia.
—Ah, sí, eso. El muchacho de allá de la hamburguesería me explicó que seguramente confundió a tus Ditto con unas babosas y, como se despedazan al echarles sal, quisieron darte el frasco para que te deshicieras de ellos. Creo que él me explicó que el puesto tiene a un descendiente de un tal Iraní por gerente y que ese debió sugerírselo al joven.
—Ah —dijeron las dos muchachitas con la mayor estupefacción.
—Pero qué ignorancia tan grande la de ellos. ¿Cómo pretenden que yo también los confunda con simples babosas y que les eche sal? ¡Qué descaro más grande! Yo creía que era algo como un aerosol con insecticida o algo parecido y temí por mi Mega-Dit.
—Es que me explicó que donde ese Iraní no se qué acostumbraba a hacer eso allá antes de recogerlas del suelo y comérselas así no más.
—¡Qué cerdo eres al contarnos eso! ¿No te pudiste esperar a que termináramos de comer nosotras, Ash?
—Pues no —contestó el despreocupado amigo humano de Pikachu—, debía contarle a ella de una vez que todo se debió a la cultura de ellos... De todas formas dudo que un Ditto se pueda derramar en el suelo con solo que le echen sal. ¿Verdad que eso nunca pasaría, Duplica?
—No, jamás ha sucedido... (Pero no creo que el pobrecillo Mega-Dit tenga que hacer la prueba...)
Evolución o Involución
por Kyonides
Con una mente abierta pero con los ojos bien cerrados
Pasados quince minutos después de las diez de la mañana de un día cualquiera, Brock pasaba frente a un supermercado que está abierto hasta la medianoche. De repente algo lo sacó de su concentración. Se trataba de algo realmente único en su tipo.
—Joven, sí usted, joven.
—¿Yo? ¿Qué se le ofrece, señor?
—No te dirijas a mí como a un señor de entre muchos, dime señor Meldor, líder de los altos elfos de los vados de Lothárien.
—Ah... Como usted diga, señor... Meldor.
—Lo pensaste mucho, chico. Para la próxima no te tardes tanto. Ay, humanos, me recuerda cuando yo fui uno de ustedes y preferí abandonarlos.
—¿Cómo dice? ¿Fue usted un humano tiempo atrás? Pero si yo lo veo tan humano como todos los demás...
—¡Qué ignorante! ¿Acaso no ves que poseo una largas orejas élficas? Con esto y mi porte señorial debió bastarte para que notaras la gran diferencia entre ustedes los mortales y yo.
—Bueno, sí tiene las orejas puntiagudas, mas no son tan largas...
—¡A callar! Tal parece que he de contarte en primera instancia el porqué sigues confundido. Yo fui un humano como cualquiera de ustedes, los que por todo se enferman. De eso ya han pasado siglos, muchas centurias sin lugar a dudas. Llegado el día de la verdad un pariente mío, a quien yo llamaba tío abuelo, me declaró que yo era hijo de una humana y que mi padre no era menos que un señor elfo de alta alcurnia. Eso me hacía a mí un semielfo, lo cual debieron ocultar por mi propio bien hasta que yo madurara lo suficiente como para poder encarar esa ruda realidad. Solo entonces yo pude comprender por qué no me era posible sentir una frente ardiendo de fiebre. Tampoco iría a padecer de algo como la viruela o las paperas.
"Cuando yo apenas tenía ventiún años, mi verdadero padre, el señor Cernunnos Elfarión, me dio a escoger entre morir como un simple humano de escaso valor y ser un elfo hecho y derecho. Yo no lo pensé ni una vez y opté por evolucionar. Heme aquí, con todas las galas de un alto señor élfico.
—Vaya... Qué historia tan hilar... Tan bien hilada y "extremadamente impresionante"... Señor... Meldor, aún no me ha dicho por qué todavía sigue rondando por las calles de una ciudad humana si está repleta de mortales, como los llamó usted.
—¡Qué bien que aún le quedan luces a algunos seres humanos de esta corrupta época! Me sabrás disculpar, pero es difícil encontrar a un humano tan presto a asistirlo a uno en el viaje de retorno a sus tierras señoriales. Has de comprender que yo estuve acá con el firme propósito de rendir un detallado informe a nuestro rey sobre el presente estado de las sociedades humanas y elegí esta como la última parada en mi camino antes de regresar con los míos a las tierrar inmemoriales. Sin embargo, me he percatado de que hay humanos que nos siguen la pista cual si fuéramos simples animales salvajes. Esto me ha llevado a solicitarte que no reveles mi presente ubicación, por lo menos trata de no hablar al respecto hasta que yo ya me haya retirado de este mundo degenerado.
—Eh... Está bien... Cuente conmigo, no se los revelaré siempre y cuando no me vayan a torturar por esto.
—A como está este mundo, ni yo te lo puedo negar. Más te valdrá ser valiente y serás bien recompensado por mi padre si sobrevives a esta hecatombe social.
—Je, je, je... Muchas gracias por su apoyo, señor Meldor...
—No tienes que agradecerme, mejor guárdate eso para cuando seas honrado por mi padre por prestar tan valiosos servicios a nuestro reino. Ahora me retiro. Espero que nos volvamos a ver en mejores circunstancias.
—Qué la paz y la tranquilidad sean con usted... Creo yo...
Cuando Brock no había conseguido sobreponerse de ese ilógico encuentro con el hombre que se autoproclamo un señor de los altos elfos, otro personaje lo abordó para hacerle un millar de preguntas. Esto sucedió a escasos minutos de haber conversado con Meldor.
—Discúlpeme, jovencito. No se habrá topado hoy con un señor al que no le gusta que le llaman solo por el título genérico de señor. Lo ando buscando por todos lados y aún nadie me ha hecho saber nada sobre su actual paradero...
—¿Y qué es lo que ocupa saber con exactitud? Digo, —comentó Brock con la cabeza más revuelta después de la rara conversación anterior— yo quería preguntarle por la causa de esa intensa búsqueda que usted lidera. ¿A qué se debe que se esfuercen tanto por no perderlo de vista?
—Ay, joven, si usted supiera lo que nos ha costado mantenerlo bajo tratamiento clínico en casa de sus familiares. Si usted se lo hubiera topado, ya sabría que él afirma ser un semielfo... O un elfo o alto elfo y cosas por el estilo. Está en un lamentable estado de salud. Su cerebro ya no procesa bien la información y ahora se traga los cuentos e historias de los libros como los de Tolkien, entre otros.
—No me diga... En tal caso yo le puedo asegurar que lo he visto. Me contó que le gustaba que lo llamaran señor Meldor, hijo de un tal señor élfico conocido como Cernun...
—¿De casualidad te dijo que su nombre completo era Cernunnos Elfarión? Pues sí... En otras ocasiones él se ha dejado decir que sirve al rey Angus Elphireos de la baja Lothárien...
—Sí, sí —afirmó Brock con entusiasmo y mayor tranquilidad mental—, ese hombre también mencionó esa ficticia localidad... Es más, hasta llegó a mostrarme sus puntiagudas orejas de elfo. No eran tan larga como me las hubiera imaginado...
—Es que eso es lo único en lo que se parecen y todo porque antes de que pudiéramos llevarlo donde un médico especialista se había escapado con rumbo al país industrial del Norte a someterse a una cirugía plástica en sus orejas. Y todo se debe a que él ya había evolucionado, ya no era un simple humano ni un semielfo incompleto... Era solo un señor elfo, hecho y derecho.
—Me parece que lo estoy oyendo nuevamente...
—Te ruego que no lo tomes a mal, pero él me ha tenido corriendo detrás de él por todos lados y necesitaba desahogar mis penas, penas causadas por un demente que se niega a ser tratado con las medicinas.
—No se diga más, aquel hombre se fue en esa dirección y luego dobló en la segunda esquina. No me extrañaría que logre sorprenderlo esta vez y se lo pueda llevar al sanatorio, porque según él no podía ir muy de prisa o se percatarían de que estaba escondiéndose.
—De veras, no tiene idea de cuánto le agradezco por esa vital información y en cuanto lo agarre, llamaré a su familia para que nos recojan por acá, en la radial para llevarlo al Chapuí, que es el sanatorio con el que contamos en este país.
—Pierda cuidado —le dijo Brock—. Todo sea por ayudar a gente necesitada o en pésimo estado mental...
—Le agradezco de nuevo y le recuerdo que no se crea esas historias tan disparatadas. La evolución solo se da en los Pokemon y nada más.
—Por supuesto, señor. ¡Qué tenga un buen día!
—Solo me falta mencionarle una cosa más... Si ve a un Treecko muy gruñón por ahí, dígale que de seguro él usaba un señuelo y que sería mejor que me busque a mí...
—Así lo haré, no se preocupe.
De pronto Brock se percató de algo que lo incomodaba. Si era cierto que un Pokemon seguía un rastro erróneo y debía reunirse con el señor que procuraba internar al enfermo, Brock no tendría cómo explicarle al Pokemon quién le había pedido tal favor. La preocupación no lo dejaba salir libre de su prisión mental, pero al cabo de unos minutos la esperada liberación hizo su teatral acto de presencia. Una hermosa chica de castaños cabellos brillantes y sin puntas abiertas salió del supermercado con una bolsa de plástico no biodegradable y repleta con artículos que habían costado hasta un veinticinco por ciento más que en otros lados. Nuestro amigo de la región de Kanto realmente intentó halagarla con una introducción cantada al ritmo del reggaeton, que por esos tiempos sonaba demasiado en las radios.
—Eh, yo... No sé... ¡Ay, ya déjeme, muchacho insolente! ¿Cómo se atreve a hablarme con esa confianza! Tenga.
—¿Qué me has de regalar mi hermosa princesa? Ay, no... Eso no... Duele... Quema y mucho...
El antiguo líder de gimnasio comenzó a sentir lo picante que era el gas pimienta que salía en aerosol. La muchacha se acabó la botellita y se devolvió al comercio para comprar la segunda.
—Sabe, mi querida princesa —dijo Brock con mucha seriedad—, creo que mis tristes ojos ya entendieron el significado de esas señales tan ardientes. Discúlpeme por causarle esta molestia.
—Solo por si las dudas le echaré este otro tarro completito.
—Creo que será mejor que digan que aquí corrió que su preciada vista perdió...
Sin darse cuenta en el momento, Brock había doblado en la esquina y fue a dar a la insegura Calle de la Amargura Evidente. Ahí, antes de cruzar las vías del tren que hacía unos años había reanudado sus operaciones, trató de normalizar su respiración debido al gran susto que le provocó la amenaza por demás seria que le lanzara la joven hermosa pero igual de peligrosa. Aquel cocinero autodidacta del equipo de los bobos solo podía recordar una cosa más.
—La verdad es que en un momento así... Hubiera preferido un jalón de orejas de la agresiva marimacha de Misty... Que sentir cuán irritante puede ser ese gas... Las películas no mentían... Ni exageraban cuando mostraban a los criminales pegando alaridos al cielo sin cesar... ¿Y ahora cómo le haré para ver dónde me encuentro?
El encuentro con el primer líder
Tras una hora de tropiezos, equivocaciones, cambios de rumbos y de haberse subido a un bus que pasaba por la radial, Ash y Misty por fin llegaron a un gimnasio Pokemon. Lo curioso de eso era que este se ubicaba en un segundo piso. La planta baja no estaba destinada a aulas o centros de entrenamiento para los aprendices del líder. Más bien estaba ocupado por varios negocios como un centro de fotocopiado, de fotografía y un pequeño restaurante. Los jovencitos debieron pasar por una entrada enrejada y subir por unas escaleras que solo tenían el ancho de una persona y media. De nuevo Misty impuso su voluntad sin pensar en los sentimientos del emocionado Ash.
—No, Ash, sé un caballero y déjame subir primero.
—Ay, yo soy el retador y por eso soy quien debe presentarse primero. ¡A un lado!
—¿Pero qué te pasa? ¿Qué no sabes que a una damisela como yo se la debe respetar?
—¿Damisela? ¿Y qué es eso?
—Ayyy, Ash, eres todo un caso. Lo que quise decir es que aún no entiendo cómo puedes ignorar a una jovencita tan adorable como yo. ¿Ahora sí te quedó claro, Ash?
—Pero Misty, tú ya sabes que yo no me guío porque los Pokemon sean adorables o muy vistosos. Lo que me interesa es saber cuán poderosos son los Pokemon del líder del gimnasio. Espero que sean todo un reto.
—Me refiería a mí. Yo soy la adorable —especificó Misty asegurándose de que le mostrara muy bien sus flamígeros ojos a Ash.
—Bueno, creo que ya lo entendí... Por ahora —dijo Ash dejando a su compañera de viajes atrás— solo nos queda hablar con el líder del gimnasio. No te quedes ahí paradota, sube de una buena vez. Esto será de lo más interesante.
Misty siempre subió, pero lo hacía a un ritmo bastante lento. Dejó escapar un suspiro y volteó a ver a su Togepi para luego abrazarlo con un poco más de firmeza. El muchacho de Pueblo Paleta ya estaba frente a la puerta y solo aguardaba el momento en que su compañera diera señales de vida para poder entrar al recinto. No se tardó nada en llamar a la puerta una vez que ella ya se encontraba a su lado. Él esperaba que estuviera "bien lista" para darle apoyo moral durante la siguiente batalla. Luego de dos intentos nadie había contestado. Al recostarse a la pared notó que algo lo incomodaba, el objeto no era más que un intercomunicador.
—Ah, mira Misty, aquí estaba esto...
—Me parece que no hubiéramos perdido tanto tiempo si no te la pasaras recostadote a la pared y pegándole débilmente a la puerta... ¿No crees lo mismo Togepi?
—Pero si fue por recostarme que me pude dar cuenta de la presencia del intercomunicador...
—Ay, ya basta con tus excusas. ¿Qué esperas para utilizarlo?
—Sí, lo haré ahora mismo. Ya verás que esta vez sí va a atendernos. ¡Hola! ¿Hay alguien en casa?
—Ese no es el botón, es el otro y debes dejarlo presionado...
—¿Cómo va a ser así? El que vi en Pueblo Paleta no requería de presionar...
—¿Qué? Ya los conocías y aún así te atreviste a jugar con eso... Bueno, este modelo funciona así y porque sí.
—Misty, creo que este es bien parecido a...
—Es así.
—¡Qué no! Permíteme intentar...
—¡Es así porque YO lo digo!
—Cálmate... Ahora sí lo haré como tú me dices, solo mantente tranquila.
Se contabilizaban tres intentos fallidos entre los cuales se incluía uno en el que lanzó un reto haciendo el peor uso del ritmo del rap y de los pobres efectos de sonido que él producía.
—Ay, esto está muy entretenido. Nunca lo había intentado. Déjame probar con eso que llaman reggaeton. A ver... ¿Cómo iba el ritmo? Ah sí, iba de esta forma...
—Hazte a un lado, reggaetonero fracasado. Veras cómo una profesional en relaciones públicas debe llamar a la puerta. ¡Buenos días a todos! ¿Se encuentra el guapo líder del gimnasio por aquí?
A pesar de lo arrastrada que sonó Misty, la especialista, no hubo alma que respondiera a sus llamados. Ash se desesperaba y le solicitaba a ella que le permitiera hablar por el intercomunicador nuevamente. En esa discusión estaban cuando finalmente el joven Ketchum consiguió oprimir el botón y gritar un "hola, hola". La puerta se abrió de par en par y una persona adulta de estatura promedio salió a su encuentro.
—Wow, no creí que me toparía a nadie frente a las escaleras el día de hoy. De no ser porque ya iba a salir ni me hubiera percatado de que ustedes se encontraban en esta parte. ¿Me pueden decir quienes son ustedes y qué es lo que desean?
—¿Cómo está, señor? ¿Es usted el líder de este gimnasio? A propósito... Quería preguntarle una cosa más antes de continuar...
—Pues es corrupto, digo, es correcto, yo soy el líder del gimnasio. ¿Cuál era tu otra pregunta?
—Ah sí es usted. Una cosa —comentó Ash antes de acercarse un poco al líder para hablar en voz baja—... ¿No hemos llegado a un simple gimnasio de ejercitación, verdad?
—No, hombre. Puedes estar tranquilo. Eso solo ocurre por las mañanas entre seis y nueve. Bueno, quizá deba mencionar que también hay otra después de las siete, pero esa sí incluye a los Pokemon, es solo para garantizar la seguridad de nuestros clientes y del establecimiento. Después de una sesión matutina no quedaría nada de mi gimnasio.
—Entonces sí es un gimnasio común y corriente —acotó Misty con los ojos entrecerrados—...
—No lo niego, pero solo pueden ingresar entrenadores o criadores de Pokemon. Durante el resto de la jornada se aceptan todos los retos que haya por delante.
—¿Ah sí? Entonces —dijo Ash mientras se acomodaba para hacer una pose especial— yo, Ash Ketchum de Pueblo Paleta lo reto a un duelo Pokemon. Ahora dígame cuáles son las reglas de este gimnasio.
—Por ahora ninguna o más bien solo hay esta... Que no podré atenderlos, mejor vuelvan la próxima semana cuando yo ya esté libre de otros compromisos. Por el momento me van a disculpar, pero ocupo que me brinden más espacio para poder salir.
—¿Qué? ¿El líder de gimnasio se rehusa a aceptar mi reto? Pero, pero... No lo entiendo... ¿Por qué me hace esto?
—¿De veras piensas irse así no más? —preguntaba la sorprendida de Misty.
—Hey, Misty. ¿Acaso tú puedes negarte así porque así a luchar contra los entrenadores?
—No, Ash. La verdad es que no es así de simple...
—Tranquilos los dos. Tengo una carta aquí conmigo de la Junta Directiva de la Liga Tica. Como pueden ver el permiso me lo otorgaron como dice en esta línea y va a expirar dentro de siete días naturales, o sea, en una semana.
—Yo quería enfrentarlo de una vez y ver si hoy por la noche ya podía pulir mi primera medalla de la región Tica.
—Te comprendo a la perfección —aseveró el íder del gimnasio—, mas no podré cambiar esto. Se debe a unos problemas personales, por no decir que de mi novia. ¡Vaya que me tomó por sorpresa!
—¿Por qué lo dice? —inquirieron ambos entrenadores Pokemon a la vez— ¿Qué le ocurrió?
—Aún no estoy seguro, pero lo que le entendí es que le está afectando su salud de forma muy alarmante.
—Ay, qué pecado. La pobrecita se fue a enfermar de esa manera... Anda, Ash, ofrécele tu a, yu,da...
—Está bien, solo deja de pegarme con tu codo... ¿Hay algo en lo que te podamos ser útiles?
—No, en nada en lo absoluto. De igual forma se los agradezco de parte de ella y yo les mostraría mi gratitud en cuanto me permitan bajar con mi equipaje y algunos efectos personales de ella.
—Oh no... ¿No me diga que piensa acompañarla a ella en el hospital de día y de noche? ¡Ay, eso sí que es tierno! ¡Eso en verdad que es amor!
—Tal vez, talvez sea otra cosa... Como tres cuartas partes del peso de esta maleta, la primera de tres, lo ocupan las pertenencias de mi novia... Jamás creí que una relación pesara tanto sobre los lomos de uno... Bueno, con gusto les puedo recomendar otros gimnasios donde pueden empezar su aventura Pokemon en esta, nuestra región, mientras bajamos las gradas.
—Eh, sí... Creo que eso nos sería de gran ayuda... Como diría Brock de estar aquí, nunca hay que despreciar cualquier información que nos puedan brindar a los viajeros como nosotros que vamos por tierras extrañas.
—Brock nunca dijo eso y... Él no es tan sabio —comentó la pelirroja.
—¿Ah no? Bueno, pero eso siempre sonó bien al final. ¿No es así líder? Es cierto, aún no nos hemos presentado. Yo soy... Ah no, eso ya lo dije... ¿Podría decirnos cuál es su nombre?
—Vaya... Hasta que por fin te diste cuenta. ¿Cuántas veces más pensabas presentarte, Ash Ketchum?
—Misty, por favor...
—Ah, tienen razón. Soy Kyonides, líder del gimnasio de San Pedro. Y el lema de aquí es "si por algo temen enfrentarse con lo inesperado, mejor bájense de ese podio y pidan un aventón a casa" o raid como le dicen por estos lares, je, je, je, je.
—Por lo visto no se complica la vida para nada...
—Vuelves a tener la boca llena de razón, Ash. Mucho gusto de conocerlos. Probablemente los veamos la próxima semana.
Los chicos no tenían un buen sabor de boca luego de ver que Kyonides, el primer líder de gimnasio a quien se enfrentaría el único representante de la familia Ketchum, terminó de cargar equipaje en el maletero y arrancó su carro para irse por la radial de San Pedro.
—¿Sabes algo, Misty? Todavía sigo sin tener idea qué clase de gimnasio es este. ¿Será un gimnasio de Pokemon de pelea?
—No tengo la menor idea, Ash. De por sí no nos queda otra cosa que ir juntos a localizar el otro gimnasio.
—Sí, así es... ¡Qué decepción!
—¿Qué insinua, jovencito?
—Pues... Que deberíamos ver si el Equipo Rocket todavía anda por estos lados... Tal vez ahora sí recuperemos a los Tauros que se robaron ayer...
—Ah, era eso... Aún tenemos tiempo de buscar otro gimnasio, Ash, pero ni modo...
—Velo de este modo, así mataremos tiempo haciendo algo por alguien más.
—(¿Y por qué no por mí para variar?)
Gracias por la gran ayuda...
Cuando el joven Brock dejaba de jadear tanto por causa del carrerón, notó que no estaba solo, había alguien más en la misma pésima condición física. De pronto sintió que ese individuo se apoyaba en su hombro como para no tambalearse. Instintivamente Brock volteó para tratar de ver de quién se trataba. No obstante sus ojos no querían abrirse por tanta irritación. El diminuto misterio se aclaró a los pocos segundos.
—Ay, compita, no creí que esa muchacha de tan buen porte fuera tan, pero tan fiera y sin usar las uñas. Para peores, mi amiga Jessie no la detuvo ni fue a reclamarle una retribución. Oh pobres, nosotros que nos robamos algo de comer para sobrevivir tras tantas penurias provocadas por una sola ratita amarilla.
—Disculpa, Ja...
—Me las pagará esa rata pintada con crayolas. Para peores lo hicieron con las que me robaron a mí, un ilustre miembro del glorioso Equipo Rocket. Sí, así será cuando llegue el día de mi venganza.
—Perdón, James, pero ustedes se lo buscaron todas esas veces que secuestraron a nuestro amigo, Pikachu.
—Aaaj... Pero si es uno de los bobos. ¿Qué está haciendo aquí? ¿Y cómo es que sabe del hurto y no ha hecho nada por devolvérmelas? ¿Qué no entiende que mi imaginación se quedó en blanco y negro por culpa de eso y de las electrocuciones de Pikachu?
—Pues no lo sabía... Sin embargo ahora me aseguraré de entregarte con la oficial Jenny y por lo mismo tendrás mucha suerte. Otro oficial te habría interrogado a punta de patadas y manotazos.
—Ay, gracias por la ayuda... Es solo que prefiero irme de aquí, aunque sea dando tumbos en mi camino hacia la libertad... ¡Chao!
—¿A dónde crees que vas? ¡Vuelve aquí, criminal de pacotilla! Si vuelves a huir, me aseguraré de que lo único que veas por el resto de tu vida sean unos barrotes de acero enfrente.
—Calma, calma. Estoy seguro de que ninguno de los dos está en condiciones de perseguir a nadie o de huir hasta los confines de la Tierra.
—Lastimosamente debo concederte toda la razón. Un descansito no vería nada mal —dijo el joven de tez morena que no había dejado de jadear—.
—¡Qué bien que podemos estar en paz y de acuerdo con algo, que hay que reponer energías después de recorrer esos cincuenta metros planos!
—¿Eran cincuenta? Por poco creí que estaba muriéndome por correr tan solo veinticinco. ¡Qué alegría que no fue así!
—Ay, lo malo es que con ese aerosol me hizo gritar como para que pudiera comprobar si yo tenía aptitudes para el canto, y no pude negarme, por el intenso dolor que sentía en mis parpaditos y pestañitas... Y especialmente ahora le dio por hacer que audicionara, solo porque ese gordinflón de Pavarotti ya no me puede criticar... Tal vez me deseaba convertir en su digno sucesor...
—¿No te creíste eso ni por un minuto, verdad?
—Claro que era posible... No, la verdad es que no sabía quién de los tres, Jessie, la muchacha y yo, estaba más loca...
—Querrás decir que no sabías quién estaba más loco...
—No... ¿Por qué lo sugieres?
—Por nada en especial... (Solo espero que no mencione ese nombre... ¡Ese nombre no!)
—Bueno, tal parece que solo hay que seguir caminando. Por aquí vamos bien... Bastará con no dejar de tocar la pared.
—Ayyy. ¿No dijiste que solo bastaría con guiarse por la pared para no tropezar? —preguntó Brock indignado por no saber antes que el suelo era irregular—. ¿Entonces cómo explicas esto?
—Eh, eso yo no lo sé. Sugiero que nos sentemos aquí en el muro que está bajito y no nos movamos de aquí hasta que se nos pase el efecto.
—Realmente no tengo alternativa —afirmó Brock sin reflejar el entusiasmo de siempre— debido al mal estado de mi vista, así que no estará mal que me siente por un rato.
—Guau, no hay nada más relajante que perder el tiempo descansando. Ay, ay, ay.
—¿Qué ocurrió, James? No, no, ayyy... ¡Echen paja!
La caída fue estrepitosa y sorpresiva para ambos, aunque el representante del Equipo Rocket debió haberlo previsto y no lo hizo. Todo se debió al colapso repentino de una de las paredes del hoyo que los tres habían cavado cuando iban huyendo con los Tauros para asegurarse de que no los seguirían esa vez. Esta nueva versión era más compleja, tenía más de un suelo falso y otras cosas que luego descubrió Brock.
—Esto denigrante, he vuelto a caer en un hoyo que nos dejara el Equipo Rocket y para colmo de males James no lo recuerda y también cae en él. No, no... Aún si no puedo ver no pienso quedarme aquí como un inválido, la Oficial Jenny me necesita.
—Me vas a disculpar pero cuando cavamos esto no me fijé en dónde lo habíamos dejado. Si quieres te puedo advertir que no falles en tu intento de salir de aquí...
—Ay, ay, ay. Esa parede está muy empinada para escalarla. ¿Pero qué está pasando con el suelo? ¡Ay, mamá, aquí me hundo de nuevo! ¿De mera casualidad le pusieron un piso falso al hoyo, James?
—La verdad que sí y siendo tú no volvería a tratar de escapar, es casi imposible y es realmente peligroso.
—Rendirse no es una opción para el Campeón de las Oficiales Jenny y las enfermeras Joy. Tengo que salir de aquí a como dé lugar. A ver díme qué otras cosas debo saber.
—No, nada más. Eso debería ser todo...
—Ay, Geróni... ¡Qué dolor siento en mi espalda! Ni siquiera me dejó terminar la frase. ¡Ayyy! ¿Por qué el piso está tan duro?
—Ah eso se debe al genio del Equipo Rocket. Esta vez nos aseguramos de colocar dos pisos falsos y debajo una capa de rocas en todas las direcciones para desalentar a los bobos como tú, que creen que no hemos aprendido nada en estos años que llevamos luchando por robarnos a ese Pikachu. ¿Qué crees? Al final de cuentas sí funcionó...
—¿Y te alegras por eso? Ustedes sí que son unos completos desalmados. Ya deberían estar pagando por las fechorías que han cometido todo este tiempo.
—En realidad solo estoy contento en parte —aclaró James con vehemencia—. Lamentablemente yo también caí hasta el fondo y luego me mareé. No sé si recuerdo lo que era tener una espalda enterita.
—No me lo termino de creer... Mejor pido ayuda. ¿Ay alguien ahí? Estamos aquí atrapados y para poder salir necesitaríamos una cuerda. ¿Me oyen? ¡Ayuda!
—Te dejo eso —dijo James con un tono que delataba una depresión—, porque lo que soy yo creo que no podré continuar este ingrato viaje llamado vida. ¡Hasta que nos volvamos a ver, oh mundo cruel!
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Mientras iban de camino al parque de San Pedro, una curiosa Oficial Jenny les pedía que se detuvieran en seco. Los dos jóvenes entrenadores se paralizaron al saber que podían ser buscados por la policía sin saberlo. Ash comenzó a recordar que había algo que no había hecho el día anterior y no era lo de salvar a los Tauros de las garras malignas del Equipo Rocket.. Misty, por su parte, no quiso ni imaginarse qué pudo ocasionar esa urgencia de la agente por hablar con ellos. Tal parecía que se le olvidó que ella había dañado o desinflado varias llantas en un pasado nada remoto.
—Ahora voltéense, por favor. Háganlo muy despacio, que no quiero ninguna sorpresita.
—¿Está todo bien, Oficial Jenny? —preguntó Ash Ketchum con algo de extrañeza.
—Vea que estamos cooperando diligentemente —aseveró Misty con un dejo de nerviosismo.
—¿Por qué lo preguntas? ¿Es que hay algo que yo deba saber? Si es así, será mejor que empiecen a hablar todo lo que sepan, porque después será muy tarde para hacerlo.
—Tranquila, oficial. No hemos hecho nada malo, se lo aseguro. Es más, nosotros ahora solo andamos en busca de otro gimnasio Pokemon, porque el de San Pedro está cerrado hasta nuevo aviso.
—¡Qué raro! Un gimnasio no debería estar cerrado a estas horas del día.
—¿Cómo? ¿El líder del gimnasio no les dejó el recado y las llaves a su cargo para que se las cuidaran? Eso no sería un comportamiento normal de alguien como él —comentó Misty al tratar de recordar las opciones que aquel podía tener.
—No, la verdad es que nunca las recibí.
—Aquí pasa algo raro —dedujo Ash por primera vez en su vida—. Si usted no las tiene, es porque anda tras las llaves del gimnasio. Le cuento que le agarró muy tarde, Oficial Jenny, debido a que Kyonides ya se fue en su auto. Él deberá cuidarlas al máximo para no extraviarlas, así es.
—Sí que te has hecho todo un genio, Ash —aseguró Misty con los ojos entrecerrados—. Tus habilidades de observador casi rivalizan con las de Tracey... Por eso notaste de inmediato que esta oficial Jenny mide varios centrímetros menos que las demás.
—Ay... De veras, no eres tan alta como las demás oficiales. ¿Qué le pasó? ¿No le alcanzaron las vitaminas?
—Se nota que no has aprendido nada de Brock todo este tiempo que ha salido corriendo tras una oficial Jenny o una enfermera Joy. En cambio yo ya sé que ella no lo es, se trata de una impostora. Sí, señor. No puedo equivocarme.
—Uuups, me descubrieron. Tal parece que ya no hará falta este disfraz por cuanto no logré engañarlos.
—Estás en lo correcto, impostora —dijo Misty con una sonrisa maquiavélica en el rostro—. ¿O debo decir Equipo Rocket? Anda, no puedes ocultarnos tu identidad por más tiempo.
—¡Ay, no! ¡Qué ni se les ocurra confundirme con esos criminales de tan poca monta.
—Pero Misty, la Jesse que yo recuerdo tampoco se veía tan bajita ni tan malnutrida a falta de proteínas. Estoy seguro de que debe ser Meowth manejando un pequeño robot.
—Es completamente cierto, Ash, lo cual me sorprende de ti. Además ella o Meowth hizo una mala imitación de la voz de la verdadera oficial. Esa falta de cuidado al imitar la delataron cuando apenas pasaron unos segundos.
—Bueno, yo te escuche hablar de eso varios minutos después.
Entretanto la falsa oficial Jenny suspiraba con tono bastante lastimero por lo que le había dicho la de cabello de zanahoria. No estaba segura de si se repondría de ese ataque verbal. De repente apareció un Pokemon junto a su pierna derecha.
—Miren, es un Ditto —dijo Ash totalmente sorprendido—. No sabía que el Equipo Rocket hubiera atrapado uno. Vaya. Pareciera que esta vez van más en serio o no se habrían desecho de sus otros Pokemon, los muy sinvergüenzas.
—Creo que sacaste una conclusión antes de tiempo, Ash. No creo que forme parte del Equipo Rocket, pero no tengo la menor idea de a quién nos vamos a enfrentar en un duelo. Ash, por favor ten mucho cuidado.
—Es muy cierto, Misty.
—Misty, ya sabe tu nombre...
—Claro que lo sabe. ¿No será porque tú ya lo mencionaste?
—Ay, tienes razón, Misty. Lo siento mucho, lo había olvidado.
—Y ahora prepárense para los dilemas y más vale que los resuelvan...
—Ditto. ¿Ditto?
—No, Ditto. En esta parte de su lema aún no puedes presentarte. Recuerda como lo hacías durante los ensayos. Vas a ver que no te costará mucho trabajo, solo sé más paciente.
—Al menos es tan mala para recitar ese aburrido lema como el mismísimo Equipo Rocket —dijo Misty en un dos por tres.
—Eso no importa, porque soy otra persona a quien usted ya conocieron.
—¿Ah sí? No te creo, de ser así ya te habría recordado.
—Creo que el consejo que le di a mi Ditto también es válido para ti, Ash Ketchum.
—Uy, se sabe mi nombre completo. ¿Alguna vez nos hemos enfrentado en batallas dobles?
—No, Ash, pero andas más cerca que antes solo concéntrate un poco más o espérate a que me quite el disfraz.
—Ay, sí. Mejor que hagas eso para sacarme de la duda de una vez. ¡Ay, ay, ay! Mi pie. No hagas eso, Misty. ¿En qué momento dije algo mal? Es injusto.
—No lo puedo creer, eras tú... Discúlpanos por haberte confundido con el Equipo Rocket, ya sabes cómo es Ash de hiperactivo.
—Pierde cuidado, Misty.
—Ay, pero si eres Duplica. ¿Cómo has estado? ¿Qué has hecho desde que te vimos en la Región Johto la última vez?
—No poco. Basta con decir que me divertí al querer vacilarlos a ustedes.
—Cuéntanos lo que haces aquí en la Región Tica. No esperábamos ver a ningún conocido por este apartado lugar.
—Bueno yo solo continuaba mi viaje. En estos días estuve practicando para presentarme en una de las atracciones de las fiestas de fin de año ahí en Zapote.
—Eso se oye muy bien, tal vez te vayamos a visitar para ver tu espectáculo.
—Ay, gracias, Ash. Se los agradecería mucho.
—Pero miren a todos esos Dittos
—Uno, dos, tres. Oye, sí... Ahora ya son tres. ¿Qué? ¿Ahora salen de la nada?
—No, el tercero es otro que atrapé en mis viajes. Es de otra región y tiene una peculiaridad muy interesante para cualquiera.
—¿Y cuál es esa peculiaridad de la que hablas, Duplica? —preguntó Misty con cierta incredulidad—. Después de que obtuviste a tu Mini-Dit, no ha de haber nada que los supere. Difícilmente puede haber algo por ahí.
—No te creas, Misty. Este Ditto al que llamo Mega-Dit es capaz de convertirse en cualquier Pokemon con suma facilidad. No creerán lo que ven sus ojos.
—Ah... Yo quiero ver que se transforme en mi Cyndaquil. Ve, Cyndaquil.
—Cyndaquil. Cyn, cynda.
—Mega-Dit, transfórmate en ese Cyndaquil. Ahora verán lo que les dejará la boca abierta.
—Vaya —dijo Ash—, pero si es del doble de tamaño. ¿Cómo hizo eso?
—Es que eso es lo que le pasa cuando trata de imitar la forma de un Pokemon pequeño. Ahora transfórmate en un Pikachu como el de Ash.
—Guau, antes yo creía que los Pokemon que atrapabas eran raros, locos y anormales. Creo que ahora debo agregar que son los más desbalanceados y exagerados.
La joven aprendiz de Maestra Ditto no se entristeció al recibir un mensaje tan despiadado de parte de Misty. Tanto la afectó que no tenía ganas de levantar la vista despegándola del suelo.
—(Misty no seas tan mala con ella. Ya habíamos quedado en que ella se propondría a buscar la mayor variedad de Dittos del mundo.) No es para tanto, Duplica. Bien puedes recordar que tu sueño es encontrar a los Dittos más originales que se hayan visto. Así que haznos un favor y levanta esas grandes cejas y pon una larga sonrisa en tu rostro.
—Sí, no hay por qué entristecerse por nada. (Ash, debiste decirlo al revés, primero dices largas cejas y luego una gran sonrisa.)
—(Misty, lo que importa es que me entienda.) Ves, esa sonrisa se ve de lo mejor.
—Tienes mucha razón, Ash —respondió Duplica sin dejar de observar con agrado al joven entrenador—. No debo olvidar cuál es mi meta. Te lo agradezco de todo corazón.
—No fue gran cosa, Duplica. No hagas que me sonroje, por favor.
—Es verdad, Ash, ya te sonrojaste —dijo Misty que creía notar algo raro en él que no era de preocuparse—. Sería mejor que bajaras más la víscera de tu gorra.
La joven del gimnasio acuático de Ciudad Celeste la bajó personalmente hasta llegar al punto que ya no se podía ver los ojos de su compañero. Ash tuvo que detenerla con tal de poder colocarse la gorra como era debido.
—Ji, ji, ji, ji. ¡Ay chicos! Se me había olvidado preguntarles algo. ¿Dónde está Brock? No lo veo con ustedes.
—Ay, de seguro se fue donde la verdadera oficial Jenny...
—Solo no lo tomes a mal —pidióselo Ash a Duplica—. ¿Quieres? Seguro debía decirle algo importante que ameritó que fuera sin compañía...
—Sí, algo como "¡cómo te amo, la alegría de mi vida" —aclaró Misty tratando de imitar la voz de Brock—. ¿No es eso a lo que te referías, Ash?
—Eh, bueno... Esto pudo ser una excepción a la regla...
—No hay ningún problema, Ash. Tiene edad para cuidarse solo, ya verán. Pero díganme cómo es que no están tan seguros de a qué lugar fue. Es una región extraña para todos nosotros como para no dejar aviso del paradero de uno, sobretodo si se supone que viajan todos juntos.
—Yo estoy casi segura de que fue a ver a esa Jenny —acotó Misty sin pensarlo dos veces— porque sería lo único que se me ocurre. Ninguna otra cosa por la que dejaría de visitar el Centro Pokemon a saludar a su adorada enfermera Joy.
—Ni modo. Debo pensar que para más tarde tienen planeado reunirse en un lugar específico.
Ash y Misty solo alcanzaron a mostrar una sonrisa falsa mientras unas cuantas gotas de sudor frío descendían por sus mejillas con la velocidad de una cascada.
—¡Hey! ¿Qué tal si vamos al centro comercial de por aquí? Ahí dentro podríamos ver qué cosas interesantes hay en las vitrinas y de paso podemos esperar a que sea la hora de almuerzo para poder ir al food court.
—Genial... Bueno, en realidad solo me suena bien porque ni a mí ni a Pikachu nos gusta ver las tiendas ni mucho menos ir de compras.
Las dos juveniles féminas se rieron como si ya hubieran orquestado algún plan. Después todos cruzaron la radial por la zona peatonal teniendo cuidado de que los buses estacionados momentáneamente no los dejaran como tortillas de comal y se fueron directo a la entrada principal del mall ubicada a unos cuantos metros teniendo mucho cuidado de no resbalar por el azulejo de la acera. Ash no sabía que lo harían caminar más allí dentro que todo lo que había recorrido hasta esas horas y por eso no objetaba nada hasta ese momento. Estaba convencido de que su vieja amiga Duplica aún necesitaba conseguir más implementos para su show.
En la planta baja las chicas se detuvieron en casi todas las tiendas menos en la de juegos de cartas, animé y figuras de acción de las series clásicas y las más recientes. En cambio Ash sí se quedó a curiosear porque creía haber visto que se llevaba a cabo una serie de enfrentamientos para clasificar a algún campeonato nacional y no sabía de qué justa se trataba.
—Ash, no seas grosero y no nos atrases a mí y a Duplica, que estamos bastante ocupadas eligiendo solo lo mejor para ella.
—Yo solo veía la gente en esa clasificación a un torneo, es más, pensé que tenían en mano algo parecido a un Treecko y a un Totodile...
—Eso no le importa a nadie. Ellos no son más que unos viciosos que ni trabajan duro ni estudian como se debe. ¡Ya vámonos!
—¿Y cómo puedes estar completamente segura, Misty? Además creo que nosotros no portábamos mucho dinero como para que ustedes se pongan a pensar qué se llevan de aquí... Y Duplica también había gastado ya en comprar los útiles que ocupaba para la actividad de la que nos contó.
—No seas respondón, Ash. Yo no tengo que pasar por esta vergüenza solo por tu actitud infantil. Así es que vienes conmigo ahora y sin hacer pucheros.
—Pero quien los hace eres... —dijo Ash sin terminar la oración debido a las facciones de Misty que transpiraban su furia maldita.
La caminata que se tornaba repetitiva, no se veía interrumpida por más de unos segundos como cuando Ash vio por primera vez una consola de videojuegos bien de cerca y vio que ahí se vendían DVD de juegos en los que un Pokemon era el protagonista. Ash ya anhelaba que se tratara de su gran amigo Pikachu. Este también se creía reconocer elementos Pokemon en la carátula del juego. Lo siguiente parada que hicieron como dos horas y mil vueltas más tarde fue en el food court. En cuanto Misty lo dejó en paz por unos momentos, Ketchum se dirigió a uno de los establecimientos de comidas rápidas y solicitó que le vendieran un platillo con comida Pokemon para sus compañeros de viaje. El muchacho que estaba frente a la caja y otro que preparaba los pedidos se le quedaron miraron muy fijamente.
—Joven, me va a disculpar, pero nosotros no vendemos comida Pokemon por políticas de la empresa. También tengo entendido que está prohibido que ustedes viajen con un Pokemon a la vista de todos.
—No lo sabía, señor. La verdad es que ya le dimos vueltas a todos los pisos en ninguna parte se nos indicó nada al respecto. ¿Entonces qué es lo que venden aquí?
—Bueno, le tenemos una serie de combos de hamburguesa con queso, con doble queso o con triple queso. Por otro lado tenemos otras ofertas de dos a cuatro pisos. Eso quiere decir que tiene esa cantidad de tortas de carne a la parrilla por cada piso que usted le agregue.
—Ah, ya veo. Entonces ustedes cocinan la torta de carne a la parrilla en esa planca que veo que tienen por ahí.
—Eh, sí por supuesto, joven. Eso le da el sabor justo de carne a la parrilla...
—¡Ash, apresúrate! Ya estamos cerca de terminar la fila y de comprar arroz cantonés y chop suey.
—¡Ay no, Misty, qué asco! Me dijeron por ahí que a eso le echan carne de los Glameow que desaparecen en la zona.
—¿No te irás a creer todo lo que dicen esos ignorantes y prejuiciosos?
—Yo también escuché acerca de eso —comentó Duplica mientras Misty no perdía de vista a su compañerito—, pero no lo he probado así que no puedo confirmar los rumores, je, je, je.
—Joven. ¿Todavía desea ordenar algo? Vea que todos nuestros combos incluyen papitas fritas y refresco gaseoso, mas puede cambiarlo si le llaman más la atención las bebidas naturales o light.
—Ah, pues sí, qué sea el tres para mí. ¿Verdad que esto incluye el que yo pueda volver a llenar mi vaso de refresco?
—No, lo siento, joven. Para poder hacer eso se ocupa la compra de un combo ocho o la oferta del día. Aún así le podemos cambiar el vaso pequeño por uno mediano simplemente al sumarle unos quinientos colones a su orden.
—Está bien, señor. Solo necesitaba hacerle esa consulta —afirmó Ash con la firme determinación de no dejarse convencer, pues esos combos no eran los más baratos de todos—, no ocupo agrandar el vaso de todos modos. Veamos cuánto dice la caja... Aquí tiene. Está exacto.
—Muchas gracias por su preferencia. Solo háganos el favor de no quedarse esperando frente a la caja, que tenemos a muchos haciendo fila desde hace un rato. ¡Gracias por su cooperación!
—Marcelo, venga acá un toquecito.
—¿Qué se le ofrece, jefe?
—Ve esa babosa como rosada que por ratos cambia de color. Esa que está sobre la muchacha de pelo celeste o azul eléctrico... Por favor, vaya con este frasco de sal y se lo ofrece para que se deshaga esa cosa asquerosa. Igual puede ofrecerle que usted le eche la sal en lugar de ella.
—Con gusto, señor. Voy de inmediato. Todo sea por mantener ese buen servicio al cliente.
—Esa es la actitud positiva que espero de ustedes. No perdamos más tiempo y acuda ahí...
Ese empleado del puesto de comidas se le aproximó a Duplica y le explicó con detalle lo que estaba por hacer. Ella se preocupó demasiado y quiso dejar las cosas en claro antes de que lo peor ocurriera.
—No, joven. Créame que no hay ninguna babosa por aquí, es solo un Poke...
—¿Está segura de que no lo es? Ay...
Lamentablemente el joven no quería ignorar lo que le indicaba Duplica, pero algo fuera de su alcance lo instó a balancearse para no caerse. En ese punto soltó él el envase repleto de sal y estuvo a punto de caer en los Ditto de la entrenadora. Los asustadizos Pokemon se corrieron cuanto antes al percatarse del susto que tenía atrapada a su ama. Al final la sal cayó en el hombro de ella sin que perjudicara a nadie. Mientras el muchacho trataba de hallar palabras para mostrar su pena por ensuciar la ropa de una cliente, Misty sostenía una bandeja y a su Togepi a la vez y aprovechó la confusión para beber sorbos del refresco light que había comprado en el restaurante de comida asiática. Como Ash Ketchum las estaba viendo porque aún no estaba lista su orden, pudo percatarse de que había sido la de ciudad Celeste la causante del embrollo. Ella no podía sostener la bandeja con toda la facilidad del mundo solo porque no quería descuidar ni por un pestañeo a su huevito chillón y al dar una media vuelta le dio un codazo en la espalda al joven.
Unos cuantos minutos después le tocó a Ash llevar su almuerzo a la mesa. Notó que habían corrido una de esas mesas para formar una para cuatro personas. No obstante, la que solo él ocupaba no tenía un apoyo realmente firme.
—¡Qué más da! Voy a tener que meter esta servilleta doblada debajo de la pata de la mesa para que deje de tambalearse tanto.
—Está bien, Ash, pero que no se te olvide ir a lavarte las manos en cuanto termines de hacerlo.
—Ay sí, Misty. Lo haré cuando pueda. Ahora estoy ocupado con esto. ¿Crees que funciona, Pikachu?
—Pika, pikachu —gritó con una sonrisa en el hocico.
—Aún no comprendo cómo ese descuidado empleado del puesto de comida te echó esa sal a propósito. ¿Qué era lo que pretendía, Duplica?
—No le entendí muy bien —comentó Duplica luego de haber permanecido en silencio por unos segundos—. Empezó a hablar de ese frasco con sal y de unas babosas y que por iniciativa propia y por brindar un buen servicio al cliente esperaba que aceptara el ofrecimiento para que yo pudiera librarme de esa molestia.
—Ah, sí, eso. El muchacho de allá de la hamburguesería me explicó que seguramente confundió a tus Ditto con unas babosas y, como se despedazan al echarles sal, quisieron darte el frasco para que te deshicieras de ellos. Creo que él me explicó que el puesto tiene a un descendiente de un tal Iraní por gerente y que ese debió sugerírselo al joven.
—Ah —dijeron las dos muchachitas con la mayor estupefacción.
—Pero qué ignorancia tan grande la de ellos. ¿Cómo pretenden que yo también los confunda con simples babosas y que les eche sal? ¡Qué descaro más grande! Yo creía que era algo como un aerosol con insecticida o algo parecido y temí por mi Mega-Dit.
—Es que me explicó que donde ese Iraní no se qué acostumbraba a hacer eso allá antes de recogerlas del suelo y comérselas así no más.
—¡Qué cerdo eres al contarnos eso! ¿No te pudiste esperar a que termináramos de comer nosotras, Ash?
—Pues no —contestó el despreocupado amigo humano de Pikachu—, debía contarle a ella de una vez que todo se debió a la cultura de ellos... De todas formas dudo que un Ditto se pueda derramar en el suelo con solo que le echen sal. ¿Verdad que eso nunca pasaría, Duplica?
—No, jamás ha sucedido... (Pero no creo que el pobrecillo Mega-Dit tenga que hacer la prueba...)
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